Lecciones para el Alcalde Petro

Al Alcalde Petro le caería muy bien un ataque de mockusianismo. Porque lo que acaba de pasarle en el Concejo capitalino constituye una verdadera lección para él y su administración. Y sería muy útil que incorporara esos “saldos pedagógicos”, como los denominaría el profesor Antanas, a su gestión gubernativa que lleva apenas cuatro meses.


Petro puso a consideración del Cabildo Distrital un proyecto para incorporar al presupuesto de la ciudad el cupo de crédito que por 800.000 millones de pesos había aprobado el Concejo, mediante el Acuerdo 458 de 2010, para la construcción de la Primera Línea del Metro. Hasta ahí todo bien. Pero el Alcalde pretendió legítimamente aprovechar la ocasión para cambiar la destinación del cupo. Solo que se equivocó en el método. Desató una ofensiva mediática para poner contra las cuerdas al órgano de control político de la ciudad. Y hasta lo responsabilizó del caos en la movilidad de Bogotá si el Acuerdo no se aprobaba tal y como lo había presentado. Hasta su bancada en el Concejo cayó en una simplificación inaceptable: quien no apoyara la propuesta de Petro quedaba automáticamente a favor del trancón.

El Concejo le ha dado al Alcalde una lección de democracia. Al reiterar que el cupo de endeudamiento debe ser usado para la construcción de la primera Línea del Metro pesado, le ha dicho que el poder para la toma de decisiones públicas, en una democracia, está repartido entre los poderes públicos. Y que no es bueno que un cuerpo colegiado le gire cheques en blanco a los gobernantes. La precisión en las facultades que se otorguen constituye una condición para mantener su poder de control político. Gobierno sin control encierra riesgos autoritarios.

Petro quiso también que el Concejo le permitiese convertir el cupo de endeudamiento en un rubro de libre inversión en movilidad. Fue evidente. Porque un día anunció que dicho cupo lo invertiría en su proyecto de “metro ligero” o “tranvía” sobre la Carrera Séptima. Otro, que se necesitaban inversiones urgentes en distintos frentes de movilidad. Y razón tenía cuando clamaba para que esos recursos no esperaran la ingeniería de detalle de la primera línea de Metro trazada por el consorcio encabezado por Sener. Pero le faltó presentar un proyecto técnicamente solido de su “metro ligero/tranvía”. O informar como disolvería el contrato celebrado hace 18 meses entre el IDU y “Cóndor y Sainc” por 84.000 millones de pesos para construir un “Trasmilenio Ligero” sobre la misma séptima entre las calles 34 y 72. Que el presupuesto público no puede usarse para financiar ideas o ilusiones es una lección de gestión pública que debería recibir el Alcalde.

Nadie discute la necesidad de un sistema intermodal de transporte. Está claramente formulado en el Plan Maestro de Movilidad del 2006. Y el Sistema Integrado de Transporte Público está diseñado en esa dirección. Pero hay que implementarlo gradual, técnica y con responsabilidad fiscal. Alcalde: aprender de otros es una virtud que debe también cultivar un buen gobernante.

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