Una ciudad de espaldas

Nuestro municipio le da la espalda a nuestras colinas y cerros. El Chebá, y el cerro del Esparto y ahora mal denominado «de las dos tetas o las 3 cruces», están en riesgo de inminente desaparición.


En este escrito queremos hacer mención a algo que los Soachunos adoptivos y mucho más los “raizales” se han encargado de olvidar: Las colinas que circundan a Soacha y se ubican en el costado oriental de nuestro municipio, ¿Por qué afirmamos que nos hemos encargado de olvidar? La respuesta es muy sencilla, porque no tenemos sentido de pertenencia por lo nuestro y poco nos interesa, porque los habitantes de la población han estado inmersos en otras problemáticas que tienen que ver exclusivamente con el aspecto urbano y su infraestructura. En estos importantes motivos que obedecen a la historia local no nos detendremos, los examinaremos con más atención en otra oportunidad, debido a que el interés central de este escrito es otro.

En el municipio parece que hemos olvidado la importancia de cuidar el medio ambiente y en específico los recursos naturales, hemos olvidado crear sentido de identidad y de pertenencia por nuestro territorio. Muchos dicen saber de historia municipal y trabajar por la cultura, pero les hacemos la pregunta ¿acaso una colina, un bosque, una laguna o una vieja casona olvidada no podrían ser sanos sitios de esparcimiento, de encuentro y de interés cultural, o estar conjugados íntimamente con la historia local? Bueno este sería un buen interrogante para aquellos que dicen estar interesados en el “rescate” de nuestra historia e identidad.

Volviendo al tema en cuestión, en Suacha, (como bien debería llamarse), ha sido tradicional la explotación minera de forma artesanal para la fabricación de ladrillos como extracción de arenas y recebos para la construcción, el impacto minero se incrementó en Soacha desde hace varias décadas, es decir, se ha vuelto una empresa a gran escala que ha dejado inmensos estragos ambientales en los lugares donde ha hecho presencia esta actividad en nuestro territorio, estas franquicias están amputando de manera constante las colinas que hacen parte integrante de nuestro paisaje.

Muchos se preguntaran ¿qué tiene que ver que exploten la colina con la identidad, la historia y la cultura? Bueno, pues en el costado oriental, específicamente en la vereda Panamá (sí es que a este lugar todavía se le podría categorizar como una vereda, preferiríamos llamarle el socavón, pues la vereda responde a otra dinámicas sociales que tienen que ver con la agricultura como con el campesinado, y en este espacio parece que tanto la actividad agrícola como la figura del campesino han desaparecido) se ubica la colina denominada Chebá, probablemente el nombre provenga de etimología muisca y evoque algún significado, seguramente para los antiguos habitantes de este territorio esta colina tendría otra representación y otro imaginario, pues para ellos las montañas o cerros eran lugares para frecuentar constantemente, para realizar diversas actividades bien sea de pagamento, adoración u otros ritos sagrados, por eso esta colina y sus cerros cercanos tienen una representación altamente simbólica que bien serviría para la reconstrucción de nuestra historia, sería interesante investigar qué significado tiene este nombre y si se ha mantenido desde lejanas épocas.

En inmediaciones de Chebá se encuentra un gran legado de pictogramas que de igual manera están en vía de extinción por la explotación del terreno, la colina seguramente ha presenciado infinidad de acontecimientos en las diferentes épocas que han sido transversales en nuestro territorio, pero hoy lastimosamente esta presenciado su inminente destrucción.

Hasta hace poco no sabíamos que esta colina se llamaba así, probablemente este desconocimiento se debe a la falta de sentido de apropiación por estos lugares, y es por esto que se olvidan los nombres y sus connotaciones, por eso, sí a la mayoría de los que habitan este territorio les preguntaran por el nombre de ese lugar no lo sabrían, porque no interesa crear una relación o una pertenencia hacia lo que no conocemos y mas con un lugar que a la vista se ve en pleno deterioro. Muchos pensamos que esta siempre ha estado así y que deberá seguirlo estando, pero es porque no somos consientes de lo que estamos perdiendo, porque Chebá y sus inmediaciones tienen en sí mismas huellas o registros de nuestros antepasados, ellos, identificaron el verdadero valor de estos lugares para la conformación de su identidad, la cual estuvo basada en la relación con la naturaleza, situación que difiere mucho al valor que se le otorga hoy a esos mismos lugares, un valor que se encuentra marcado por la extracción minera y el aprovechamiento económico de los cerros mediante su explotación.

Ahora, el otro cuestionamiento es: ¿Los soachunos qué hacemos para detener esto? La respuesta también es sencilla: nada, ninguna acción se hace para defender esta colina al igual que otros lugares en el territorio, los cuales son de alta importancia para la construcción de nuestra memoria; por eso resulta difícil creer a los que se ubican en los puestos burocráticos de la esfera local, que en verdad se trabaje en pro de la cultura, de la historia y mejor aun de la preservación de estos lugares. Pasan los años y todos somos testigos de cómo paulatinamente van desapareciendo estos sitios, porque preferimos quedarnos expectantes.

Indudablemente ese gigante desde tiempos inmemorables ha sido observante de miles de amaneceres y atardeceres, ha sido espectador del transcurrir diario del pueblecito para convertirse en una abrumadora “ciudad”, ha sido íntimo testigo de nuestra historia, pero ese gigante poco a poco pierde su magnificencia y el destino que le depara, al igual que sus colinas y cerros vecinos, es convertirse en polvo, y con esto último, también se verá borrada parte de nuestra cultura, por lo tanto se hará más complejo constituir nuestra historia.
Es difícil pensar que en el municipio exista una política de la preservación, por lo tanto estamos llamados a crear tejido social en torno a la conservación de estos lugares, que podrían ser valiosos al momento de construir una cultura, una historia, es decir una identidad. Ojalá dejemos de darle la espalda a Chebá, retomando el ejemplo que ilustraba un profesor de otro territorio no muy distante, el sentido de construcción y organización de las ciudades va en dirección contraria a las montañas, cerros o colinas, sin importar lo que le ocurra a ellas, una clara muestra es de lo que hemos venido hablando, si algún día nos fijamos con detenimiento, observáremos que nuestro municipio le da la espalda a nuestras colinas y cerros, al Chebá, al cerro del Esparto ahora mal llamado de las dos tetas o las 3 cruces, y que por tal desinterés se encuentran en el estado actual, con cráteres, con sus laderas explotadas o fragmentadas, es decir riesgo de inminente desaparición.

En este país no es nuevo que le demos la espalda a lo que no nos interesa o no nos conviene recordar, así siempre nos lo han enseñado. En este municipio la mayoría de la población (salvo algunas personas y colectivos) miran únicamente los problemas de seguridad, de infraestructura, entre otros, fenómenos muy graves por cierto, pero nunca se ve más allá de las cosas materiales o inmediatas, nunca queremos voltear nuestro rostro hacia atrás, porque no deseamos ver el problema ,y, sí lo hiciéramos seguramente veríamos la grave dificultad que tenemos al ver la depredación voraz de nuestros cerros o colinas, lugares en los cuales reposa mucha de nuestra memoria local y por ahí mismo la oportunidad de reafirmar nuestra identidad, ojala un día volviéramos nuestras miradas hacia Chebá, porque así no estaríamos “de espaldas” con nuestra historia, con nuestro medio ambiente, con nuestro territorio.

Siga a Periodismo Público en Google News. Suscríbase a nuestro canal de Whatsapp