El hombre del ‘electrociclismo’ en Soacha
Un hombre común y corriente, padre de familia, esposo y trabajador, con una ferviente afición al deporte, que sin importar que tenga 40, 50, 60 o más años, mantiene un vigor inigualable y un gran amor por el ciclismo, las ‘cosas raras’ y la aventura, una inquietud que le ha permitido conocer de punta a punta el territorio Colombiano, y vivir muchas anécdotas al bordo de su ‘caballito de acero’.
Es Francisco Forero Roa, mejor conocido como ‘Kiko’ entre sus amigos más íntimos, los mismos que han tenido la oportunidad de intercambiar algún diálogo breve con él y quienes para definirlo tienen en cuenta tres aspectos escenciales: La Electricidad Automotriz, su oficio; la familia, su razón de ser; y el Ciclismo, su pasión.
A propósito de la pasión, esta quizá le ha dado más alegrías y le ha permitido conocer y disfrutar de muchas experiencias que, sin ánimo de exagerar, podrían superar la vivida por cualquier deportista profesional, simplemente por el significado que para Kiko tiene cada uno de los recorridos que ha hecho, y las aventuras en las que se ha embarcado a lo largo de más de 30 años de práctica del Ciclismo.
Cada viaje es una historia de vida interpretada de manera diferente por este veterano de las ‘locuras’ que podría cometer un joven cualquiera.
“Yo me dedico a la Mecánica Automotriz desde que tenía siete años, gracias a las enseñanzas de mi padre que me heredó este oficio. A medida que fue transcurriendo el tiempo me gustó el Ciclismo, pero sobre todo hacer cosas de muchos impacto, como por ejemplo el ingenio de cosas para que la gente se asombre, como el disfraz de luces, el carro de las ‘Ideas Luminosas’ , o ‘Chiqui’, la bicicleta que uso cuando no estoy practicando. Desde hace unos 30 años hago Ciclismo, pero en sí fue hace como unos 15 cuando me puse el uniforme por primera vez. Empecé a recorrer Colombia en mi bicicleta, y hasta el momento he conocido casi todo el país, pudiendo ir a lugares como Bucaramanga, Cali, Santa Marta, Yopal e Ipiales, donde estuve en mi más reciente viaje. Esa fue una de las vueltas más largas que he hecho en mi vida”, narra Kiko.
Como las aventuras de Kiko son el resultado de un impulso personal y una motivación para superar sus propios logros, para cada viaje siempre se escoge a un grupo de compañeros que se unan a la travesía por los rincones más apartados de la geografía nacional. Los viajes son autofinanciados, en cada uno se gasta entre $50.000 y $60.000 diarios para cubrir gastos de alimentación, estadía, hospedaje y demás. Todos se apoyan y se patrocinan mutuamente.
“El anhelo es conocer, para eso nace uno, con los amigos siempre nos hemos puesto de acuerdo para viajar, teniendo en cuenta que para poder hacerlo tenemos que estar muy bien preparados, a fin de poder lograr esas metas que nos proponemos. La idea es recorrer toda Colombia, más de la mitad del grupo ha estado en la mayoría del país, eso sí siempre andando en bicicleta. Todos los viajes los arrancamos desde Soacha, y durante el trayecto medimos el kilometraje. Hasta el momento hemos hecho en un solo día, un promedio de 1000, 900, 800, 600 y 500 kilómetros”, describe Kiko.
Los viajes
Sin descuidar ni un solo detalle, Kiko y sus amigos preparan milimétricamente cada una de las aventuras que emprenden a alguna ciudad del país. Todo, desde el recorrido que se va a hacer, hasta la determinación del sitio a donde se va a llegar, hace parte de un amplio proceso de planificación que no deja de lado ningún aspecto, pues incluso el presupuesto que se va a invertir se evalúa antes de iniciar la marcha hacia la travesía escogida:
“Yo recuerdo mucho ese último viaje que hicimos hasta Ipiales, esa fue una travesía de ocho días, y en cada uno recorríamos un trayecto aproximado de 180 o 190 kilómetros. La primer parada fue en Ibagué, salimos de Soacha a las 6am y llegamos allá a las 4:30 o 5:00 pm. Al otro día nos levantamos bien temprano, a desayunar (la alimentación debe ser muy regulada), hay que comer pastica que es lo que lo alimenta a uno muy bien para tener fuerzas y subir las pendientes más inclinadas, como lo es el Alto de la Línea. Después de eso llegamos a Armenia, donde el problema fue con la temperatura, porque allá ya había otro clima. Hemos pasado por varios climas, allá llegando a Pasto el frío es muy fuerte, eso nos afectó porque veníamos de una alta temperatura. Ya en Popayán volvimos a cambiar de clima, y la verdad con esas situaciones el organismo tiene que potarse muy bien, pero también uno tiene que cuidarse mucho, y sobre todo tomar muchas vitaminas, eso es lo principal y lo que lo ayuda a hacer lo que uno se propone”, expresó.
Aunque hay caídas, lesiones, situaciones que a veces son muy adversas y muchos obstáculos que amenazan con impedir la marcha de estos aventureros; ellos no se amilanan con nada, y por el contrario, se rebelan a esos intrusos que no quieren que estos corredores ‘vuelen’ sobre sus ‘caballitos de acero’ para echar a rodar su imaginación y conquistar la belleza que ofrece el paisaje colombiano:
“Cuando llegamos al Santuario de la Lajas sentimos una gran emoción, una alegría indescriptible. Las lágrimas se salieron porque se hizo todo lo prometido, y gracias a Dios los percances que tuvimos no pasaron a mayores. Logramos cumplir con la meta propuesta. No me olvido de la vez que fuimos a Santa Marta, teníamos un amigo de 67 años que por primera iba a esta ciudad, para él fue una experiencia inolvidable, lloró de la emoción. Para nosotros también fue una gran emoción y una gran felicidad. Todo tiene una recompensa, aunque nos tocaba rezarle a mi Dios para no enfermarnos, los cambios de clima eran extremos y siempre nos cogían en plena vía, teníamos que cargar la pastillita para la gripa y para el dolor de músculos, nos daba dolor en las rodillas y en los tendones, y además nos tocaba hacernos el masaje, aplicarnos la pomada, todo eso se nos olvidaba al llegar y ver la majestuosidad de los sitios que visitábamos”, exclamó Forero.
La familia
Mientras que Kiko está disfrutando de sus particulares aventuras, y descubre junto a sus compañeros las maravillas naturales de Colombia, la familia de este hombre espera pacientemente el regreso del esposo, el padre y el guía del hogar… pero… este no es un momento de soledad, es más bien el espacio para que la esposa y las hijas del aventurero, aprovechen para practicar el Baloncesto y el mismo Ciclismo, porque eso sí, la familia Forero es un peculiar grupo de empedernidos amantes del deporte y la aventura, fieles a esa tradición que les ha enseñado el gran Kiko:
“Claro que la familia se preocupa cuando me voy para algún viaje, uno debe estar llamándolas constantemente, pues la verdad es que las extraño mucho, porque así como uno se lanza a esas aventuras, me hacen mucha falta. El pensamiento hacia mi esposa y mis hijas es constante, y siempre queda una preocupación de pensar que se quedan solas. Por fortuna toda mi familia es de deportistas, mi esposa y las niñas (que las quiero mucho) practican mucho el Baloncesto, incluso las dos niñas están participando en campeonatos, jugando constantemente. Como en todo no han de faltar los accidentes, mi hija mayor se lesionó la rodilla y ahora está en terapias y recuperaciones, pues le dijeron que tenía que esperar por lo menos unos dos añitos para volver a jugar. Mi esposa también hace cestas, pero como ella ya tiene su cierta edad (risas), entonces pisó mal y se lastimó un tobillo. Mi hija menor sí es deportista activa, ella se entretiene en eso. Ya son 27 años los que llevo viviendo con mi esposa”.
El mismo Francisco resume la actividad de él y su familia de la siguiente manera: “El deporte toca llevarlo con cariño, ser un aficionado, un fanático. En mi familia somos aficionados al deporte, porque este es necesario para tener buenas energías y poder gozar de una excelente salud. Somos muy unidos, cuando las niñas salen a practicar yo las acompaño, y cuando yo salgo a hacer mi ciclismo, ellas se van conmigo. Todos estamos pendientes de todos, ellas me acompañan a dar paseos en bicicleta por diferentes lugares de Soacha, Mondoñedo, y San Miguel. La mejor experiencia que uno se lleva en esto es el conocimiento de la naturaleza, el estar en contacto con muchos sitios y tener la certeza de que Colombia es muy bonita, tiene muchos sitios turísticos, y hay muchos recuerdos, de muchos lugares que uno visita en varios departamentos, eso es agradable. Ya con 50 años, 30 de ellos dedicados al deporte, he podido conocer más de medio país gracias a esta disciplina. Este es un deporte duro, por eso hay que tenerle mucho cariño y prepararse muy bien para poder practicarlo”.
‘Ideas Luminosas’
Al hablar de Kiko no se puede dejar de mencionar el ‘electrociclismo’, una particular caracterización del ingenio con que este hombre hace de su afición la entretención de todos los curiosos que tienen la oportunidad de ver a ‘Chiqui’, la pequeña bicicleta que lo acompaña, que ha sido adaptada para verse como un sofisticado vehículo de ‘Car Audio’, pues le suena la bocina y le brillan las luces en la noche, cada vez que Francisco decide sacarla para deleitar a las personas que pasan por alguna calle de Soacha, y se sorprenden de ver este raro pero llamativo vehículo, tal como sucedió el 31 de diciembre del año 2011. Lo anterior está acompañado por un disfraz de ‘Automan’, que también brilla por las noches y suena al paso de quien está en el interior del atuendo. Por supuesto no se puede olvidar el carro, que está bien ‘engallado’ y parece una discoteca ambulante:
“Me he esmerado en hacer este disfraz y decorar la bicicleta usando todo lo relacionado con la luz, al igual que hice con el carro. El disfraz me tomó tres meses y medio terminarlo, y me salió algo costoso. A la bicicleta le puse ‘Chiqui’, y además de las luces, le puse pitos y música MP3, en realidad no tengo a donde más ponerle bombillos”.
La próxima aventura
Las aventuras de Kiko no se detienen, desde ya piensa en lo que será su nueva aventura, que contempla ir a Cúcuta, e incluso la posibilidad de visitar otro país:
“Estoy pensando en ir a Cúcuta, son 650 Km, en un trayecto más duro que subir el Alto de la Línea. Nos estamos preparando con los amigos, dentro de unos cinco o seis meses pensamos partir e iniciar esta nueva aventura. Me gustaría conocer otro país, para salir de Colombia nos tocaría ya con Visa, porque la meta es ir montado desde Soacha. Me gustaría ir a Quito, también a Venezuela, aunque quién sabe si con este viaje a Cúcuta alcancemos a ir a San Cristóbal. Eso sí, cualquier cosa que hagamos, siempre debe ser en bicicleta”.
El mensaje final
“El Ciclismo es un deporte exigente que hace ajuiciar mucho a la gente, para poder practicar esta y cualquier otra disciplina, es necesario estar alejado de cualquier vicio, aunque el deporte es propicio para sacar a alguien de los malos pasos. La bicicleta le da a uno la oportunidad de conocer, disfrutar de paisajes y gozar de muy buenas experiencias en los sitios que se vayan recorriendo. El Ciclismo le hace coger juicio a una persona y le ayuda a que se mantenga en forma”, concluyó Francisco Forero, ‘Kiko’, el mismo de las ideas luminosas, de Chiqui (la Monareta que asusta a las personas con su pito), del ‘carro antiguo’ que se pasea por Soacha y vislumbra con sus llantas iluminadas, y el mismo que se disfraza de Automán y causa curiosidad por la cantidad de luces que se distribuyen a lo largo de su cuerpo.
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