La papa criolla de Soacha tiene más vida útil que otras en Colombia por innovador cruce genético

Un reciente proyecto científico en Cundinamarca abrió nuevas posibilidades para uno de los cultivos más tradicionales del país, tras explorar una alternativa que podría cambiar su manejo y comercialización.

La papa criolla, uno de los cultivos más representativos del país, tiene un obstáculo que preocupa a los agricultores: brota demasiado rápido. Cuando el tubérculo inicia su proceso de rebrote antes de tiempo, pierde calidad en sabor, tamaño y color, lo que obliga a descartarlo y genera pérdidas económicas considerables.

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Ese comportamiento contrasta con variedades como la sabanera o la pastusa, que pueden almacenarse hasta cuatro meses sin deteriorarse. “El corto periodo de reposo de la papa criolla obliga a sembrarla y venderla más rápido”, explicó la ingeniera agrónoma Luisa Fernanda Castro Morales, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).

La investigadora decidió buscar una solución desde la genética. Su punto de partida fue un grupo ancestral de papas peruanas del tipo Stenotomum, domesticado hace unos 7.000 años en el entorno del lago Titicaca. Estas variedades pueden permanecer entre cuatro y cinco meses sin brotar y, por su forma alargada y colores intensos, se convirtieron en candidatas ideales para ser cruzadas con la papa criolla.

Los métodos tradicionales para retrasar el brote como cortar los tubérculos suelen generar daños fisiológicos y multiplicar la aparición de nuevas raíces. Por eso el camino del mejoramiento genético resultaba indispensable.

En Colombia, la papa sigue siendo un alimento estratégico. Según el Fondo Nacional del Fomento de la Papa, en 2022 el país produjo más de dos millones de toneladas, de las cuales el 12,24 % correspondió a variedades de papa criolla.

El experimento en tierras cundinamarquesas

El proyecto se llevó a cabo en la Granja ICA San Jorge, en Soacha (Cundinamarca), a 2.850 metros de altura, un lugar propicio para evaluar el desempeño de cada cruce. Allí se seleccionaron tres variedades colombianas criolla Colombia, Paola y Paysandú y tres peruanas. A través de una transferencia manual de polen, similar al trabajo de una abeja, se obtuvieron 15 combinaciones genéticas, cada una sembrada y analizada por separado.

Los resultados sorprendieron al equipo:

  • Un aumento del 30 % en rendimiento respecto a las variedades originales.
  • Hasta 48 días sin brotar, más del doble de lo habitual en la papa criolla.

Esto se traduce en tubérculos que conservan mejor su aspecto, se deshidratan menos y pueden comercializarse durante más tiempo. “Los tubérculos sin este cruce se arrugan y pierden calidad para el consumidor”, señaló Castro.

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No son transgénicos, sino mejoramiento tradicional

Los investigadores aclaran que no se trata de organismos modificados genéticamente. Todo el proceso se basa en reproducción natural controlada, dirigida a resaltar características favorables ya presentes en cada variedad. El objetivo final: una papa criolla más resistente, rentable y competitiva, capaz de responder a las necesidades de productores y consumidores.

Foto: Freepik y Pixabay compocisión

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