Cundinamarca perdería parte de su reserva forestal

La CAR propone excluir el 61,5% del área original de la reserva y así permitir actividades agrícolas, infraestructura y relleno sanitario en la zona protegida. Ambientalistas reaccionan cuestionando la propuesta, afirmando que debe prevalecer la sostenibilidad ambiental de la sabana de Bogotá.


El departamento cuenta con una de las zonas de reserva forestal más grandes del país, en este momento la Reserva Forestal Protectora Productora de la Cuenca Alta del Río Bogotá, que se extiende por más de 245.000 hectáreas, está a punto de reducirse a menos de la mitad, pues el Ministerio del Medio Ambiente está a punto de expedir la resolución con el nuevo trazado de la reserva en donde se excluyen 755 hectáreas del relleno sanitario Doña Juana del área protegida. La medida significa un respiro para el Distrito, ya que tiene un espacio más para la disposición de sus residuos y así ampliar la vida útil de este relleno.

La propuesta realizada por la CAR en diciembre de 2013 señala que del total de 245.147 hectáreas de la reserva, continúen protegidas algo más de 94.000, que corresponden al 38,3%, y sean excluidas 110.000, que representan el 44,9% del total.

También dejarían de ser parte de la reserva 40.868 hectáreas, que ya están protegidas con otras categorías nacionales. La decisión sobre los límites finales está en manos del Minambiente, pero se sabe que los ajustes no serían sustanciales. Fuentes de esa cartera indicaron que un lineamiento claro es que “no se va a desplazar a la gente y habrá procesos de reconversión amigables, no impositivos”.

La propuesta también busca implementar un esquema de pago por servicios ambientales, que consiste en que los campesinos que tienen cultivos en la zona irían abandonando paulatinamente su actividad, a cambio de un reconocimiento en dinero o en especie que haría el Estado. Para ello, el director de la CAR, Alfred Ballesteros asegura que su entidad planea invertir unos $8 mil millones entre este año y el próximo.

Es importante aclarar que en la zona, se genera agua para los más de 9 millones de habitantes de Cundinamarca, por eso la propuesta ha generado reacciones entre los ambientalistas.

Julio Carrizosa, reconocido ambientalista del país afirmó: “ Es absurdo extraer 110.000 hectáreas de la reserva. Si el objetivo es urbanizar sería una locura. Sería como construir tres veces a Bogotá. Tampoco es claro por qué en la zona que seguirá siendo protegida se permiten actividades agrícolas y de infraestructura”.

“A pesar del fuerte proceso de Bogotá, del impacto de la ganadería y la agricultura, y del olvido de las autoridades en estos 36 años, aún la oferta ambiental de la reserva es muy alta. Es importantísima para el sostenimiento de la sabana, y es vital mantenerla hasta donde sea posible”, señala el abogado experto en derecho ambiental Rodrigo Negrete.

Por otra parte, Negrete insiste en que no es necesario quitarle espacio a la reserva. Explica que, actualmente, hay categorías de protección como los Distritos de Manejo Integrado, que permiten tener agricultura, ganadería y actividades con manejos estrictos de sostenibilidad. “Además, el artículo 61 de la Ley 99 señala que la sabana tiene vocación agropecuaria y forestal, y de los 44 municipios que incluye la reserva, 30 están en este espacio. Así que la redelimitación se manejará sin necesidad de excluir terreno.

Alfred Ballesteros, director de la CAR, concluyó diciendo que aunque se permitan actividades agropecuarias y de infraestructura en el nuevo espacio protegido, éstas se definirán en los Planes de Manejo Ambiental que la Corporación deberá empezar a realizar para cada municipio una vez esté lista la resolución del Minambiente. Agregó, además, que el área excluida de la reserva también tendrá usos especiales.

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