Conducir cansado es tan peligroso como hacerlo ebrio

Más del 94 por ciento de los accidentes suceden por fallas humanas. De ellas, un alto porcentaje sucede porque el conductor maneja adormilado, cansado o fatigado.


Bajo esas circunstancias, el ser humano experimenta limitaciones físicas y psicológicas que le merman su capacidad de atención, al tiempo que lo obligan a asumir actitudes agresivas frente al volante.

Un estudio del Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi) encontró que una persona maneja cansada especialmente después de una jornada prolongada de trabajo, cuando está frente al timón durante trayectos largos, por las noches y al ingerir dosis superiores a 300 miligramos (cinco tazas) de cafeína.

Según la investigación, aunque el sueño es el efecto más importante del cansancio, éste va unido a otros síntomas que hacen peligroso conducir así:

– El juicio y las decisiones empeoran.
– Disminuye la concentración.
– El conductor se ve obligado a hacer cambios continuos de postura.
– Aparecen microsueños de un segundo (si el vehículo circula a 80 kph, cada microsueño hace que se viaje 22 metros sin ningún control).
– Los ojos parpadean constantemente.
– La cabeza se siente pesada.
– Cambia la noción de velocidad y de distancia.
– Aumentan las actitudes de agresividad hacia los demás conductores.
– La capacidad de conciencia disminuye.

Pero no solo las condiciones físicas y sicológicas producen cansancio; el estado del vehículo y factores de la vía o del entorno por donde se transita también influyen en la disminución de las capacidades físicas y mentales de quien maneja.
Factores humanos. Tienen que ver con la predisposición del conductor, antes y durante el viaje.

Además de los lapsos largos de tiempo frente al volante, otros aspectos, como la mala ubicación del asiento, el hambre, el alcohol, medicinas muy fuertes y hasta las preocupaciones que rondan el cerebro merman la capacidad de atención.
Factores del vehículo. Tienen que ver directamente con su estado general, que puede influir cuando los defectos se vuelven habituales y se convierten en ‘relajantes’ para el conductor.

Ruidos de desajustes en carrocería y motor, problemas de dirección o suspensión, calefacción excesiva, mala ventilación, el humo del exhosto que se cuela en la cabina e iluminación deficiente son algunos de los factores ‘adormecedores’, provocados por el vehículo.

Factores de la vía y del entorno. Conducir por vías de alto tráfico es diferente a hacerlo por aquellas que son rectas y sin un solo vehículo. Las primeras suponen mayor atención del conductor, mientras que las segundas producen monotonía y hasta somnolencia.
Por eso los expertos de Cesvi recomiendan no circular en horas de baja visibilidad o con demasiada luz solar y en condiciones de lluvia o niebla permanentes. La oscuridad de la noche también hace la conducción muy pesada y dispara el cansancio acumulado.

Etapas del cansancio

– Primera fase. La silla incomoda y la capacidad de reacción, al igual que la visión periférica, disminuyen.
– Segunda fase. Se manifiestan los primeros bostezos; la boca se reseca y se siente frío. Paralelamente se hace más fuerte el deseo de dormir y los bostezos son cada vez más frecuentes y profundos. El parpadeo aparece irregular y el conductor tiende a desorientarse con las direcciones.
– Tercera fase. Se empieza a ver borroso, los músculos se relajan y el cabeceo aparece. Las ganas de dormir son más frecuentes que el deseo de permanecer despierto.

Siga a Periodismo Público en Google News. Suscríbase a nuestro canal de Whatsapp