Así está mi tierra
Hace más de tres meses dejé mi tierra colombiana y, sobre todo, mi patria chica soachuna, a la que observé muy detenidamente durante más de un mes, recordando los mínimos detalles de sus gentes y lugares y, hasta llegué a escuchar la música de cuerdas que allí se oía y a los maestros que la interpretaban en los negocios de Emiliano Galarza y Facunda Mayorga, entre otros. Escuché también, haciendo memoria, la vieja fanfarria dominical de la Violeta y hasta el grito de dolor de mi amigo Milán por el duro golpe en su rodilla propinado por “Retemplao”, cuando sentado y cruzada una de sus piernas, lo golpeó con el viejo martillo que siempre llevaba en el bolsillo del viejo saco que volaba, en lo mejor de la danza a la manera de una torera revolera, o, al son de la rumba criolla “Que vivan los novios”, o de un viejo corrido mejicano.
Pero ya no están en el sector, de “La Violeta” los negocios de las hermanas Adelina, Lucila y Julia Escobar, fieles exponentes de la cocina criolla. Tampoco el Café de Álvaro Rozo y, naturalmente, no se oye el ruido característico de una registradora, ni el grito de una voz femenina de “un peso” o “dos pesos” cuando alguien rompía una botella o un vaso que reposaba en alguna de las mesas. Tampoco aparecen las colaciones de la señorita Paz, ni el del refrescante 5 y 5 de “María Violeta” y mucho menos los chocolatines de “Chomita” Amaya, ni la sal de “terrón” en la tienda de los Garzón, porque se cambió la imagen del sector y allí el comercio, afortunadamente abunda. Igualmente, en esta tan visitada carrera 7ª, está La Casa de la cultura, tan venida abajo hace algunos años, cuando la “dirigió” una señora de ingrata recordación, pero que hoy cumple con las funciones para las cuales fue creada.
No ocurre lo mismo con la calle 13 que se quiso convertir en una vía peatonal, pero que hoy es intransitable, pues se permitió, por las autoridades municipales, la existencia de puestos de venta de artículos que incluyen ropa de toda clase, zapatos, teléfonos, libros y, naturalmente, el del avispado que anuncia la crema o la medicina que acaba con toda clase de enfermedades “por la cómoda suma de cinco, desvalorizados pesos.”
Y si pasa por lo que antaño fue la Estación del Ferrocarril del Sur, que tantos recuerdos trae a los soachunos, hoy está invadida y sus terrenos aledaños, alguno, que sepamos, hasta con Escritura, y otros consiguieron Licencia del Municipio para construcción, a través de importantes gestores de la época.
Pero también se ven allí grandes y magníficos Centros Comerciales, dignos de una Soacha mejor pero, naturalmente, hacen recordarlos antiguos de Rafael Díaz, con su Botica don de nació el hoy pujante Colegio Antonia Santos, las tiendas de Belarmina Párraga, Las Tomasitas, Rosario Noguera y la de Arcelia Montoya, la más limpia de Colombia. Y finalizaba el sector urbano con la casa de Álvaro González y Valeriano Cantor.
Pero no se puede olvidar que en ese mismo, sector comercial, estuvo la Fábrica de Cartón, la herrería de Custodio Daza, La cerrajería de Juan Mata, la sastrería de Jesús Heredia, la Panadería de Jorge Gutiérrez, la casa de Lisandro Bogotá, donde nació el Colegio Bolívar y la que ocupó a partir de .
Si regresamos y seguimos el recorrido desde las antiguas líneas del Ferrocarril, nos topamos con lo que, casi coloquialmente, se denomina “La Variante” que no es otra cosa que la moderna Cueva de Rolando, pues allí pasan todo el día y parte de la noche, los más “distinguido” del hampa criolla, que hace y deshace de las prendas y patrimonio económico de quienes necesitan transitar, sin que nadie sepa cómo es un Agente de la Policía, salvo los que “dirigen” el tránsito, y sin que ningún gobierno municipal haya mantenido un servicio de vigilancia permanente par a acabar con semejante cáncer.
Si proseguimos el recorrido desde la casa de Valeriano Cantor hacia arriba, se llega a lo que fue hace muchos años el Chircal de Carmelo Niño y, ahora casas, algunas de ellas venidas abajo porque se levantaron sobre un terreno que requería un tratamiento especial, por lo del chircal que he mencionado, y no se hizo, en clara violación de normas que rigen para urbanizaciones no piratas y vigiladas por la Administración Municipal.
Y el “Parque”? Igual. Con las almojábanas que venden las familiares de la Negra Inés y de las demás que por años han estado allí. Y la calle 13 frente a éste? Una vergüenza, pues alguna casa está para venirse al piso y otras lucen sobre sus tejados la mejor yerba para, por lo menos, veinte hambrientas ovejas “calerunas”. Que no se permite derrumbarlas y levantar nuevas edificaciones, porque las autoridades las consideran patrimonio municipal. Pero cualquier desprevenido ciudadano se debe preguntar: Si esto fuere cierto esas mismas autoridades no están en la obligación de ordenar a sus propietarios actuales hacerlas pintar y subir al tejado unas ovejas para aprovechar el pasto? Acaso el nuevo Alcalde, autor de tantas promesas no le han alcanzado sus primeros 100 días, pese a los 30 metros que lo separan de su Despacho para observar tamaño desmán? El Concejo municipal al frente del cual está un Soachuno de pura cepa le puede hacer notar al Alcalde tamaña muestra de abandono y desaseo? O es que acaso, en el nuevo gobierno siguen los mismos con las mismas? Yo no creo.
En los Barrios tradicionales se ven cambios, pero no cambios radicales, pues muchos carecen de los servicios esenciales y otros han alcanzado algunos, pero no son la panacea. La educación sí presenta modificaciones sustanciales pese a que todavía hay un pequeño déficit que se ha tratado de superar, y se observa, según informe del Alcalde de la época, a un periódico de la Capital que el Ministerio del ramo, aportó en 2009 $5.951.700.000.oo para atender 6.613 estudiantes y el segundo pago se encontraba en trámite, luego se debió haber recibido. Naturalmente, la existencia de Universidades transforma la posibilidad de un cambio radical en la juventud soachuna, que debe aprovecharla para conseguir un futuro mejor.
La construcción de nuevos y modernos barrios en diferentes sectores que recorrí, demuestran una verdadera transformación en este aspecto, pese a la oposición de quienes no creían la vinculación del Estado y serán una realidad en poco tiempo y la solución para quienes carecen de techo que son muchos.
Pero hay también, y se mantiene, una situación de verdadero escándalo: qué se puede decir del transporte? Solamente que sigue igual. Que su estado es el mismo de hace más de 50 años. Los mismos 100 pasajeros cuando la capacidad del vehículo es de 50 y de 50 cuando es de 25. Que se roba al pasajero desprevenido. Que el conductor y el ayudante lo insultan. Que el bus o camioneta se vara y el pasajero se queda tirado en la vía, sea de día o de noche. Que se ultraja a las mujeres que van de pie y en la forma más aberrante y sin que cese la risa del conductor o su ayudante por los desmanes de que son objeto. Que Nunca se sabe la hora de salida del automotor del paradero que el mismo conductor se inventa, ni del sitio de paradas para quien debe bajarse, porque el conductor es el dueño y señor de éste, pues jamás se han demarcado.
Y las autoridades qué hacen al respecto? Nada. Solamente tienen reuniones con el gremio para dar “soluciones” de aguas tibias siempre en contra de los usuarios, porque algunos Alcaldes han sido o son socios de algunas Empresas de Transporte y no les interesa que salgan del servicio, porque lo importante es recaudar y recaudar. Además muchos de ellos han olvidado que “Los alcaldes dentro de su respectiva jurisdicción deberán expedir las normas necesarias para el mejor ordenamiento del tránsito de personas, animales y vehículos por las vías públicas con sujeción al Código del ramo.” Y el Transmilenio? Bien. Gracias.
Y qué decir de la inseguridad y vigilancia? Que seguimos como siempre. Que esa inseguridad y la falta de vigilancia e impunidad se mantiene vigente en nuestra tierra, y bajo paños tibios para vergüenza de todos pese a que la ley señala que “el Alcalde es la primera autoridad de policía del Municipio y que aquella deberá cumplir con prontitud y diligencia las órdenes que le imparta el alcalde por conducto del respectivo Comandante.”
Pero dónde y a qué hora se encuentra a la Policía cumpliendo con sus obligaciones? Averígüelo Vargas. Durante mi estadía en Soacha (30 días), solamente vi a un Agente, en la cafetería de la esquina de su sede, y otro parado frente a ella. Es que ignoran las autoridades de Soacha los permanentes atracos, robo de toda índole y venta de drogas? Acaso se les ha olvidado que ellas están instituidas para la permanente defensa de la sociedad? No ha cambiado esta situación en Soacha, y la gente de bien muestra a los atracadores que se pasean impunes por las calles, a cualquier hora. Hasta cuándo vivirán los habitantes de Soacha, gentes de bien, sometidos a la inseguridad?
Y qué decir, ahora, de los partidos políticos, pues fui testigo de algunos hechos y voté en las últimas elecciones, donde se elegía Gobernador, Alcalde, Asamblea y Concejo, y bien difícil me resultó escoger candidatos para tales cargos, pues no encontraba el que llenara mis aspiraciones, ni nadie sabía quienes conformaban el directorio municipal del mío, otrora glorioso y sufrido, como decía un viejo de mi pueblo, ya desaparecido. Opté, entonces, por la fácil, y arreglado el problema. Lo curioso es que los partidos como tales ya no existen, pues solo aparecen disidencias a las que se afilia el que quiera y obtiene el aval para participar en las elecciones de turno pasando fácilmente de un partido a otro, como observé con el diputado electo Perico Sánchez, que del partido conservador saltó a una disidencia liberal muy conocida y, seguramente, por tal audacia, fue condecorado por el Concejo Municipal, cuando lo esencial ahora es, como ha dicho el periodista Carlos Garaikoetxea, “hay que luchar por el poder de la política para evitar que el partido se convierta en una curiosidad arqueológica.” O reconocer, como lo hizo Jimena Duzán, cuando señaló que “Nos estamos quedando sin partidos y cada vez estamos más expuestos a experiencias caudillistas de corte personalista y populista a candidatos por firmas que no están respaldados por partidos sino por sus egos.”
Se me contó, por gente en quien confío, que hay casos de importancia en el Municipio, como las ayudas que se dan a las entes que viven en la pobreza absoluta, como también sitios para ubicar a los ancianos desprotegidos. No tuve oportunidad de confirmarlo, pero lo creo, porque el Estado colombiano viene ocupándose de estas cosas, y debe ser el que mantiene esta ayuda que vale su peso en oro.
Es nueva también la existencia de instalaciones para la práctica de algunos deportes. Pero curiosamente no existe el deporte como tal, sino grupos de niños o jóvenes que quieren divertirse sanamente. Pero el deporte asociado desapareció completamente desde cuando se creó el IMRE. Es que, al parecer, los directores que se han designado nada saben de su organización y desarrollo, y así todo tiempo pasado fue mejor. Habrá que preguntar qué se hizo el futbol? Qué se hizo el Basket? Qué se hizo el Atletismo? Qué se hizo el Ajedrez? Qué se hizo el Tenis de Mesa? Qué se hizo el billar? Qué se hizo el Tejo? Dónde están los dirigentes de antaño que tanta gloria le dio a nuestro deporte?
No será tiempo de enderezar las cargas? Amanecerá y veremos.
joseignaciogalarza@yahoo.es
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