Congreso desangra al país en medio de la crisis

El Congreso ajusta dos semanas de haber iniciado sesiones virtuales. La noticia no sería otra, sino es por el hecho de que en ese lapso, ni el Senado ni la Cámara han llegado a acuerdos sobre cómo funcionar. Mientras que unos insisten en que no es legal votar ni son vinculantes los debates de control político si es virtualmente, otros descartan de plano la opción de sesiones mixtas. Y, mientras tanto, la opinión pública sigue atenta al papel que tendrá el Legislativo en la pandemia. Están en deuda.

El martes durante la plenaria, Carlos Cuenca, presidente de la Cámara, anunció que la asistencia del ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, sería para una sesión informativa, y no para un debate de control político como esperaban, un anuncio que dejó fuera de lugar a varios congresistas, como Juan Carlos Lozada, quién criticó la decisión.

Mientras esto ocurría en la Cámara, en el Senado la discusión tomaba otro rumbo. El miércoles, en la plenaria de la corporación, el presidente de la misma, Lidio García, anunció que ya se había definido un mecanismo virtual de votación, que podrá utilizarse desde la próxima semana. Sin embargo, esto no tuvo una aceptación generalizada. Por ejemplo, el senador Rodrigo Lara, de Cambio Radical, “los congresos fueron creados como un punto de encuentro de un país”.

Costoso pero no opera

Estos episodios demuestran que el Congreso, después de 40 días, fue incapaz de funcionar. Pero lo que no está a medias es su presupuesto que, para 2020, quedó en $632 mil millones. De este valor, $286 mil millones son para el pago a los congresistas y a sus Unidades de Trabajo Legislativo.

Otros valores son para el mantenimiento y cuidado del Capitolio, que se encuentra cerrado por la cuarentena, y el salario de la nómina administrativa que se encuentra, en su mayoría, teletrabajando.

Además, cuenta con un presupuesto de inversión de $83 mil millones, que se reparte en $1.150 millones para el mejoramiento de la eficiencia y la transparencia legislativa, y $82 mil millones para el fortalecimiento de la gestión y dirección del Congreso.

Adicionalmente, hay otro rubro para el Congreso: el de fondo de previsión social, que se encarga de “reconocer, liquidar y pagar las prestaciones sociales” en el parlamento. Este rubro contempla un total de $236 mil millones que entrega la Nación y $59 mil millones que son de recursos propios. El total: $296 mil millones.

Dardos a la legitimidad

El debate de un Congreso que no opera pero sí cobra, ha generado críticas incluso al interior. Una de ellas viene de la senadora de la Alianza Verde Angélica Lozano, quien dice que “hemos debido sesionar desde el principio, pero no ha estado a la altura. Cada Congreso en el mundo competente y responsable encontró los mecanismos para construir soluciones de cada país”.

El congresista Rodrigo Lara también se muestra crítico: “este remedo de Congreso virtual preserva las formas, pero en el fondo hoy el país no tiene control político y tampoco se puede votar, a menos que se pretenda llegar al colmo de torcerle el pescuezo a la ley con algunos han propuesto”.

Sobre esos cuestionamientos, Néstor Julián Restrepo, coordinador de la Maestría en Comunicación Política de la Universidad Eafit, señala que “ante la opinión pública no están legitimados y con esto se agudizará el asunto, porque no ve al Congreso trabajando, pero sí cobrando”

“Lo más importante es que no hay excusa para no cumpla su función. Debe estar trabajando para la crisis y buscando un método para que se tomen decisiones”, añade Restrepo y agrega que “debería estar tomando decisiones, haciendo control político, llevando las demandas de los ciudadanos, pero eso no está pasando”.

Sin embargo, para Daniela Moreno, investigadora del proyecto Congreso Visible de la Universidad de los Andes, el trabajo del parlamento sí se ha evidenciado. “No es que el Congreso no haya tenido voluntad, sino que no ha tenido facilidad de cómo. Las dos semanas que llevan me ha parecido que han hecho un muy buen trabajo, que han hecho buenos controles políticos llamando a tres ministros”. Y resalta también que la virtualidad ha permitido acabar con el ausentismo.

Así las cosas, el Congreso se encuentra en la encrucijada de decidir cómo trabajará, con el agravante de una vigilancia constante y de la incapacidad de los mismos parlamentarios de llegar a un acuerdo sobre cómo hacerlo. Y, mientras estas discusiones internas se resuelven, los cobros y la ejecución del presupuesto se sigue realizando.

Tomado de: elcolombiano.com

Siga a Periodismo Público en Google News. Suscríbase a nuestro canal de Whatsapp