Ruido, megalomanía y delfines

Por: Andrés Jiménez

Las más recientes elecciones en Soacha se pueden resumir en tres palabras: ruido, megalomanía y delfines.

Ruido

El ruido es el bombardeo de información que puede influir en la toma de la decisión electoral de la ciudadanía. La inundación obscena de gigantes pendones y vallas sin profundidad en el mensaje, las tormentas de publicidad electoral de calle, pasacalles y afiches coloridos y con fotos ultra procesadas que construyen un personaje consumible.

En casi todas las campañas se escondieron los logos de los partidos políticos que avalaron al candidato o la candidata. En la mayoría de los casos los discursos fueron desordenados, con afirmaciones sin soportes ni metodologías claras de respaldo. Mensajes confusos, públicos exclusivos y cerrados. Tanto ruido permitió que votar bien informado fuera difícil. Mucha demagogia pocos argumentos.

Sobre la situación de Soacha poco se sabe desde el sector público, porque la información se esconde. Para las autoridades locales preguntar sobre cifras o datos es una grosería o un desafío político, por eso de Soacha poco se habla en las campañas. Sobre Soacha y la política la historia es borrosa. No se documenta, poco se discute, poco se investiga.

Ante las abundantes denuncias contra Saldarriaga y sus juguetes en campaña, se presentaba un proyecto traído de los cabellos, alguna inauguración de una obra mal hecha o una foto de Dany alzando un perro o un niño. Poca información confiable sobre la realidad de Soacha circulando, lo que denota manipulación y demagogia; nula pedagogía, poca información útil para ponerla en función del voto programático informado.

De la Soacha que hablaban la candidata y los candidatos tradicionales en la disputa por la alcaldía, no es la Soacha que se habita en la vida diaria del barrio. La gran mayoría de los candidatos y candidata no viven en Soacha. La distancia que existe entre la Soacha que relatan en sus propuestas e ideas de Programas de Gobierno responden más al lugar común que de Soacha ellos mismos o sus familiares han construido en la historia: “La insegura Soacha”, “Soacha la corrupta”, “Soacha la “raizal”, “Soacha la del parque de miles de millones”, “Soacha la del puente de vidrio”, “Soacha la del estatuto tributario y la del predial ramplón”. La Soacha del barrio y del día a día no se relata en sus discursos confusos, y eso se representa claramente en las votaciones de los edilatos.

El objetivo electoral para las personas que vivimos y sentimos Soacha parecía claro: votar por la diferencia. Sin embargo, con los resultados logrados se manifiesta el sesgo ciudadano, el voto que reafirma la tradición: votar por el malo conocido.

No hay una Soacha diferente en la alcaldía ganadora. Es la Soacha competida y hecha a la medida de las maquinarias, la continuidad y el refuerzo del plan de poder en el mediano plazo, la Soacha impostada desde la gobernación.

Elementos para la acción contra el ruido en Soacha:

  • Regular el uso de publicidad de las campañas en espacios públicos, hacer respetar las reglas de juego electoral y no transgredir los limites fijados para la competencia ética en las elecciones.
  • Regular el uso de emblemas y colores institucionales. En las elecciones aplicar regulación local, sanción social y autorregulación de contratistas, funcionarios, directivos y hasta familias de los elegidos y elegidas en los cargos de toma de decisión pública.
  • Regular el acceso a los medios de comunicación locales y departamentales. En un escenario electoral los medios de comunicación se convierten en los constructores de opinión pública. Se deben fortalecer sus capacidades investigativas, sus capacidades de acción con políticas públicas que fortalezcan su independencia; que se logre mantener su criterio y veracidad antes, durante y después de una elección. Ampliar su capacidad de difusión, y activar su rol pedagógico en función de fortalecer el voto programático.
  • Definir autoridades que monitoreen los delitos contra la administración pública en escenarios electorales. Canales de denuncia que permitan documentar y tramitar los hechos transgresores.
  • Reconstruir la memoria de la corrupción en Soacha. Los nombres y apellidos, los delitos cometidos, las investigaciones abiertas, los cargos directivos que se han equivocado no pueden seguir mudándose de campaña en campaña para garantizar “una dirección o un secretaría”, no más manipulación de decisiones partidistas ni búsqueda de contratos a partir de poner en juego los recursos públicos.
  • Pedagogía electoral y de respeto a las instituciones públicas desde el sector público, el sector privado, la academia, la organización social.

Se trata de lograr que algún día la defensa y el respeto de lo público sea una práctica normal en Soacha, hasta desde los procesos electorales.

Megalomanía

O delirio de grandeza, supone una condición mental que permite a quien la padece, elevarse de manera irreal sobre los demás en términos sociales y económicos. Dany Caicedo era el candidato de Saldarriaga. La campaña de Caicedo representa “el delirio de grandeza del delirio de grandeza”.

Dany empezó una campaña para la cual no estaba citado, se bajó de la candidatura a la asamblea y así Saldarriaga se quedó sin ficha para lograr posiciones departamentales. Con la pérdida del aval del Partido Alianza Verde, la estrategia del finquero Saldarriaga se le venia al piso. Sin embargo, Dany posaba tartamudamente como alternativo en videos de campaña reflexionando sobre el cambio, sobre la modernización de Soacha o regocijándose en los avances del cemento del gobierno de su líder político.

Dany no asistía a los debates, se le veía perdido y enredado en las entrevistas de los medios nacionales cuando se trataba de defender frente a las irregularidades, no mantenía la mirada fija cuando daba respuestas en público, se escondía en su camioneta cuando llegaba a una entrevista. Tanta presión por la permanencia en el poder, tanta denuncia por sus actos, tanto escandalo asociado a sus logros académicos y su libreta militar, tantos errores cometidos por el gobierno de Saldarriaga, todas estas cosas en campaña a cualquiera le pueden debilitar.

Sin embargo, se le veía con una sonrisa despreciativa, como disfrutando de la acumulación de poder en su lujosa sede, saboreando su imagen agrandada en cada rincón de Soacha. Esa sonrisa de quien no se manifestó como autoridad ante la masacre en el CAI de San Mateo el 04 de septiembre de 2021, mientras fue Secretario de Gobierno. Esa risa de quien disfruta hacer uso de cantidades exorbitantes de dinero para ser más popular.   

Dany no hacía campaña. No se conoció su propuesta estrella para Soacha, tampoco se le conocía el procedimiento determinado para abordar un problema grave. Su discurso se enfocó en su jefe, era un diálogo entre dos megalómanos. Para Dany no había nada malo en Soacha, porque desde que Saldarriaga era alcalde, todo era mejor, sin datos, sin soportes, sin metodologías.

Mientras tanto Saldarriaga ejecutaba descabelladas cifras de dinero: la mejora de la grama del estadio donde un equipo de fútbol de Valledupar no ganó ningún partido en cinco meses de torneo, pero que sí le costó a Soacha miles de millones de pesos. Saldarriaga también entregó sudaderas color azul Dany Caicedo a abuelos y abuelas soachunas, estrenó una pantalla led en el parque de Soacha, se inventó un puente de vidrio que nadie vio, o regalaba viajes a la costa a los abuelos como voto fijo. Se tomaron la séptima de Soacha de manera grotesca, comerciantes afectados, todas las pocas vías de acceso a Soacha colapsadas, ruido, mucho ruido y bulla, una grotesca cantidad de gorras, chaquetas, camisetas y kits de Dany Caicedo.

La campaña sin campaña de Dany y Saldarriaga solo dejaba un mensaje claro: “tenemos el dinero para hacer lo que nos da la gana”, el problema era que mejorar Soacha no era precisamente lo que les daba la gana. 

Elementos para la acción contra el delirio de grandeza o la megalomanía en Soacha:

  • Las denuncias sobre lo que pasa en Soacha pueden salir de Soacha, de Cundinamarca. Dejar de lado la especulación y documentar el delito para ser denunciado ante las autoridades pertinentes. Se han presentado muy buenos ejercicios de veedores como Jorge Rodríguez, que deben multiplicarse cada vez más.
  • Si los Partidos Políticos logran aplicar la autocrítica, es posible que avalar personajes cuestionados y con delirios de grandeza sea cada vez más difícil, de lo contrario se puede generar un problema en el mediano plazo, Saldarriaga es un claro ejemplo de eso. Las decisiones políticas al interior de los partidos políticos se pueden reflexionar sobre las realidades de Soacha, no sobre las necesidades del personaje y su desesperación de hacer lo que sea por ejercer poder.
  • Los medios de comunicación fortalecidos, la independencia informativa y la aplicación del periodismo investigativo para estimular la participación de líderes de opinión diversos en sus canales y redes sociales, para permitir la construcción de opinión pública sobre los asuntos públicos de Soacha.
  • La educación superior en el municipio con la capacidad de reflexionar críticamente sobre el ejercicio público en Soacha. Es posible aplicar la ética del servicio público, donde no se pongan en tensión dilemas sobre el uso de posiciones dominantes de poder para sacar beneficios personales en escenarios que deberían ser de competencia equitativa para acceder a cargos públicos.  
  • El papel de la educación básica y media es fundamental para poder comprender lo que significa la ética aplicada a los escenarios donde se desenvuelven estudiantes como ciudadanos en potencia. Definitivamente no todo vale.

Demasiado se ha estudiado sobre los sesgos de quienes gobiernan en la toma de decisión pública. Mucho se ha documentado en el mundo sobre los delirios de grandeza en personajes que se han tomado los escenarios públicos para proyectar grandeza y soberbia, ya mucho le ha costado a la humanidad la existencia de dictadores en los gobiernos. Ya es hora de asumir la responsabilidad y aprender de la historia para que no se repita en Soacha.

Delfines

En el juego del sistema político colombiano, los delfines son los políticos herederos de otros políticos. La familia como vehículo para acceder a escenarios de poder público. Su validación política es el apellido y su posición. Conocidos son los casos en los que el poder político de Colombia se ha configurado a partir de esas líneas de trayectoria familiar que hereda, como derecho divino, una curul, un escaño, un cargo, o una entidad pública.

            Al mejor estilo de una serie de Netflix, la campaña por la alcaldía de Soacha también estuvo cruzada por los dilemas familiares del poder local. Intrigas, chismes de sábanas, rompimientos de amistades por asuntos sentimentales intergubernamentales, padres y madres directivas de la alcaldía con sus hijos o hijas de candidatas al concejo, esposos cediendo curules en el concejo a sus esposas, así como políticos viejos con sus hijos de candidatos a la alcaldía o al concejo.

            Papá Caicedo y papá Perico tenían su competencia camuflada. Quizá era culminar el sueño que ellos no lograron: ser los alcaldes de su pueblo. Hoy Soacha, más ciudad que pueblo, tiene dinámicas complejas que, en términos de la democracia y el proceso electoral, implican respetar dinámicas institucionales. Parece que ganaba el que entendiera primero que Soacha es una ciudad.

            El diputado, el ganador de la responsabilidad de ser el administrador público de Soacha, con una campaña tradicional, al mejor estilo del político de pueblo, haciendo alusión a los símbolos del soachuno nacido y con familia arraigada en Soacha, logra hacer todo un despliegue de recursos para posicionarse como es común en este territorio: con vallas, pendones, afiches y saturación de su imagen en el espacio público.

            Logró reunir políticos desgastados y malos administradores, con investigaciones por sus cuestionadas actuaciones mientras ejercieron cargos públicos en la alcaldía, muy pocas casi nulas figuras alternativas y muchos de quienes les debían el favor por algún contrato o nombramiento en Cundinamarca por su alcance como diputado.

            La competencia fue de dinero, tamaño, colores, fotos, apariciones en medios y videos, ya que con los argumentos se reducían a una cosa: continuidad o terminación del legado Saldarriaga. A Julián Perico se le vio en debates, posando con la cordialidad del político con cancha, saludando porque está en campaña, acercándose a la gente, y celebrando cada adhesión de los políticos tradicionales que llegaban a su equipo. A Dany solo se le veía en los enormes pendones.

            Es claro que cada político construye su propia marca. A Dany lo seguirá en su carrera política el responder por varias de las denuncias contra la alcaldía que acaba; le deberá responder en algún momento a las madres víctimas del crimen en el CAI de San Mateo, por la supuesta falsificación de su libreta militar, por la supuesta presión ejercida sobre contratistas de la alcaldía de Soacha para votar por él. Su recuerdo en la administración pública de Soacha es nublado, retorcido, cuestionado. Si acepta curul de oposición en el concejo, se le verá defendiendo el cemento y el vidrio de Saldarriaga. 

El reto que tiene Perico es grande, porque a pesar del tono “Rosado Soacha” de su campaña, era el más conservador de la disputa. Es un alcalde que viene con la experiencia de la asamblea, ha estado presente en las discusiones de varios temas de región, tiene cercanía con el gobernador que llega y era muy cercano al alcalde que sale.

Si bien es el ganador en la competencia entre delfines, el desafío que logró es enorme, porque de él depende desprenderse de las formas tradicionales en Soacha, hasta tomar distancia familiar para demostrar que la formación en temas de gobierno le han dado elementos de juicio suficientes para modernizar un poco los asuntos públicos en Soacha.

Elementos para la toma de distancia de las tradiciones politiqueras en Soacha:

  • Reconocer la oposición en Soacha y construir con nuevos actores en función de un nuevo proyecto de ciudad que supere la Soacha de unos pocos y reconozca las múltiples formas de ser Soacha hoy.
  • Evitar el nombramiento de personas cuestionadas en los cargos públicos de Soacha y construir un equipo de empalme de alto nivel, con talento Soachuno, diverso y joven.
  • No reciclar apellidos, familias desgastadas en la política Soachuna, y no poner en riesgo los recursos públicos de Soacha con el nombramiento de personas sin experiencia o sin la formación idónea para asumir las responsabilidades públicas.
  • Entablar excelentes relaciones con los demás niveles de gobierno para superar el aislamiento de la egolatría que deja el gobierno que acaba.
  • Permitir la participación de Soacha en el escenario regional y metropolitano, con amplitud y diversidad de posturas, reconociendo las personas que habitan y transitan metropolitana y regionalmente a Soacha.
  • Potenciar el ejercicio de los medios de comunicación locales, regulando su actuar, entregando garantías para el ejercicio del periodismo de investigación y la comunicación independiente.

Es un buen momento para construir legado en una nueva ciudad.

Éxitos para Suacha en su gobierno.

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