¿Qué pasa por la cabeza de las juventudes en Suacha, mientras las nuevas generaciones que vienen como parte de la tradición cierran los escenarios de participación?

¿Qué pasa por nuestra cabeza? mientras jugamos a juntarnos y separarnos, mientras buscamos aglutinar y luego caemos en la diáspora de la discusión sin escucharnos, mientras nos pudimos encontrar en sueños de cambio de las realidades en Suacha y luego nos devanamos ante los espacios que visitábamos juntos, más allá de nuestra cotidianidad, nos están archivando para el olvido.


¡Sí claro!, nos están archivando en la historia. Si el lector me pregunta cómo veo el escenario de los jóvenes en Suacha, respondo fácilmente que estamos jugando como niños que no han aprendido a compartir el juguete, pero vivimos en el mismo barrio. Volvemos a los procesos cíclicos, se repiten las discusiones en la historia y no vemos que el proceso de las mayorías tenga la posibilidad de gobernar.

¿Que no lo cree así?, ¿qué por qué lo digo?

Mire usted, mientras el gobierno establecido, el gobierno legalizado a punta de votos sumados a las malas en las pasadas elecciones, tiene a su kínder tomando algunas pocas decisiones sobre Suacha, poniéndolo de frente con lo que puede ser la posibilidad de dar algunas soluciones, sin obtener resultados convincentes y estructurales, las otras juventudes, las del resto del municipio, queremos hacer tantas cosas por cambiar la realidad del municipio pero nos enredamos en los escenarios, de hecho son cerrados por la administración y reaccionamos inmediatamente, de diferentes formas, desarticulados, sin comunicarnos y con la creciente sensación de que los mecanismos formales son lo peor para nuestra realidad.

Mire usted, estoy de acuerdo con que los mecanismos formales son lo peor, si a primera vista doy un paseo por la carrera séptima de Suacha un domingo por la tarde y hago el chequeo superficial de las consecuencias que ha arrojado el uso de esos mecanismos formales, entonces me puedo encontrar con las esquinas atiborradas de basura, con los grandes negocios que surgen y sus respectivos andenes atiborrados de más mercancía y más pobreza, con los carros yendo y viniendo llenos de personas que deben movilizarse, junto con los vehículos de modelos descontinuados buscando una carrera para lograr la comida; me puedo encontrar con los buses de servicio público que no caben en las calles y con una entrada al parque con el aspecto más cercano a una manifestación iracunda.

Pero vea, no estoy de acuerdo cuando voy un poco más allá y evidencio que quienes históricamente han hecho uso de esos mecanismos formales han sido los mismos que han sacado a codazos a quienes vienen con visión diferente y limpios de lazos tradicionales, hacen zancadilla a quienes no han querido aceptar plata para doblegar decisiones o a quienes definitivamente no creen en echar mano de todo siempre y cuando puedan llegar al poder. No estoy de acuerdo con usted, los mecanismos formales no han sido los culpables, finalmente nosotros hemos permitido históricamente que los mismos de siempre se sigan repartiendo los escenarios donde es posible lograr un cambio en Suacha.

Entonces, vemos posiciones divergentes, y nos eliminamos en el discurso, y nos eliminamos de la historia, mientras tanto vemos que las nuevas generaciones de la tradición ya tienen a los personajes haciendo carrera para seguir maniqueando a Suacha. Mientras quienes NO vemos como opción aceptar el abrazo de la familia que financia a cambio de los puestos de sus familiares o del líder tradicional que impulsa con sus votos de barrio a cambio de protagonismo en la burocracia local, las nuevas generaciones de esos desastrosos gobernantes locales, ya se vienen empacando en la posibilidad de seguir gobernando. ¿Mientras tanto qué? A sí, claro, la discusión sigue siendo parte de nuestra dignidad política personal, mientras la dignidad de la comunidad suachuna, se sigue negociando con sus nuevas generaciones, comiendo pescado en el comedor de una familia tradicional en algún lugar de Suacha.

¿Cuántas generaciones vienen ya contaminadas? Pensando en que si el amigo alcalde le da un contrato, puede hacer política y masificar su caudal electoral con líderes de su barrio; pensando en apropiar temas de interés ciudadano como personales para satanizar a quienes están en contra o favorecer a quienes no los contraríen (un ejemplo claro de ello a nivel nacional es el tema de la paz, donde de acuerdo a esa lógica quienes no estamos con Santos no queremos la paz para el país); nuevas generaciones que ya vienen caminando detrás del tradicionalismo y se permiten estigmatizar comportamientos para esconder condiciones de desigualdad estructural, como tradicionalmente han aprendido.

Nuevas generaciones que han crecido con los amigos de la política mal hecha en Suacha, escuchando a sus padres decir “es mejor estar adentro que afuera”, viendo como se negocian los cargos en las salas de sus casas, escuchando como se manejan los contratos y los recursos públicos desde el cuarto de sus papás, sin siquiera pensar en denunciar malos manejos; son las generaciones que han crecido esperando su lugar en la fila para entrar y avanzar en los negocios de la tradición, a costa de los recursos del gobierno local de Suacha.

¿Qué pasa por nuestra cabeza cuando guardamos silencio? ¿Esperamos a caso a que golpeen por la ventana de nuestra casa y nos digan que por fin el Sistema se ha derrotado?, ¿Estamos esperando a que nos pregunten en los barrios de Suacha si acaso tenemos una visión de ciudad para el futuro para que nos empujen a las malas para apropiarnos de los mecanismos formales y así evitar que lleguen los que vienen haciendo fila desde sus tradiciones clientelistas?

Identifiquemos el lugar del relevo, históricamente Suacha tiene deudas pendientes con sus habitantes, pero debemos tomar nuestros lugares, no podemos seguir eligiendo al concejal de hace 15 años, no podemos permitir que se decida quién será el Alcalde en una reunión de familia tomando tinto, no podemos permitir que nuestros padres sigan recibiendo los $20.000 el día de las elecciones, debemos reaccionar, y quienes promovamos ese cambio debemos ser las generaciones que NO queremos untarnos de la tradición.

Andrés Jiménez
@laporqueria1

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