¿Son las elecciones sinónimo de democracia?
Las elecciones en Colombia son, al contrario de lo que pregona la gran prensa, los politiqueros y mucho ciudadano despistado, el certamen más antidemocrático, corrupto y engañoso del sainete nacional. En palabras del Ex Procurador General de la Nación EDGARDO MAYA VILLAZON, “las elecciones en Colombia se las roban antes, durante y después del día de elecciones” y Soacha, por supuesto, no es la excepción. Más bien como era de esperarse de un municipio considerado una ¨bomba social´¨, una verdadera caldera del diablo, que condensa toda la miseria nacional, en términos de desplazamiento, pobreza, reinsertados, y violencia, tenemos el dudoso honor de ser considerados como uno de los municipios más corruptos del país, desde las elecciones hasta la práctica diaria de la administración municipal.
Las primeras causas del infortunio municipal, son las políticas nacionales de subdesarrollo y atraso, léase neoliberalismo, promovidas desde los organismos económicos internacionales y agencias en el país desde el poder central, una clase antipatriótica y vendida a los intereses del capital financiero a cambio de las migajas que caen de la mesa del gran festín del despojo de nuestros recursos naturales y humanos, que aplican a rajatabla a nuestro pueblo todas las medidas que relegan el desarrollo nacional a intereses de multinacionales y de otros países, convirtiendo derechos en mercancías, verbigracia la privatización de la salud, la educación, la apertura económica, la firma de los Tratados de Libre Comercio (TLC), las cooperativas de trabajo asociado, y que hacen, para colmo del cinismo, todo lo posible por convencernos que nuestro país se desarrollará aplicando fórmulas económicas ya probadamente fracasadas en el pasado y en el presente, basadas en la extracción primaria, la agricultura dependiente, las importaciones y las exportaciones, descuidando el verdadero motor del desarrollo económico mundial de las naciones, como es el fortalecimiento del mercado interno y la producción de bienes con valor agregado.
En Soacha, la aplicación práctica de estas medidas estatales se puede constatar fácilmente de muchas maneras, por ejemplo en la desindustrialización del otrora “Emporio Industrial”; en la desaparición de los grandes cultivos de cereales de nuestras tierras y la subutilización de la ruralidad; en la privatización de servicios públicos como el aseo y el alumbrado público; en las diferentes modalidades de privatización de la educación, llámese convenios o concesiones; en el pésimo servicio de salud prestado, consecuencia de la llamada Ley 100; en la mega urbanización del municipio, que favorece únicamente a los poseedores de la tierra y al capital financiero; en la migración de desplazados por la violencia hacia los cinturones de miseria que circundan la ciudad y las consecuencias sociales de esta y mucho males más, derivados del sistema criminal que gobierna nuestro país.
En segundo lugar, y como aditamento necesario para el dominio desde lo local de la población, mafias electorales locales que mal gobiernan la ciudad como verdaderos conciertos para delinquir, soportadas en el clientelismo, el asistencialismo y en la compra directa del voto, desangrando las ya de por si exiguas finanzas publicas, basados en la miseria extrema que pulula en nuestro municipio, e implementando las inicuas políticas privatizadoras, o respaldando los negocios de los especuladores de la tierra y del capital financiero que impuso el uribo-santismo en nuestro terruño, produciendo de paso una gran destrucción ambiental y un deterioro de la ya de por si pésima calidad de vida de los actuales y futuros residentes de Soacha.
En tercer lugar, la cercanía por el suroccidente a la gran metrópoli, Bogotá nos convierte de por sí en su gran patio trasero, y en solucionador de sus problemas, amén de albergue de cientos de miles de trabajadores que carecen por completo de identidad con Soacha, así como de proveedor de materiales para las grandes obras de infraestructura y construcción que demanda la gran ciudad a costillas de la depredación ambiental de Soacha y de la salud de muchos de sus habitantes más vulnerables. Problema agravado por la falta de un liderazgo fuerte y legítimo que defienda los intereses de las mayorías, ante todos los estamentos económicos, estatales y distritales de la nación, con altura, profesionalismo y dignidad.
La escena política electoral local con miras a las elecciones del próximo 30 de Octubre, no podía ser peor, con contadas excepciones, si tenemos en cuenta los antecedentes que preceden a algunas de las candidaturas a la alcaldía:
Un candidato sancionado en el ejercicio de sus anteriores funciones publicas, con aval entregado desde la cárcel, sin ningún reato de conciencia.
Un candidato cuestionado por sus conciudadanos y traicionado por su propio partido, cuyo jefe se paseaba orondo del brazo del mismo, hace muy poco tiempo.
Un candidato con aval entregado también desde la cárcel.
Un candidato que sin ningún tipo de norte ni ideología, anochece en un partido y amanece en otro, sin siquiera ruborizarse, que defiende los negocios de especulación urbanística en desmedro del bienestar ciudadano, que cambio el aviso del candidato a gobernador que apoyaba en la ultima contienda electoral a menos de 15 días de elecciones sin sonrojarse, y lo peor, apoyado por Álvaro Uribe Vélez y su camarilla cercana, presidente del gobierno mas corrupto, retardatario y criminal que se tenga recordación.
Y para terminar una reflexión, “no podemos seguir eligiendo mal y esperar que nos gobiernen bien”. Sopesemos las hojas de vida de los candidatos y de los partidos o movimientos que los respaldan. NO caigamos en la trampa del oportunismo ni del clientelismo.
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