De la desesperanza administrativa a la esperanza comunitaria

En primer lugar es necesario señalar que este denominado especial NO hace parte de un proyecto investigativo del equipo periodístico de esta revista; por el contrario, estas franjas anexas son espacios para que, entes territoriales, instituciones, empresas privadas, entre otros, contraten para difundir y visibilizar proyectos particulares. Es necesario recordar como en 2008, en medio del escándalo por los ‘falsos positivos’ las Fuerzas Militares contrataron este espacio, no para reconocer su culpa sobre estos aberrantes hechos, sino para engrandecer su obra al repetir hasta la saciedad los triunfos de la seguridad democrática de Uribe sobre las guerrillas.


Ante este elemento es importante preguntar ¿cuánto le costó al erario esta pauta?, a primera vista los defensores de la administración se escudaran en el patrocinio que empresas privadas como Sociluz, Aseo Internacional, la Ladrillera Santa Fe, los urbanizadores, entre otras, le dieron a la publicación.

¿Podemos confiar plenamente en este especial cuando los patrocinadores del mismo han contribuido al lamentable orden de cosas en el que vive nuestro municipio? La publicación no le dijo al país que Soacha es de las pocas entidades territoriales que en Colombia pagan alumbrado público, que Sociluz es la empresa privada que se beneficia de este pago y que es una de las responsables de la inseguridad en nuestro municipio, puesto que ha sido reticente a cambiar el tradicional bombillo amarillo por las famosas luces LED (bombillas blancas) que Petro está implementando en Bogotá. Sólo basta con recorrer en horas de la noche la autopista sur, los puentes de Transmilenio, o cualquier barrio del municipio para darse cuenta que estamos sumidos en la oscuridad.

¿Podemos los Soachunos confiar en Aseo Internacional? más sabiendo que esta empresa privada, que maneja el servicio de aseo en nuestra ciudad, se la ha jugado, aprovechando el silencio de concejales y el alcalde, para cobrar el servicio de aseo por unidad habitacional, independiente del número de casas, medida que ha perjudicado a miles de Suachunos que pagan arriendo; el servicio no mejora a pesar que los beneficios económicos de la empresa crecen ostensiblemente gracias a esta nueva forma de medición.

¿Podemos confiar los Suachunos en la Ladrillera Santa Fe? así todos sepamos, y muchos ya hayan naturalizado, el hecho que esta empresa cercó el río Suacha y lo convirtió en el vertedero de sus aguas sucias, ocasionando un daño irreparable a nuestra principal cuenca hidríca que ha sido convertida en una cloaca a cielo abierto, afectando nuestra fauna, flora y salud de nuestros congéneres. Ya sobre los hombros de esta y las demás ladrilleras se encuentra el peso de haber acabado con la producción campesina en Panamá y Fusungá que hoy de veredas sólo conservan el nombre y que, si les permitimos seguir actuando impunemente sobre el territorio, acabarán con la vereda San Jorge y con el páramo.

¿Podemos confiar los Soachunos en esta entrega aún sabiendo que detrás está la CAR? porque si los editores de la publicación no lo saben, pues aquí sí: la CAR es un nido de corruptos que ha permitido la apertura de minas en zonas de páramo, sus cabezas visibles no ha hecho nada contra la urbanización en zonas de humedal puesto que actúa siempre en favor de las empresas urbanizadoras y mineras y en contra de, ecosistema y las comunidades. Una referencia inmediata es el último fallo del Tribunal Superior de Cundinamarca, el cual detiene la actividad minera en la vereda San Jorge y abre investigaciones a funcionarios comprometidos en dudosas licencias y permisividad frente al daño ecológico de nuestro territorio.

No me referiré a los escritos de Simón Gaviria (director de Planeación Nacional), de Luis Fernando Andrade (presidente de la ANI), puesto que los proyectos del Cazucable, el Tren de Cercanía, la Ciudad Región, etc, etc. No son más que reiteraciones de promesas que se vienen hablando desde hace 15 años. Hago mención del grupillo de empresarios que escriben con un aura de ‘Soachanidad’, cuando han sido ellos mismos los que se han beneficiado de las políticas de exención tributaria, de la flexibilización y precarización laboral. Si el amor por el municipio existiera, lo primero que deberían hacer es vincular directamente a sus trabajadores, pagar impuestos y entender que si el ordenamiento de la ciudad se hace a partir de la industria, seguiremos agrietando la relación ciudad-ecosistema, lo que hará insostenible ambientalmente el territorio en los próximos años. ¿Qué tal si nos pensamos un ordenamiento territorial alrededor del agua?

Frente a la urbanización desenfrenada el documento fue ambiguo, mientras que en escasos párrafos se atacó y se le culpó a los urbanizadores por el crecimiento desordenado y desenfrenado, una avalancha de notas los justificó; haciendo ver a Soacha como el modelo de crecimiento urbano para el país. Lo que se anota como desafíos para futuras administraciones hoy son verdaderos problemas para las comunidades. Lástima que el informe no nos dijera algo sobre la relación entre Amarilo y los últimos gobiernos.

Habría sido maravilloso ver una Soacha contada desde sus comunidades, desde sus formas de organización, desde sus ejercicios de resistencia e ingenio. Como mencioné en la primera parte: la honestidad y el empuje de nuestra gente son el principal activo para atacar y frenar el estigma. Desafortunadamente, nos topamos con un documento típico de las rendiciones de cuentas, que exalta la administración municipal, experta en construir cortinas de humo, y que no asume ni acepta las críticas. Porque en estos momentos lo correcto no es salir a desmentir a RCN y Caracol que todos los días hablan de Soacha, puesto que los graves problemas que nos afectan no son mentira; el problema de los grandes medios con Soacha es igual al de muchas fundaciones que tienen presencia en la periferia del municipio, y es que han convertido la pobreza en mercancía y con ella trafican vía el negocio de la información o vía el negocio de la cooperación internacional.

La clase política local perdió la oportunidad de decirle al país que es verdad que estamos mal, que parte de la responsabilidad la deben asumir el departamento y la nación. Que nuestra realidad no es una predeterminación histórica, ni mucho menos un designio divino, que la solución de nuestros problemas hace mucho superó el terreno de la desprestigiada administración y de su clase política, que ahora esas soluciones se encuentra en el terreno de las comunidades, porque en ellas radica el cambio estructural que necesitamos. Porque si la Soacha, esta con O que conocemos está mal y ha construido el estigma, tarde que temprano tendrá que aparecer la Suacha con U que dignifique y eleve a la población a niveles de orgullo y reconocimiento más allá de sus fronteras. Esa Suacha con U es la que construimos diariamente, desde diversos espacios y múltiples concepciones políticas, cientos de jóvenes hastiados de la mentira oficial disfrazada en un millonario contrato con la revista más prestigiosa del país.

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