Tenista Johana Martínez compartió con pequeños del Club Revival de Soacha
La bogotana Johana Martínez, única suramericana en jugar un Gran Slam en Australia, campeona en varios torneos internacionales y primera tenista de Sur América en participar en los Olímpicos de Bejing 2008, estuvo en la tarde de este jueves en las canchas de Lagos de Malibú, comuna dos de Soacha.
Johana fue invitada por el Club de tenis Revival para que compartiera con los pequeños jugadores que semana a semana entrenan en las canchas de polvo de ladrillo de Lagos de Malibú.
“Yo la conocí en Cazuca cuando la invitaron a compartir con los niños de allá. Escuché todo lo que tuvo que pasar para ser campeona; eso me llamó la atención, le conté del proyectó y le dije que llevamos 7 años entrenando a chicos de escasos recursos del municipio, entonces la invité a estas canchas para que contara su historia, compartiera con los chicos y los motivara, incluso jugaron en silla de ruedas para que sientan la limitación y valoren más la vida”, dijo Patricia Merchán, presidenta del Club de tenis Revival de Soacha.
Johana empezó a contar su historia y dijo que nació con parálisis cerebral motora. “Los médicos no se dieron cuenta lo que tenía al nacer, mi mamá dice que permanecía mucho tiempo sentada y no gateaba. Más adelante los médicos dijeron que no podía ir a estudiar, a la universidad, que debía hacerlo en un colegio especial, pero mi madre no veía eso por ningún lado; ella insistió y poco a poco fui saliendo adelante, y ahora soy administradora deportiva y tenista profesional”, dijo Johana.
Poco a poco se fue enamorando del tenis y empezó a practicarlo, al tiempo que veía partidos por televisión de los tenistas famosos de la época, pero todo era como un sueño.
“Los entrenadores me decían que arrastraba la pierna, que dañaba la cancha, y cuando estaba en la pasantía de la universidad quise hacer un proyecto para personas con discapacidad en canotaje, pero nunca se me ocurrió en silla de ruedas. Entonces empecé a investigar y Fabio Padilla me dijo que podía jugar tenis en silla de ruedas, le dije que era imposible, me invitó a Cali y terminé ganando todo, ahí me di cuenta que sí podía”, añadió.
La tenista bogotana decidió jugar en silla de ruedas y su éxito fue tan rápido que escaló posiciones y empezó a representar al país en grandes torneos internacionales. Viajó a Holanda, Australia, China, Canadá y países de Europa, África y Suramérica, entre otros.
Estuvo en Londres 2012 y su última participación internacional fue en los Parapanamericanos de Lima el año pasado, donde jugó lesionada y ganó medalla de plata en dobles. Ahora trabaja para ir al mundial de Portugal este año y espera participar en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.
Esta luchadora incansable estuvo en la tarde del jueves en Soacha contando su historia y compartiendo con los niños del Club Revival, el mismo que inició en 2013 con cinco niños del sector de Lagos de Malibú. “Fuimos creciendo al tiempo que empezamos a promover este deporte. Estamos también haciendo intervención en comuna uno con el proyectó tenis sin límites; al día de hoy tenemos 7 niños federados, 15 en fase intermedia y 10 de iniciación, aunque la cifra varía”, puntualizó la directora del Club, Patricia Merchán.
Entre tanto, el director técnico y encargado de lo táctico en la parte formativa del Club, Wilmer Giovanni Aperador, exaltó la visita de la deportista bogotana y dijo que “la apuesta es que el proyecto siga creciendo y que más chicos tengan la posibilidad de acceder a este deporte con procesos serios y de calidad, y que a futuro podamos contar con un tenista soachuno, formado acá, que utilice nuestros espacios deportivos, y que compita en los grandes eventos”.
El profesor dijo que en Soacha hay potencial para el tenis, “falta es apoyo y la posibilidad de ir a competir; en este momento la limitante no es el talento o las habilidades técnicas, porque las tienen, lo que falta es apoyo económico, ese impulso para pagar inscripciones en los torneos federados y empezar a mostrarlos”, concluyó.
Finalmente, Aperador dijo que “hay una camada de chiquitines de 6, 8 y 12 años que están bien armados y que tienen un proceso un poco más largo. Con ellos podríamos alcanzar esos resultados, pero necesitamos apoyo económico”.
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