El derrumbe cafetero
A la caficultura la atacan las siete plagas de Egipto. La producción y el precio cayeron; el paquete tecnológico está agotado; la roya y la broca se volvieron recurrentes; se importa más de la mitad del café para consumo interno; los inviernos agravaron las condiciones de cosecha; las cifras sobre superficie sembrada y número real de productores están cuestionadas (Ver http://bit.ly/MCL7OU); Colombia ya es cuarto o quinto exportador; los inventarios de reserva son inexistentes; fracasó la estrategia de cafés especiales; se aproxima la más grave crisis reciente que puede terminar en pérdida generalizada de la rentabilidad y en quebranto estructural de la caficultura.
Tales desgracias se agravan por la reestructuración económica que se está implantando en el país, hacia la especialización como exportador de recursos naturales, minería y petróleo, la cual, donde ha fructificado, marchita agricultura e industria. La caficultura, otrora renglón bandera, es convidada de piedra en esa nueva organización económica; mientras en 2011, el sector minero creció el 14,3%, el café decreció a -11,2%.
El derrumbe se refleja en los datos del sector. En 2008, el volumen total producido fue de 11,47 millones de sacos; en 2009, de 7,81 millones; en 2010, de 8,92 millones; en 2011, de 7,8 millones y, en los primeros cuatro meses de 2012, no llega a 2,5 millones, el peor de los años. Este descenso se vio en las exportaciones en el mismo periodo: de 11,08 millones de sacos a 7,7 millones. Se soportaban en buenos precios internacionales desde el segundo semestre de 2008, cuando empezaron a subir de 1,5 dólar por libra hasta 3,12 en abril de 2011, y de ese pico se desplomaron hasta el actual, de 1,75 dólar. En resumen, ni precio ni producto ya que la cotización interna, luego de rodear el millón de pesos por carga, está en $675 mil, cerca del punto de pérdida para el caficultor medio.
El Fondo Nacional del Café, el ahorro del gremio, vive una situación tan calamitosa como la del cultivo. Su patrimonio, en pesos corrientes, disminuyó entre 2000 y 2010 en 41%, hasta valer ahora sólo $700 mil millones, y sus pasivos rebasan el billón de pesos cuando en el año 2000 eran de $305 mil millones, se triplicaron. Como un mal chiste, el ministro Restrepo asevera que “el problema es del gremio” y que la solución es subirles los impuestos a los cafeteros, la llamada “contribución”, perversa solución que se está fraguando para la próxima reforma tributaria. Acá es cuando empiezan a contar las pérdidas acumuladas, como las de las tiendas Juan Valdez y de Procafecol, cercanas a $100 mil millones.
La crisis venidera deberá conllevar un amplio juicio de responsabilidades. Pero hay una certeza: ninguna crisis puede recaer sobre los productores.
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