Desplazados reinician su vida con café y ganado en Cundinamarca
Sembrando café, cacao, plátano o trabajando en ganadería, 494 personas que por causa del conflicto armado fueron desplazadas a Bogotá, donde permanecieron por más de una década, están rehaciendo sus vidas tras recuperar –mediante sentencias judiciales– sus predios en Cundinamarca.
“Extrañaba demasiado mi tierra. Aquí se respira el aire puro y no hay un horario estricto de trabajo para cumplir. Si uno se despierta a las 8 de la mañana y amaneció lloviendo, pues regresa a las 8 y trabaja hasta las 3 o 4 de la tarde, y nadie lo va a criticar”, contó Luis Antonio Espinosa, quien huyó en 2001 de su predio, que se ubica en la vereda Garrapatal de La Palma (noroccidente de Cundinamarca), para permanecer en la capital durante 15 años.
Pese a que ha tenido que dormir en los últimos seis meses bajó una improvisada morada cubierta por lonas, y que le toca caminar casi tres kilómetros dentro de la montaña en la que está su vereda para ir a la carretera principal de su municipio, ya sea para ir al pueblo o a sacar a vender lo que cultiva, Espinosa señala que es mucho mejor que vivir en Bogotá.
“En la ciudad trabajé en construcción, de celador, así me la rebuscaba. Me daba duro porque estaba acostumbrado al campo y llegar a Bogotá sin conocer y coger buses, me daba duro”, agregó.
Sin embargo, su suerte cambió, al igual que la de 85 familias más, a raíz de la reducción del conflicto armado en el país y tras un proceso en el que recibió asesoría de la Unidad de Restitución de Tierras (URT), para recuperar, mediante sentencia judicial, el predio que heredó de su familia y donde vivió durante 47 años.
No solo se trataba de retornar sino de buscar la manera de subsistir de nuevo tras la prolongada ausencia. Así que Espinosa se acogió a los proyectos productivos que ofrece la URT.
De esta manera, los beneficiarios pueden recibir hasta 25 millones de pesos que se invierten en las actividades agropecuarias que las comunidades realizaban tradicionalmente en las zonas de las que fueron desplazadas.
En el Garrapatal, también le piden al Gobierno que les ayuden con la implementación de un cable para que puedan sacar sus productos, porque actualmente tienen que recorrer una trocha dentro de la montaña para poder llegar a la carretera.
Pero también en el departamento desarrollan proyectos de ganadería de pequeña escala, como ha sido el caso de José Wilson Niño, en Viotá (suroccidente del departamento), quien, luego de que le incendiaran su finca en el 2002, regresó en 2010 y se acogió a un proyecto de porcicultura.
“También quiero tener una huerta casera con gallinas. Trabajaré solo con animales, porque ya tengo algunos cultivos”, afirmó Niño, quien está próximo a recibir los correspondientes subsidios del Gobierno para sacar adelante su proyecto.
“Mi sueño es poner a producir a la finca otra vez y mejorar mi calidad de vida”, concluyó.
En total la URT ha desembolsado en Cundinamarca 1.220 millones de pesos para subsidiar proyectos productivos en San Juan de Rioseco, Viotá, Yacopí, La Palma y Arbeláez.
Y continúa atendiendo las 3.105 solicitudes para restitución de tierras en el departamento, que se han instaurado en Chocontá, Manta, Simijaca, Guachetá, Sesquilé, Villapinzón, Anapoima, Anolaima, Apulo, Cachipay, El Colegio, La Mesa, San Antonio de Tequendama, Tena y Quipile, y cuyas hectáreas –420, según estima la URT– serán resueltas por dos jueces de restitución que se asignaron para ese fin.
Apoyo: Gobernación de Cundinamarca y Eltiempo.com
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