Libertad de expresión vs libertinaje de agredir
Resulta preocupante para los medios de comunicación que cada vez que se avecina una elección popular aparecen ‘sabiondos’ que manifiestan saberlo todo y se atreven incluso a exigirle airadamente a los periodistas que escriban lo que ellos quieren leer, o cuando hacen un comentario hiriente y ofensivo, y este es filtrado, se molestan y reclaman a gritos que la libertad de expresión debe respetarse.
Permítanme recordarles, apreciados lectores, que si bien es cierto la libertad de expresión es una condición necesaria para que el ser humano exprese y difunda su pensamiento y opiniones, y que para el caso de nuestro país está contemplada en el artículo 20 de la Constitución política y a nivel mundial en el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, hay algo que se le olvida a la mayor parte: la famosa responsabilidad social.
Resulta fácil utilizar un medio de comunicación como Periodismo Público para agredir y ofender sin piedad, teniendo en cuenta que los medios virtuales cuentan con herramientas que permiten al lector expresarse y aportar al desarrollo informativo, y por ende a la dinámica diaria de la noticia. Pero esto último es justo lo que NO entienden unos pocos.
Tal vez resulta infructuoso luchar contra mentes perversas y llenas de rencor y odio, porque desde hace cerca de cinco años, cuando nació en Soacha este medio de comunicación, se ha venido insistiendo en el respeto por el pensamiento ajeno, por las ideologías contrarias y por la forma de hacer política de nuestros ‘opositores’. Sin embargo, cada que hay elecciones se repite la historia: Aparecen escritos y comentarios agresivos, groseros, irrespetuosos, con palabras llenas de odio y envidia, frases que hieren y hacen daño, y que en nada aportan al desarrollo y crecimiento de la ciudad y el departamento. Lo contrario, se toman la molestia de escribir y sacar tiempo únicamente para dejar fluir esos sentimientos de rabia hacia sus opositores políticos, con el agravante que son firmados por hombres y mujeres identificados con seudónimos, nunca con nombres propios, para al menos reconocer que tuvieron el valor de poner su nombre en semejante escrito.
Pareciera que el llamado que hacemos desde el medio no causara efecto alguno en esas personas que sólo se dedican a hacer daño. Pareciera que no les importara las consecuencias de sus escritos y que en vez de avanzar y aportar al desarrollo de una sociedad, sólo les interesara insistir en hacer daño y disfrutar con sevicia lo que hacen.
No entiendo, como director del medio, cómo podemos hablar de un cambio en Soacha y Cundinamarca, cuando muchos de sus líderes y habitantes se resisten a entrar en esa nueva dinámica que permite debatir con altura, con respeto, con ideas, utilizando la razón y dejando los sentimientos de rabia, odio y rencor a un lado. No podrá haber desarrollo si los habitantes y dirigentes de un pueblo se enfrascan en luchas dañinas que estancan los procesos, si se insiste en hacer daño y no respetar las ideas del otro, si para ganarle a mi opositor utilizo herramientas agresivas y bajas, y si soy incapaz de eliminar la cólera, el enojo, la ira, la exasperación y el resentimiento que llevo por dentro.
Muy difícil resulta reconocer nuestros errores y demasiado fácil descubrir los de los demás. Fácil es señalar y bien difícil aceptar, y qué fácil reclamar pero más difícil aportar. Y la respuesta de lo anterior es sencilla. Nos acostumbramos sólo a pedir, a exigir nuestros derechos, a manifestarnos únicamente cuando queremos algo, pero se nos olvidó que los deberes también existen, y en esa cadena están los valores como el respeto, la cordialidad, la responsabilidad y la buena conducta, entre otros.
Podría continuar y seguir recordando un poco la cátedra de los valores, pero no quiero dejar escapar los efectos que tienen esos comentarios sobre el medio de comunicación. He recibido correos amenazantes, insultantes, agresivos y groseros desde todo punto de vista, enviados por personas que rechazan la filtración de algunos comentarios que se hacen en el portal de noticias www.periodismopublico.com.
Para ellos, para los mismos que reclaman la libertad de expresión, les recuerdo que el medio no puede ser tan irresponsable de permitir que aquellos resentidos y mal educados (que son unos pocos), utilicen la herramienta comentarios para hacer de las suyas, para agredir sin piedad, para maltratar el lenguaje y para herir a quienes hacen política y quieren aportar al desarrollo de la sociedad. Precisamente para eso es la tecnología. Periodismo Público utiliza un sistema de filtros que evita que se presenten situaciones bochornosas que dejen en entredicho el nombre y la buena reputación de los ciudadanos; el sistema tiene esas posibilidades, aunque en algunas ocasiones los filtros no actúan al instante, dependiendo de las palabras utilizadas por quien realiza el escrito, por esto es que muchas veces aparecen hasta por varias horas ciertos comentarios malintencionados y luego desaparecen.
Lo anterior significa que cada vez que alguien escriba palabras soeces, frases hirientes, párrafos llenos de odio y rencor, estarán expuestos a ser filtrados por el sistema. En caso de aparecer, no durarán mucho publicados porque la plataforma de este medio está programada para evitar esa clase de escritos. Y claro, si ese agresor ve su publicación y al cabo de un par de horas desaparece, la primera reacción es emprenderla contra el medio, generalmente contra su director, reclamando libertad de expresión y el derecho a participar, pero lo que olvida es que esa libertad que reclama, debe hacerse con responsabilidad social.
La invitación entonces es a evitar la agresión, a debatir con altura, con respeto, con ideas y argumentos. De eso se trata el debate y por eso este medio lo permite. No creería que a usted, amigo agresor, le gustara que eso que hoy escribe en contra de su ‘adversario’, alguien se lo escriba mañana. Simplemente piense que las cosas se pueden decir, tal y como son, pero sin menospreciar ni agredir al otro.
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