El colombiano no tendrá quién le escriba

La sociedad colombiana está en este momento en medio de una encrucijada que la está llevando al límite de la intolerancia y esto se debe a la participación de 23 jugadores y un cuerpo técnico que lidera un argentino en el Mundial de Futbol en Brasil; en este momento se encuentra en lo que denominan cuartos de final, es decir la Selección de Fútbol colombiana está entre las mejores ocho agrupaciones del mundo.


Con la llegada de Pékerman a la dirección de la Selección Colombia y sus triunfos que llevaron a la clasificación al Mundial 2014, la sociedad en pleno volvió a creer y a soñar; tras 20 años de amargos desconsuelos, resultados de momentos amargos causados por el narcotráfico, el alcohol y otros excesos de un grupo de jugadores y unos directivos que se dejaron permear por la cultura de la mafia de aquel entonces.
Así como el fútbol otras acciones de la vida en Colombia se han dejado manosear por el narcotráfico, recordemos los famosos “narcocasetes” que entregó el entonces candidato a la Presidencia de la República, Andrés Pastrana, en dónde se evidenciaba el ingreso de dineros “calientes” en la campaña de Ernesto Samper, Presidente de Colombia en el período 1994 – 1998.

Asimismo, los recuerdos que tenemos muchos de los colombianos de las últimas décadas, han tenido relación directa con el narcotráfico, paramilitarismo y todo tipo de violencia que se desprende del tráfico y consumo de drogas; porque vale la pena aclarar que el consumo de drogas en nuestro país es muy alto, como para seguir en el ejercicio de doble moral de meterlo debajo del tapete.

De igual forma, la incapacidad e inoperancia de los Gobiernos tanto Nacional como regionales para enfrentar los diferentes actos violentos a través de políticas de cultura ciudadana, donde el integrante de la sociedad tenga la capacidad de autorregularse y garantizar ejercicios de convivencia pacífica, han desembocado en unas prácticas en definitiva muy cercanas a la barbarie.

Si sumamos las prácticas violentas, el consumo de drogas y el narcotráfico, además de la construcción del imaginario colectivo mundial que se ha creado, gracias a llevar a la escena producciones como “El Capo”, “El Patrón”, “Sin tetas no hay paraíso” y un sinfín de realizaciones audiovisuales más, todas en la misma línea, más las famosas películas gringas que muestran una Colombia llena de narcotraficantes y matones que viven en la selva, pues es impensable que esa construcción narrativa desaparezca de un momento a otro.

Así las cosas, es impensable que el Gobierno Nacional enfile sus esfuerzos diplomáticos persiguiendo a todo aquel que se atreve a mofarse de la Selección Colombia relacionándola con el narcotráfico; siendo así, es una vergüenza nacional que los impuestos de todas y todos los colombianos se gasten en mantener unas Embajadas para perseguir y coartar la libertad de expresión.

No comprendo cómo un país se desgasta en una supuesta defensa de la imagen, mientras permite y coparticipa de acciones deleznables como las celebraciones que incluyen 30 muertos y un número impensable de heridos, por el triunfo de la Selección en un partido del Mundial Brasil 2014.

Mientras los colombianos sigan indignándose por las caricaturas y los fotomontajes en lugar de preocuparse por los muertos y la imagen que proyecta hacia el exterior, gracias a las mulas, los asaltantes en pleno mundial, los revendedores de boletas, los mercachifles que engañan en otras tierras y en las propias, y claro lo peor de todo, si no se preocupa porque el primo del narcotraficante más sangriento que ha producido el país ocupará una curul en el Senado de la República y se reencaucharán las mafias narcoparamilitares en las instancias de poder tras las últimas elecciones al Congreso, pues no tendrá más futuro que vivir, evocando al Coronel: Comiendo Mierda.

@GaboBenavidesB

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