Panamá: entre la anarquía y el abandono estatal
Más allá de las complicadas y constantes situaciones que se presentan en los diferentes territorios del municipio, en la vereda Panamá, ubicada en el corregimiento uno de Soacha, se vive en un completo estado de olvido y abandono, que contrasta con el monopolio ejercido por las empresas e industrias presentes allí, que por encima de cualquier norma, hacen lo que quieren en este lugar.
Desde la precariedad de sus calles, el pesado ambiente que se siente por culpa de las emisiones atmosféricas incontroladas de las industrias ilegales, el maltrato y las constantes agresiones contra el Río Soacha, pasando por los vertimientos ilegales, el depósito de escombros en cualquier parte y particularmente en las riberas del río, además de las quemas a cielo abierto, componen el caótico panorama que se observa en esta vereda, que sin llegar a dudarlo permite deducir que allí difícilmente se puede establecer una vida en comunidad.
En un breve recorrido hecho por el lugar, Periodismo Público.com pudo evidenciar el altísimo nivel de perjuicio en el que permanecen quienes a diario frecuentan la zona, ya sea para trabajar o sólo porque desafortunadamente deben vivir allá en medio del caos.
Puede decirse que la vereda Panamá, al igual que otros sectores, tiene problemas de seguridad, vías, medio ambiente y definición del uso del suelo, que es lo que a la vez permite que las industrias ilegales hagan su ‘agosto’ a costas del bienestar de las personas y que sin importar que exista un POT, se haga y deshaga al margen del control de cualquier autoridad, más exactamente de la misma CAR.
A todo lo anterior se suma la invasión de viviendas y el enorme impacto ambiental que se ve en la contaminación del aire, la disposición irregular de residuos y la salud del Río Soacha que recibe de forma indiscriminada cuanto desperdicio se deriva de estas empresas.
Mientras que las industrias ilegales no tienen control de vertimientos ni manejo de emisiones, en los escasísimos controles y las reducidas visitas que han hecho, tanto la Administración Municipal como la CAR, ésta última como autoridad ambiental, se omite por completo que las mismas no cumplen con la norma de emisiones y tampoco con el manejo de los residuos que generan, sin dejar atrás que todas están ubicadas en su mayoría, al borde del Río Soacha o en parte muy cercanas a su ronda donde atentan contra el afluente.
Otro tema es la contaminación atmosférica, relacionado con las emisiones contaminantes y las quemas de carbón y madera para producir este mismo material, que a pesar de haber sido aparentemente prohibidas desde principios de 2011, aún se ve, y no en pocas cantidades, personas que con la total tranquilidad realizan esta actividad a diestra y siniestra.
“La CAR no tiene respuestas, siempre dice que están investigando y que la información se la pasan a la Alcaldía, porque ellos no tienen el poder para ejecutoriar las órdenes de cierre que emiten por incumplimiento ambiental, pero en la Alcaldía ‘misteriosamente’ todo eso se pierde. Se supone que las quemas a cielo abierto están prohibidas a nivel nacional, pero en Panamá siguen existiendo, más que nada con los carboneros, que fueron sacados de Bogotá y se instalaron en la vereda, al punto que ya llevan allí entre 10 y 20 años. Cabe anotar que con la problemática llevamos varios años, desde que nos instalamos acá hace más de 25 y la verdad es que siempre se ha visto la misma situación: Chimeneas sin control, pésima infraestructura vial, carencia de servicios públicos completos, rellenos para hacer asentamientos sin tener propiedad y muchas más”, explicó uno de los dos empresarios legales que hay en Panamá, quien solicitó la reserva de su nombre y el de su compañía.
Mientras el silencio reina y las autoridades siguen omitiendo la ‘bomba de tiempo’ que hay en Panamá, el monopolio de la ilegalidad sigue en su auge. Se preguntará la comunidad entonces, ¿para quiénes son las irrisorias normas que existen en Soacha, que se dictan y se pregonan pero no se aplican?.
Puede ser que esta nota sea el inicio de una reacción de las autoridades, pero para eso habrá que esperar mucho más y hacer públicas cada una de las situaciones particulares que viven todos los implicados en esta seria y enorme problemática que no sólo no ha sido atendida con el cuidado del caso, sino que ni siquiera ha sido atendida.
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