Mercado persa se apoderó del puente de San Mateo en Soacha

El puente peatonal de San Mateo se está muriendo y su razón de ser se perdió. Vendedores de comida chatarra, películas piratas, afiches, pomadas, ropa interior, frutas, verduras y el bullicio propio de una plaza de mercado lo convirtieron en un lugar inseguro y lejos de ser el sitio ideal para ingresar a una estación de Transmilenio.


Puente-peatonal-San_Mateo-Soacha
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La imponente estructura que se construyó para evitar altas congestiones de público al ingresar a la estación del sistema de transporte, fue tomada poco a poco por mafias de vendedores ambulantes con el visto bueno de las autoridades municipales, ya que no fueron capaces de controlar la estadía de quienes le arrebataron el espacio público a todos.

“Esto es una vergüenza, creo que tiene más orden la plaza de mercado que este puente. Ya uno no puede pasar y le toca esquivar tanta mercancía exhibida en el piso para poder ingresar o salir”, dijo Mateo García, residente en comuna dos.

“Aquí se refleja lo que las autoridades de Soacha hacen, es decir, nada. No es posible que hayan dejado invadir el puente con tanto vendedor; esto simplemente es negligencia, complicidad y cinismo”, agregó Luz Mary Hernández, habitante del barrio Camilo Torres.

Y es que pasar el puente de San Mateo es una locura, es el reflejo del desorden y la falta de autoridad, es un paso que representa pobreza, ausencia de cultura e inseguridad, pero también el poder de las mafias que manejan las ventas en las calles del país.

Detenerse al pasar el puente de San Mateo es observar todo lo contrario a la norma, la cultura y el orden. Afiches de todo tipo, piratería por doquier, perfumes baratos, agua para la buena suerte, purgantes, venenos para pulgas y hasta hechizos, entre muchos otros. Pero en la parte baja esa oferta de productos se incrementa: chorizos, arepas, chunchullo, perros calientes, hamburguesas, pinchos, tinto, aromática y toda clase de bebidas, sumado a la cantidad de mercado de plaza que ahora se ofrece.

Es un desorden total que nadie controla porque a la Alcaldía y a la Policía parece que el tema no les interesa. “Uno ve a los mismos policías y funcionarios de la administración comprando en estos puestos, entonces qué podemos esperar?”, preguntó Yineth Camila Chacón, residente en la comuna cinco de Soacha.

En el común de las personas se pensaría que los que venden lo hacen por necesidad y porque el puesto representa el sustento para sus hogares, pero muchos de ellos le trabajan a sus patrones por un salario de 15 o 20 mil pesos diarios.

Nadie sabe a ciencia cierta cuánto dinero se mueve en este mercado persa, pero un rápido sondeo sirvió para determinar que las ventas diarias por puesto están entre los 30 y 80 mil pesos, incluso hay días que para algunos sube a $100.000. Esto puede ser mucho o poco, dependiendo de la inversión y del producto que se venda, pero significa que las ventas ambulantes mueven demasiado dinero en Soacha y que las autoridades deben controlar, no por las ganancias que genera, sino por el daño que origina a la imagen de la ciudad, al orden y al espacio público mismo, que se hizo fue para el deleite de todos.

El reto sigue siendo para las autoridades de Soacha, especialmente para la Secretaría de Gobierno y la Policía con el fin de que tomen medidas urgentes frente a este tema. Una tarea que debieron cumplir hace bastante tiempo, pero que hasta ahora no muestra resultados.

El espacio público es de todos, no de unos pocos, y más en una ciudad que carece de parques, alamedas, ciclorutas y amplios andenes para caminar.

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