¿Qué es el optimismo?

“No es sino el empeño en sostener que todo es magnifico cuando todo es pésimo”. Voltaire.
Ese es el sello que la administración Santos le está imprimiendo a su gestión de gobierno.


Según el presidente Santos, la economía muestra uno de los mejores niveles de crecimiento de los últimos años; la inversión extranjera en sectores estratégicos como el petróleo ha superado ampliamente las expectativas; la aprobación del T.L.C por parte de los Estados Unidos “abre” insospechadas oportunidades para la generación de empleo; la disminución de la pobreza se reducirá con las locomotoras de los macro proyectos de la minería y la vivienda entre otros.

Los informes financieros de los mayores grupos empresariales del país arrojan multimillonarias ganancias que superan las expectativas y los cálculos de sus directivos; el Estado paulatinamente retoma el control y el ejercicio del poder y la autoridad en las zonas más aisladas del territorio nacional que están bajo control del paramilitarismo, la guerrilla, el narcotráfico y la delincuencia común.

Con titulares de prensa semejantes a estos, los medios de comunicación afectos al actual gobierno junto a declaraciones de este talante por parte de los tecnócratas y voceros del gobierno, la administración Santos han venido fortaleciendo una imagen que dista radicalmente de la verdadera realidad del país.

Para empezar me permito recordarle a los amables lectores las declaraciones recientes salidas de la brillante cabeza del ministro de hacienda Juan Carlos Etcheverry: “En Soacha no hay pobreza”. Si. No hay pobreza. El ministro no se equivocó. Lo que hay de verdad es pobreza absoluta.

El actual gobierno está obsesionado en hacer creer que tan incontrovertibles progresos y logros significan de verdad “prosperidad para todos.”

En contraste, la realidad nos muestra un panorama diferente, pesimista y desolador si se quiere.Pero lo que causa verdadero asombro es que el enriquecimiento no corre solo por cuenta de los grandes empresarios y directivos de los grupos financieros del país que tienen todo el sagrado derecho así sea explotando a sus trabajadores. Aspiraciones de enriquecimiento de toda índole y de la peor laya carcomen y horadan las finanzas públicas en forma desmedida y acelerada por cuenta de los burócratas en todas las instancias y niveles del Estado. La voracidad por el enriquecimiento ilícito no conoce límites ni escrúpulos.

No obstante el importante crecimiento económico de todos los sectores de la economía, los índices de desempleo presentan las mayores cifras de los últimos años; mientras los industriales y banqueros se enriquecen, en contraste los trabajadores se empobrecen. Según datos de organismos internacionales y del propio gobierno, las desigualdades económicas y sociales en lugar de reducirse, se han profundizado.

No obstante las declaraciones de inmensas ganancias de los dueños del capital financiero, los padres de la patria se aprestan a debatir y aprobar un proyecto de ley que aumentará la edad y los demás requisitos que deben cumplir los trabajadores para acceder al derecho a la pension pero sobre todo para que los fondos de pensiones aumenten el numero de ceros a las cifras de sus utilidades.
Las buenas intenciones del proyecto de reforma a la justicia en esencia buscan legitimar la impunidad favoreciendo de paso con ella a los altos dirigentes del Estado involucrados en actos de corrupción y en toda suerte de delitos.

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