[Opinión] Sixta Pontón Piedrahíta: natal de Soacha, quien fue primera dama de la nación
Por William Marlon López
Comenzamos por señalar un hecho, el calendario marca agosto de 2025 y Colombia respira un aire político agitado. Una época para recordar que Soacha vio nacer a una primera dama de la nación.
El año preelectoral ha comenzado temprano, con una baraja de nombres tan amplia como diversa: veintiocho aspirantes formales respaldados por partidos, coaliciones o grupos significativos de ciudadanos y una lista aún más extensa de precandidatos que, sin inscripción oficial, ya han lanzado sus nombres al ruedo. En este mosaico, conviven perfiles de las ciencias exactas, ingenierías y medicina, con los de las ciencias sociales, el derecho, la economía y las artes.
Las cifras hablan por sí solas: Bogotá concentra nueve precandidatos, Medellín cinco. La costa Caribe aporta seis, el Cauca tres, Cundinamarca dos y Antioquia uno. Un mapa político que revela, casi sin disimulo, la hegemonía de las grandes ciudades y del eje centro–noroccidental sobre las regiones sur y oriental. Y, como ha ocurrido tantas veces, la agenda electoral parece inclinarse hacia los asuntos urbanos, industriales e infraestructurales, relegando las problemáticas rurales y amazónicas a un discreto segundo plano.
Hace más de siglo y medio, en 1852, esa Colombia rural era todavía la norma. Soacha no era entonces la ciudad bulliciosa que conocemos, sino un apacible asentamiento de herencia indígena y huella colonial, hecho de haciendas dispersas, cultivos y caminos de tierra. Integrada al Estado Soberano de Cundinamarca, su vida giraba en torno a la parroquia de San Bernardino, donde se cruzaban los destinos de las familias principales.
Fue en ese entorno donde, el 30 de diciembre de 1814, vino al mundo Sixta Pontón Piedrahíta(1), hija de Mariano Pontón Vargas, próspero terrateniente, y de Francisca Piedrahíta. Desde joven, Sixta brilló en las tertulias, actos religiosos y encuentros sociales donde se mezclaban liberales y conservadores. Su familia, respetada e influyente, mantenía lazos políticos y económicos que trascendían las fronteras del pequeño pueblo.
En uno de esos encuentros, el destino la cruzó con Francisco de Paula Santander, prócer de la independencia, vicepresidente de la Gran Colombia y presidente de la Nueva Granada. El romance floreció y, el 15 de febrero de 1836, se unieron en matrimonio en la iglesia de San Bernardino de Soacha. Tuvieron tres hijos, y durante el segundo gobierno de Santander (1832–1837), Sixta ejerció como primera dama, aportando su discreta pero decisiva influencia en la vida política y social de la capital.
La historia, sin embargo, le guardaba un episodio aún más singular. Tras la muerte de Santander, Sixta siguió siendo figura relevante en la joven república. Tanto, que en las elecciones de 1852 su nombre fue propuesto para la presidencia de la nación. De haber prosperado la candidatura, habría hecho historia como la primera mujer presidenta del mundo, adelantándose en más de un siglo a los tiempos. Finalmente, el elegido fue José Hilario López, y su postulación quedó como un hecho casi legendario, símbolo temprano de la aspiración femenina a la igualdad política.
Hoy, cuando Colombia ha visto llegar a Francia Márquez a la vicepresidencia, el eco de aquel gesto visionario nos recuerda que, mucho antes de que el derecho al voto fuera reconocido para las mujeres, una dama nacida en un pequeño pueblo cundinamarqués ya se había asomado a las puertas del poder.
Foto portada y fuente (1): Sixta Pontón de Santander – Wikipedia, la enciclopedia libre
Nota escrita por William Marlon López Silva – serviasesori@yahoo.es

William Marlon López Silva – serviasesori@yahoo.es
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