Un esqueleto sin sustancia: Reflexiones sobre la Región Metropolitana

Escrito por Natalia Moreno, concejal de Soacha

El análisis de la sesión del consejo regional de la Región Metropolitana celebrada el 14 de agosto deja en evidencia que se trata de un esqueleto de asociatividad sin una estructura sólida para la gobernanza.

La falta de un mecanismo claro de toma de decisiones es preocupante, especialmente en temas de seguridad integral. Aquí se ha generado un debate superficial que evita profundizar en la complejidad de las articulaciones regionales ya existentes. Un ejemplo claro es la Policía Metropolitana de Soacha, que ha operado durante años y ahora enfrenta una confusión administrativa y jerárquica, sin claridad sobre a quién responde en esta nueva estructura.

Este nuevo estamento burocrático parece ser un ejemplo perfecto de «plata malgastada», al crear una institución para coordinar tareas que ya estaban en marcha. En lugar de mejorar la eficiencia, estamos viendo una superposición innecesaria de funciones.

Por otro lado, resulta alarmante cómo el alcalde de Bogotá presenta su insistencia en la inclusión de municipios como Cota y Chía, utilizando la promesa de grandes inversiones en obras de movilidad como anzuelo. Esto es particularmente absurdo, ya que la región ha logrado avances significativos en desarrollo a través de otros mecanismos, sin necesidad de pertenecer a la Región Metropolitana. Además, el director de esta región reconoce que los recursos aún deben ser gestionados, lo que sugiere que estamos ante otro caso de promesas vacías. ¿Acaso no es eso lo que ya hacen los mandatarios locales al buscar recursos para sus propias ciudades? ¿Dónde está entonces la supuesta ventaja de esta asociatividad?

Finalmente, cabe destacar el engañoso discurso sobre la participación ciudadana. Los espacios ofrecidos son meramente consultivos, sin poder vinculante. Es decir, si al alcalde de Bogotá o al gobernador no les parece, la opinión ciudadana simplemente será ignorada. Este es un claro ejemplo de cómo la supuesta «incidencia» en la toma de decisiones es más una fachada que una realidad.

Foto: Natalia Moreno.

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