Graves denuncias tras la muerte de Edwin Molina en Centro de protección del ICBF en Soacha

Rompiendo todos los protocolos de seguridad y protección que las autoridades deben cumplir a la hora de trasladar un menor infractor, como la orden de un juez, el acompañamiento de la Policía de Infancia y Adolescencia y el suministro de datos en la minuta, son entre otras las irregularidades que se cometieron el pasado viernes 21 de marzo con el menor Edwin Andrés Molina, quien fue asesinado en el Centro de atención al menor infractor que opera en Zaragoza.


Un testigo del hecho, que pidió no revelar su nombre y a quien llamaremos *Camilo, narró a este medio todas las irregularidades cometidas a la hora de trasladar a Edwin, quien prácticamente rogó para que no lo llevaran del centro de protección de menores El Redentor de Bogotá a Zaragoza: “Nooo, por favor no me trasladen porque allá me van a matar”, suplicó el menor de 16 años. Aun así fue llevado directamente a su muerte.

Edwin Andrés Molina llevaba 9 meses privado de su libertad, al parecer por robarse un celular. De un momento a otro, los padres Terciarios Capuchinos (quienes operan los dos centros) decidieron trasladarlo aquel fatídico viernes 21 de marzo.

“El joven llegó sobre las 6 p.m. a Zaragoza, sólo con overol y unos tenis sin cordones. Lo trajeron dos educadores en un carro del Redentor, sin policía de infancia y adolescencia, ni una orden de un juez. Entonces Copete (hombre alto, canoso y quien manda en Zaragoza), preguntó por los papeles de traslado, pero quienes traían a Edwin le dijeron que lo recibiera así, que no había orden ni nada”, narró el testigo.

Rompiendo todos los protocolos de traslado, a Edwin lo entraron a Zaragoza sin la orden del juez, incluso sin suministrar los datos que deben quedar plasmados en la minuta que se debe llenar cuando alguien ingresa al centro.

“Lo entraron y le dijeron a Copete, métalo con esos chinos, y preciso lo dejaron en la misma celda donde estaban los que meses atrás le habían sentenciado la muerte”, contó *Camilo.

Y es que los tres menores que estaban en dicha celda, son los mismos que estuvieron con Edwin en el Redentor y que meses atrás lo amenazaron por evitar una fuga. Al parecer, el error que cometió Molina fue no prestarse para una fuga y contar a la guardia que sus compañeros de celda se iba a ‘volar’; por esta situación fue sentenciado a muerte.

Pero las autoridades del Redentor hicieron caso omiso y contra la voluntad de Edwin Andrés, y cometiendo todas las irregularidades fue trasladado a Soacha.

“Al ‘pelao’ lo meten a la celda y hasta ahí se supo, porque los policías quedan por fuera y son los educadores los que cuidan el interior del centro. Afuera quedan los cinco de la guardia (un subintendente y cuatro patrulleros), adentro quedan dos educadores que son los que tienen que pasar ronda y mirarlos con linterna para que estén durmiendo. Se turnan porque hay varias celdas y 35 menores, pero parece que esa noche los educadores se acostaron a dormir porque no se dieron cuenta de nada”, replicó el testigo.

Al parecer, a Edwin lo cogieron dos de los menores que estaban en la celda, le quitaron la camisa, lo amordazan y el tercero procedió a asesinarlo. Según cuenta el testigo, le pegaron 18 puñaladas.

“Al otro día, luego del cambio de guardia, los educadores abrieron las celdas, empezaron mirar, cuando gritaron, ¡Huy Copete, aquí falta uno! Todos los chinos quedaron callados. Entonces llamaron a la Policía, le dijeron al subintendente Bolívar que uno se había escapado. Entraron a mirar y cuando de repente vieron a Edwin muerto en el baño. Estaba tieso como una paleta y amordazado. Incluso los chinos alcanzaron a lavar la sangre y los educadores no se dieron cuenta”, replicó *Camilo.

Según el testigo, el presunto asesino de Edwin había cogido un pedazo de varilla, de la que sobra en la construcción, le sacó punto y la acondicionó con una ‘manopla’, justamente para poderla manipular. “Y lo grave es que una vez lo mataron, le votaron la varilla a los del frente para que mataran a otro porque la idea era asesinar a dos”. Afortunadamente el segundo menor solamente fue herido.

Luego del asesinato de Edwin, de nuevo se pensó en la carpeta. “Como el chino llegó sin orden, al momento de sacarlo nadie tenía datos de él, ni nombre ni nada, entonces fue remitido a Medicina Legal como NN”, tal y como el abuelo de Edwin lo denunció en un medio nacional.

Pero al parecer las irregularidades siguen aun después de la muerte del menor. Dijo el testigo que “los curas del Redentor al parecer alteraron el informe para hacer creer al juez que Edwin Andrés era terrible y así justificar el traslado a Zaragoza”.

El presunto asesino de Edwin Andrés es otro menor de 16 años que se encuentra privado de la libertad por Homicidio. Los dos cómplices, al parecer están por hurto agravado y calificado.

Cuenta *Camilo que cuando uno de los policías le preguntó al menor que presuntamente mató a Edwin, por qué lo había hecho, respondió que como fuera iba a hacer cerrar el centro.

Por lo pronto, la investigación continúa, pero lo paradójico es que como el presunto asesino es menor de edad, es cobijado por la Ley de Infancia y Adolescencia, y la condena apenas estaría por los cinco años de prisión, que se sumarían a los que cumple actualmente por homicidio.

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