Ocultar lo evidente…
Muy fácil resulta descalificar las expresiones populares que se están viviendo en Colombia. Intelectuales, periodistas, y gobernantes intentan ignorar la situación mientras en sus cómodos sillones no se desprenden de las redes sociales, la única información en que la gente cree cansada de la parcialidad y sesgo de los medios de comunicación tradicionales.
La magnitud de la violencia es un síntoma de lo que se está viviendo y no se puede esconder bajo la simple expresión “actos vandálicos” reprochables por cierto. El descontento social cohibido se hace evidente, más aún en una sociedad que no estaba acostumbrada a protestar masivamente salvo eventos muy puntuales que no hacen eco en los sectores que no se sienten representados.
Esta vez ha sido diferente. El “paro agrario” descalificado por el Presidente de la República unió y unificó bajo una sola voz todos los descontentos, todos ellos quedaron cobijados bajo un símbolo que legitima su protesta. Uno muy querido por todos los colombianos; nuestros campesinos. Como dijera alguien por ahí: “somos agro descendientes…”. Con torpeza y arrogancia el gobernante transformó un hecho puntual en una coyuntura que crece a nivel nacional.
Cientos de eventos en muchas ciudades y pueblos del país no se pueden tapar con un dedo, y de hecho, cientos de JÓVENES actuando por su cuenta, sin líderes, espontánea, febrilmente son un síntoma de la percepción y sentimientos encontrados de una generación que no se siente arte ni parte de una sociedad que solo la descalifica. Vale más de un análisis de los expertos sociales que no quieren hacerlo y andan escondidos, mudos….mudos. Las únicas voces reputadas para “examinar la situación”, son las de los mismos entrevistados de siempre por los de siempre en las emisoras de siempre: senadores, ministros y autoridades, que entre todos se relamen. Los nuevos “sabios sociales”.
Vandalismo, sí, violencia, sí…lamentable y triste, que para agregarle otro ingrediente se incrementa ante esa imagen ultra negativa que la gente rechaza y se convierte en un círculo vicioso: el ESMAD. Es lamentable que la misión de la policía se pierda en esa armadura negra que infunde a la vez odio y miedo (bajo la cual por cierto, también se encuentran otros jóvenes). Documentados por cientos sus excesos, se convirtieron en la “solución” para tan compleja situación para un gobernante enfrascado en sus “utopías” de afán electoral y mientras tanto en ese “campo de batalla” que siempre ha sido Colombia ahora se incluyen otros actores: policías vs ciudadanos: al fin y al cabo colombianos contra colombianos. No se puede ocultar lo evidente ¿…no se han dado cuenta?
Crónicas de Soacha
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