Un pueblo descarnado
Este texto pretende ser una respuesta a las negativas afirmaciones que profirió el alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa en días pasados cuando de forma altamente despectiva se refirió a nuestro municipio como una “ciudad hueso”, calificativo que es bastante denigrante.
Para nadie es un secreto que Suacha es una ciudad con bastantes dificultades en distintas dimensiones. No obstante, dicho comentario tan mordaz lo dice alguien con mucha autoridad, sí, con autoridad en ser negligente y no comprender los problemas de una ciudad tan compleja como los de Bogotá, alguien que tiene la autoridad en engañar a sus electores con propuestas que no ha llevado a cabo, alguien que tiene autoridad en mentir sobre su perfil profesional a raíz de títulos falsos o no obtenidos, sí, Enrique Peñalosa es una autoridad en esos temas, por eso no es de extrañar que un pronunciamiento de ese talante haya sido expresado por alguien como él.
Así mismo, vale la pena recordarle al señor Enrique Peñalosa que las condiciones en las que se encuentra nuestra Suacha actualmente obedecen a la fuerza centrípeta que la capital ha ejercido sobre ella y sobre la región; nuestro municipio ha percibido los impactos de un crecimiento tan desordenado como el que se ha dado en Bogotá, prácticamente hemos sido adsorbidos, como ocurrió en su momento con los antiguos poblados de: Engativá, Teusaquillo, Suba, Usme, Bosa y Fontibón, los cuales fueron anexados sin condición alguna y que algunos de ellos el día de hoy son localidades con serios problemas de seguridad, infraestructura vial, movilidad, entre otros.
En consonancia pienso que sería una muy mala decisión anexar a Suacha con Bogotá, la capital no podría solventar los problemas de una ciudad tan grande como la nuestra, así que a los suachunos tampoco nos seduce la idea de ser la localidad 21. Quizás la respuesta estaría en la constitución de un área metropolitana, figura administrativa que hace algunos años se planteó, pero que por oscuros intereses se obstruyó desde el congreso de la república.
Por tanto, esa carne que reclama el alcalde de Bogotá de forma depredadora (pues seguramente es así como él piensa el urbanismo y el ordenamiento territorial) creo yo que es una amenaza latente, una advertencia: visión que se ha cernido de manera devastadora sobre el territorio en los últimos años, en desmedro de la población vulnerable y de los ecosistemas. Concepción que ha avasallado con todo lo que hay alrededor. Claramente Peñalosa mostró los dientes de forma muy voraz, que peligro para los pueblos que él denominó como sustancialmente apetitosos por su alta carnosidad.
Suacha ha sido despojada, despellejada, si usamos los términos del alcalde capitalino, por ejemplo, no tenemos una amplia red de vías y un eficiente sistema de transporte, ambos están colapsados a raíz de las dinámicas de sobrepoblamiento que se han dado como resultado de la emigración constante de personas que llegan a residir en las nuevas locaciones habitacionales construidas a gran escala por la industria urbanizadora, teniendo en cuenta que los nuevos habitantes de proyectos urbanísticos a gran escala como Maiporé o Hogares Soacha provienen en su mayoría de Bogotá. De igual forma gran parte de población desplazada llega aquí porque desde la vecina ciudad los redireccionan aquí, dado que en contravía de las políticas de la anterior administración, la actual eliminó varios programas de apoyo social al desplazado y por el contrario los ha marginado, respondiendo al ideal segregacionista de Peñalosa.
Consecuentemente el problema ambiental que sufre nuestro territorio se debe al desarrollo de una ciudad que avanza estrepitosamente sobre el manto verde de su sabana, la que otrora fuera emporio agrícola de la región y quizás del país. Tuvimos que ver como nuestras montañas circundantes fueron destruidas por los efectos de una minería que gira en torno a la industria de construcción bogotana, así como la contaminación de cuencas hídricas por efectos de la misma actividad. En ese sentido también asistimos a la desaparición de gran cantidad de zonas de humedal por el desarrollo de la industria de construcción para recibir todo el influjo migratorio de la capital. Por tal razón, cabe hacerle la aclaración al señor Peñalosa que si Suacha es un “hueso” no fue porque así lo hubiese escogido sino porque fue una decisión impuesta por gobernantes de la misma estirpe de él.
Por último, invito a los lectores a repensarse a Suacha, creo que este tipo de señalamientos algo de bueno dejan y es el despertar de una indignación y una conciencia sobre la gente que vive aquí, la cual se destaca por su fuerza altamente trabajadora. Sobre las bondades que tiene este bello territorio; su cultura, historia y medio ambiente hacen que Suacha para los que la conocemos muy bien no sea un hueso, sino por el contrario sea un territorio de oportunidades que permite construirlo en la crisis, pues es a partir de la misma que han surgido procesos comunitarios de valioso aporte que han transformado en muchos otros ese imaginario negativo que antes se tenía de nuestra ciudad del dios varón.
Por último, estoy a la espera de la respuesta determinante del alcalde Eleazar González en contra de estas declaraciones, quien se supone debe ser uno de los más férreos defensores de nuestro territorio ¿Será que la larga demora se debe a que está adelantando un contundente pronunciamiento producto del fuerte interés por Suacha o, por qué sencillamente priman los intereses partidistas sobre los de un pueblo entero?
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