Entre Trump o Biden, elijamos Colombia

Por: Yeilor Rafael Espinel Torres

Tres posturas han surgido en Colombia alrededor del debate electoral en Estados Unidos y su desenlace con la victoria de Joe Biden como el 46º presidente de la que sigue siendo la potencia hegemónica del mundo.

La primera, expresada por quienes en franca abyección neocolonial hicieron campaña por la continuidad de Trump y hoy se aprestan a congraciarse con su reemplazo; la segunda, manifestada por los que, de buena fe u oportunismo, celebran la victoria de Biden-Harris, y la tercera, la de aquellos que luchan por recuperar la soberanía nacional independientemente de quien dirija al «coloso del norte».

Que los árboles no impidan ver el bosque. La historia durante el Siglo XX y XXI ha demostrado que, sin importar quién esté al mando de la Casa Blanca, el destino de Colombia ha sido condicionado en materia económica, política, militar y cultural por unas políticas y una deuda externa que han frenado nuestro desarrollo y nos han generado una profunda dependencia. No nos dejemos engañar, en la política exterior estadounidense no hay palomas, demócratas y republicanos son alas de un mismo halcón. La llegada de Biden no representa una esperanza para nuestro país, pero si una razón para unirnos frente a los retos de la agenda demócrata que en lo internacional no se ha distinguido de la republicana, como en el caso de la invasión a Irak, los TLC y el Plan Colombia, entre muchos otros.

No nos dividamos entre Biden o Trump, unámonos por Colombia. De la única forma que nos vaya bien, ganen demócratas o republicanos, es que el próximo presidente de la República cambie la postura de subordinación en la que nos ha prostrado la doctrina Respice Polum aplicada por los mismos con las mismas. Necesitamos un nuevo enfoque de política exterior que garantice unas relaciones en pie de igualdad y beneficio recíproco con Estados Unidos y el resto del mundo. Cosa en la que podemos coincidir incluso con quienes de buena fe y talante democrático saludan la derrota del nefasto gobierno de Trump y la llegada de Biden al poder. No se trata de una postura aislacionista o antiestadounidense y claro que se debe tener buenas relaciones con el nuevo gobierno, pero esto no implica perpetuar la entrega de nuestra nación.

No más relaciones de mula y jinete en la que nosotros somos la mula y ellos los jinetes, como acertadamente lo ha sustentado durante su carrera política el Senador Jorge Robledo, líder destacado de la oposición y figura presidenciable de alto valor civil y coherencia en la defensa de los intereses colombianos. Con quien compartimos esta postura y del cual tengo la plena convicción que, de tener la oportunidad de llegar a la jefatura del Estado, marcaría una ruptura en la forma de orientar las relaciones internacionales y sería digno promotor de la construcción de un relacionamiento basado en la defensa de la soberanía nacional, el respeto del derecho a la autodeterminación de los pueblos y la solidaridad entre las naciones.

¿Por qué el próximo presidente? Porque con el gobierno de Iván Duque no nos hacemos ilusiones ya que ha demostrado su enceguecida obediencia a Washington, como en el caso de las tropas gringas. Gobierno al que seguiremos exigiendo suspender las operaciones de dichas tropas en nuestro territorio; revisar los tratados de libre comercio; sustituir la importación de productos que se pueden producir en Colombia; suspender la aspersión con glifosato y promover la erradicación manual de coca, entre muchas cosas más.

Bien lo definió Carlos Gaviria Díaz al afirmar que «La soberanía es para el país lo que la dignidad a la persona». Debemos lograr un gran acuerdo de unidad en 2022 por la DIGNIDAD y la SOBERANÍA nacional. No albergamos ilusión alguna sobre la naturaleza del gobierno de Biden-Harris,  seguiremos con la más firme resistencia civil contra las políticas de recolonización.

Cundinamarca, noviembre 11 del 2020

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