Hoy es ocho de marzo

Han pasado 35 años desde que las Naciones Unidas instauraron esta fecha como Día Internacional de la mujer trabajadora, como recordatorio de los millones de ellas que en todo el orbe laboran durante los 365 días del año, fuera de la casa y también dentro de la misma. Por eso, porque trabajan tanto como los hombres, vienen reclamando los mismos derechos laborales.


Ese recuerdo de las mujeres trabajadoras, a pesar del tiempo transcurrido, sigue siendo no solo necesario, sino toda una exigencia ante las desigualdades que aún padecen.

Desde 1857, con unas movilizaciones femeninas en las fábricas de Nueva York, la mujer ha venido reclamando sus derechos, iguales a los del hombre. Pero en la década del 70 fue cuando la mujer gritó “basta ya” y ahí sí empezaron a cambiar las cosas realmente, pero en especial en los países desarrollados, ya que en los más pobres, el margen de actuación de las mujeres todavía sigue siendo, salvo excepciones, bastante perentorio y todavía, como en nuestro país, menos empleo, una tasa de actividad más baja, cobran menos salario y son maltratada por el hombre.

Obra dura batalla es la que tienen que mantener las mujeres en la casa, donde dedican una media de siete horas y en algunos casos más, al trabajo doméstico, frente a la una o nada del hombre, sin que olvidemos que en el ambiente del hogar nacen otros hechos, como son los de la violencia, por parte del esposo o compañero permanente, sin que en muchas partes se hayan tomado medidas de orden legal que acaben definitivamente con ésta, y en otros casos, desconociendo la violencia o tolerándola sin saber por qué.

Junto a la cuestión de los malos tratos, es el acceso al trabajo y las condiciones del mismo (sueldo, puesto, acoso), otra de las cuestiones más significativas de la lucha de la mujer por alcanzar una consideración similar a la del hombre en la sociedad del nuevo siglo. No en vano, el trabajo es siempre la llave de la independencia económica, lo que permite plantearse una vida propia, sin necesidad de estar siempre bajo la protección de la familia o el matrimonio.

El papel de madre es uno, más de los roles sociales y, concretamente familiares que la mujer tiene que afrontar en desigualdad de condiciones, cuando en muchos sitios, por ejemplo, carece de lugares adecuados para mantener a sus hijos si ha conseguido donde trabajar, para procurar recursos que mejoren las condiciones del hogar.

Hay, entonces, que ayudar a las mujeres que quieran hacer su propio proyecto de vida y que todavía se encuentran con resistencia por parte de la sociedad, por parte del mercado laboral y por parte de una cultura que tiene conformada una idea que las mujeres son inferiores a los hombres.

La batalla por la igualdad de sexos, como desgraciadamente ocurre en la racial, aún se está librando en cada casa, en cada empleo y en cada Municipio. Pocas mujeres quieren ser objeto de un trato especial, pero este seguirá siendo necesario mientras que la sociedad en la que viven no utilice con ellas el mismo rasero que gasta con los hombres. La solución, por tanto, pasa por un esfuerzo de todos, incluyendo a Soacha, naturalmente.

Finalmente, apreciadas mujeres de mi tierra: sirva la oportunidad para desearles desde los más diez mil kilómetros que nos separan, un día feliz para todas, y que la aspiración del mundo civilizado que quiere el reconocimiento de su inteligencia y capacidad para el trabajo, signifique una realidad latente en la próxima celebración del Día Internacional de la mujer trabajadora.

joseignaciogalarza@yahoo.es

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