La hipocresía del amarillista

La guerra en las grandes ciudades no se ha padecido con el mismo dolor y sufrimiento con el que lo hacen las zonas rurales y en menor nivel, pero no menos dolorosa, en algunos municipios de nuestra geografía nacional. Quizá sentir el estallido de una bomba o el ensordecedor ruido de una descarga, para muchos en la ciudad lo dejamos en el olvido desde la época de Pablo Escobar y por ello estamos tan insensibles a lo que representa la guerra para nuestro pueblo colombiano.


En este momento en que los diálogos con las Farc en la Habana se mantienen, a pesar de los dardos lanzados por diferentes sectores que viven y hacen política a partir de la guerra, es un respiro de tranquilidad para muchos colombianos que no quieren vivir más bajo la zozobra y el temor de la inminente muerte. Pero claro, muchas personas en las ciudades están preocupadas porque ya no pueden ir a la finca por la avanzada de la guerrilla o cosas de esas, mientras desconocen que gracias al anterior gobierno cambiamos soterradamente el nombre del ejército irregular que genera violencia en Colombia, pasamos de los Paramilitares AUC a las Bandas Criminales Bacrim, permitiendo con esto la instauración de un régimen de terror agenciado por el gobierno del señor Álvaro Uribe y su falaz desmovilización.

En las redes sociales se logra hacer un termómetro sobre la actitud de los colombianos frente al tema de la paz, pero es evidente que esta medida no es sino de una parte reducida de la población que tiene el acceso a la red, a pesar de las ventajas de la telefonía móvil y su paquete de datos, pero con esto nos podemos hacer un balance negativo en la mayoría de los casos, pues a cada trino que dispara estrepitosamente el expresidente, salen como jaurías a despotricar de los diálogos en La Habana una manada de aúlicos y huérfanos del poder, que infunden temor con sus palabras desbordadas de odio y aversión.

Y para sumarle a este odio infundado y mezquino, se vino con toda el amarillismo envestido de moral, publicando la masacre de tres policías en una carretera; claro, el asesinato de estos tres policías es un acto que rechaza la comunidad entera, pero la publicación con fines políticos de las fotos de estos cuerpos nadando en su propia sangre, tan solo tiene cabida en la mente de un enfermo.

Me he venido preguntando si al expresidente Uribe que hoy llora por la muerte de estos tres compatriotas policías y publica inmisericordemente las fotos a pesar del dolor que causa esto a las familias de los policías asesinados, le causó aunque fuera la tercera parte del dolor que hoy siente, el asesinato a manos de la fuerza pública de los jóvenes del municipio de Soacha, o tan sólo quedaron reseñados como esos “Falsos Positivos” que salpicaron de sangre los actos de un gobierno de corazón grande y mano dura.

Es doloroso que un país que esta bañado en sangre de hermanos y hermanas, hoy no le apueste el todo por el todo a la posibilidad de firmar un acuerdo como resultado del diálogo con la guerrilla de las Farc, un acuerdo que permita empezar la reconstrucción de un país; un acuerdo que nos permita construir comunidad.

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