Vendedores ambulantes se apoderaron del puente de San Mateo en Soacha

Es evidente que los vendedores ambulantes le están ganando la batalla a la administración municipal de Soacha en el tema de espacio público. Solo por mencionar un ejemplo, el puente peatonal de San Mateo se convirtió en una plaza de mercado donde se encuentra comida chatarra, afiches, películas piratas, pomadas, frutas, verduras, ropa y ladrones que se camuflan dentro de la gente para robar a quienes ingresan o salen de la estación de Transmilenio.


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El puente peatonal, que se construyó para evitar altas congestiones de público al ingresar a la estación del sistema de transporte, fue tomado poco a poco por mafias de vendedores ambulantes con el visto bueno de las autoridades municipales, ya que no fueron capaces de controlar la estadía de quienes le arrebataron el espacio público a todos.

“Lo que uno ve es que a la alcaldía le quedó grande controlar a los vendedores, porque la exagerada invasión al espacio público no es sólo acá; miremos los otros puentes, la 13, la 15, Compartir, Quintanares, Ciudad Verde, Parque Campestre, la 30, en fin, por donde se mire, hay vendedores en el espacio público”, dijo Rosalbina Cuervo, residente en la comuna cinco de Soacha.

“No es posible que hayan dejado invadir el puente con tanto vendedor; esto simplemente es negligencia, complicidad y cinismo”, agregó Luz Mary Hernández, habitante del barrio Camilo Torres.

Para quienes utilizan el puente a diario, pasar por esta amplia estructura es una locura, porque es el reflejo del desorden y la falta de autoridad, es un paso que representa pobreza, ausencia de cultura e inseguridad, pero también el poder de las mafias que manejan las ventas en las calles del país.

Detenerse al pasar el puente de San Mateo es observar todo lo contrario a la norma, la cultura y el orden. Afiches de todo tipo, piratería por doquier, perfumes baratos, agua para la buena suerte, purgantes, venenos para pulgas y hasta hechizos, entre muchos otros. Pero en la parte baja esa oferta de productos se incrementa: chorizos, arepas, chunchullo, perros calientes, hamburguesas, pinchos, tinto, aromática y toda clase de bebidas, sumado a la cantidad de mercado de plaza que ahora se ofrece.

Es un desorden total que nadie controla porque a la Alcaldía y a la Policía parece que el tema no les interesa. “Uno ve a los mismos policías y funcionarios de la administración comprando en estos puestos, entonces qué podemos esperar?”, preguntó Yineth Chacón, residente en la comuna cinco de Soacha.

Algunas personas pensarían que los que venden lo hacen por necesidad y porque el puesto representa el sustento para sus hogares, pero muchos de ellos le trabajan a otras personas por un salario de 15 o 20 mil pesos diarios.

El reto sigue siendo para las autoridades de Soacha, especialmente para la Secretaría de Gobierno y la Policía con el fin de que tomen medidas urgentes frente a este tema. Una tarea que debieron cumplir hace bastante tiempo, pero que hasta ahora no muestra resultados.

El espacio público es de todos, no de unos pocos, y más en una ciudad que carece de parques, alamedas, ciclorutas y amplios andenes para caminar y disfrutar en familia.

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