De indios a ciudades: una visión comparada

Es claro que todos los territorios evolucionan con el pasar del tiempo, aspecto transversal al desarrollo del espacio y por lo tanto de las sociedades, es así que de acuerdo a los avatares de dicha evolución en términos sociales, culturales y tecnológicos se van generando formas distintas de concebir el entorno, la vida y la tierra. En este sentido el espacio colombiano ha percibido un cambio sustancial en la forma de organización del territorio, pero también en el desarrollo de las sociedades que lo han habitado.


Mirando hacia atrás en el tiempo y proponiendo como ejemplo la altiplanicie cundiboyacense, observamos que las primeras formas de habitabilidad del espacio estaban enmarcadas dentro de los aspectos más elementales de organización humana, y que respondían a la subsistencia y adaptabilidad en el entorno natural, es así que estas actividades correspondían a la caza de animales como recolección de frutos, pero con el tiempo y el avance de las técnicas, el espacio se adecuó para el desarrollo de la agricultura, actividad ligada a la siembra de tubérculos y de plantas cómo el maíz, fundamentales en la nutrición de estos primeros grupos humanos. Sin embargo, aparecieron otras formas culturales de adaptación al entorno que consistían en el desarrollo de incipientes aldeas, entonces vemos las primeras formas de organización social que pronto darían lugar a la aparición de jerarquías sociales. Según lo anterior, surgen los rangos sociales que involucran atributos de autoridad y dominio, dando luces a las primeras formas de poder político. En ese orden de ideas aparecen los cacicazgos, los cuales eran gobernados por jerarcas asociados a familias matriarcales o, en algunos casos a mandatos de tipo religioso en los cuales el poder era ejercido por el chaman o sacerdote de la región.

Aunque más allá de las formas de organización jerárquica lo importante sería resaltar el proceso evolutivo de la población del altiplano, teniendo en cuenta que el crecimiento demográfico iniciaba su ruta. Citando el ejemplo Muisca de la altiplanicie cundiboyacense, valdría la pena advertir que dicho crecimiento se daba de forma equilibrada con el entorno natural, pues la visión de los indígenas sobre el espacio que habitaban era en cierta medida trascendente y de un uso equilibrado con los recursos naturales que habían en la región, los cuales eran suficientes para el buen desarrollo de este grupo poblacional (descendientes de los primeros cazadores y recolectores). En ese sentido el territorio fue ordenado teniendo en cuenta un manejo racional de los elementos que proveía la naturaleza, pero además con un sentido unificado en torno a un poder central, en este caso el ejercido por el Zipa y el Zaque, quienes gobernaban los dos cacicazgos más importantes de esta zona del país, los de Bacatá y Hunza respectivamente.

Paralelo a eso se construyeron caminos en piedra que conectaban a los diferentes centros poblacionales, pero que además servían como rutas de interacción comercial y cultural entre los diferentes pueblos, además se configura una división del trabajo por así decirlo, en el que algunos centros se especializaban en la elaboración de productos de consumo intercambiables por otros. Valdría la pena mencionar que algunos centros poblacionales del norte de la sabana de Bogotá abastecían la sal para los cacicazgos cómo Nemocón y Zipaquirá. Guatavita por ejemplo, proveía las finas y elaboradas artesanías de oro que servían como decoración corporal o en muchas de las ocasiones para ofrendas de pagamento; otros pueblos de Boyacá se dedicaban a la fabricación de artículos de uso domestico laborados a partir del barro y algodón.

Todo lo anterior permitiría identificar que el territorio Muisca estaba en miras hacía un desarrollo que podría tildarse de civilizatorio, pero además que el crecimiento poblacional estaba garantizado por las posibilidades que ofrecía el fecundo entorno natural, además el uso del espacio era limitado en términos extraccioncitas, es decir, se usaba lo necesario, aunque también se puede afirmar que el entorno fue susceptible de alteraciones que no fueron tan severas cómo las acaecidas con la llegada del imperio español.

Tratando de establecer un breve análisis del pasado con el presente, haciendo la aclaración que existe un periodo muy amplio de la historia que corresponde con las épocas colonial y republicana, (periodos de tiempo que además también representaron cambios dramáticos en términos de población, crecimiento urbano y afectación al entorno) es importante resaltar que el crecimiento demográfico y urbano en esta región del país se ha dado de manera constante, aunque con un periodo de relativa crisis entendiendo que la población indígena se mermó por la llegada de los españoles, bien sea por la nuevas enfermedades traídas por los europeos o, por los medios de dominación violenta que efectuaron los españoles sobre los indígenas. Posteriormente la casi total desaparición del ese grupo poblacional se daría con el proceso de mestizaje.

Sin embargo, la fundación de nuevas ciudades tenían como objetivo un dominio de tipo político y económico sobre el territorio y sus habitantes para la extracción de recursos, en especial materias primas y metales preciosos, ese sería el legado que dejaría la llegada del europeo al país y en especial a esta zona. Es así que se debe tener en cuenta que la población indígena se mescla con la española dando como resultado al mestizo, población que predomina en la zona del altiplano, pero que además crece de manera constante dados los importantes factores del entorno natural que incentivan al crecimiento de ciudades como Bogotá, Tunja, Bucaramanga o Ibagué, zonas de influencia del antiguo pueblo Muisca; además estas urbes presentan una alta concentración de población y propician un ordenamiento en sus respectivas regiones. En ese te sentido, se genera un organización del territorio no sólo en sus propias entidades administrativas, sino que también se vuelven centros de influencia a novel regional.

Concluyendo se puede advertir que el entorno natural es siempre ha sido un eje fundamental para la organización territorial cómo para el crecimiento de la población en el altiplano en sus diferentes épocas. Además también se puede llegar a la conclusión de que los indígenas organizaban el territorio de acuerdo a sus necesidades, y que dicha organización llevaba a la par un crecimiento poblacional anclado a unas relaciones de poder político. No obstante, el español también aprovechó esa organización previa para fundar su sistema político-económico, que darían como resultado “nuevas” relaciones que sientan las bases para el actual desarrollo territorial de la zona del altiplano cundiboyacense, desarrollo que en las últimas décadas se ha dado de manera desproporcionado e insostenible.

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