La estación de San Mateo
La estación de San Mateo es quizá el punto del municipio con más tránsito peatonal. Personalmente, soy de la creencia de que está cambiando a Soacha, y la seguirá cambiando. La oportunidad de transportarse a Bogotá en 28 minutos o menos, es gratificante.
También soy de la opinión de que la respuesta a la necesidad de movilidad en primera instancia desbordó toda expectativa. La estación es pequeña en espacio físico para la demanda. Es incómoda. No hay suficientes rutas; las frecuencias son demasiado bajas. No se ha podido entender que esta estación es tal vez la más importante de Transmilenio en cuanto al potencial de usuarios.
¿Cuántos habitantes tiene Soacha? Tal vez sea una de las grandes incógnitas que tiene este país, consagrado al Sagrado Corazón de Jesús. Ahora lo entiendo. La página oficial habla de 398.298 en el 2005, el DANE, de 455.992; en otra parte de la misma página se dice que tiene 452.000. Si no sabemos cuántos y quiénes somos, no alcanzo a dilucidar cómo planearán nuestra Soacha del futuro. Como decía un amigo: “un sudor frío perla mi espalda”. Los datos fueron construidos con el censo del 2005; no se pensaba en Ciudad Verde, que informa en su página oficial sobre 49.500 soluciones de vivienda a un promedio de 3,8 habitantes por unidad habitacional. Serían 188.100 habitantes. Sumados a los anteriores, estaríamos hablando de casi 600.000 personas. Algunos hablan de cifras mayores, personas residentes del municipio sin tener unas autoridades administradoras sin conciencia de su existencia.
La consecuencia de no saber quiénes somos es más evidente en la estación San Mateo, una estación construida como para un barrio residencial, más o menos activo. La estación, o es muy pequeña, o hay demasiada gente empleándola; cualquiera que sea la respuesta, la realidad es que es insuficiente. Es la misma clase de respuesta que tenemos para los retos sociales y de infraestructura por parte de las autoridades municipales y nacionales. Son respuestas tímidas, escasamente paliativas, que no se compaginan con las necesidades reales en educación, en infraestructura, en salud.
Unido a lo anterior: no colaboramos. Queremos entrar de primeros al bus así hayamos llegado de últimos. Colarse en esas filas es ofensivo, es hacer trampa. Después criticamos las administraciones tramposas y nosotros somos iguales guardadas las proporciones. Todos hablan de políticos corruptos, pero ellos son el reflejo de nuestros valores sociales e individuales.
El nombre para la estación “San Mateo” es concordante. Está trágicamente adecuada. Es un martirio, pero también una necesidad. Tenemos que aprender a usarla. Es una invitación a la Policía Nacional para que nos enseñe a hacer fila, a entrar en los buses con cuidado. No ha habido más accidentes simplemente porque somos el país del Sagrado Corazón de Jesús… Y San Mateo es uno de sus mártires…
Siga a Periodismo Público en Google News. Suscríbase a nuestro canal de Whatsapp