Reflexiones en torno a la realidad carcelaria del país
Hace 4 años conté con la oportunidad y el privilegio de realizar mí práctica profesional de Trabajo Social al interior del Establecimiento Carcelario la Modelo de Bogotá, gracias a este proceso me atrevo a hacer las siguientes afirmaciones:
-Los establecimientos carcelarios y penitenciarios en Colombia no son realmente
un ejercicio punitivo o equivalente a las infracciones o delitos cometidos por
los internos.
-La situación/problema de salud mental no solo se evidencia en los sujetos privados de la libertad, sino también en el cuerpo de custodia del INPEC, ellos también tienen y adoptan dinámicas y consecuencias a causa de la prisionalizacion.
-El área psicosocial no da abasto para realizar un amplio ejercicio de acompañamiento en los procesos de prisionalización y resocialización como muchos profesionales quisiéramos, pues sus lineamientos y dotaciones son limitados, lo cual no permite que todos los procesos se realicen de la mejor manera, aun así lográbamos trabajar articuladamente entre trabajadores sociales y psicólogos, logrando mínimos alcances pero grandes procesos (hablando desde lo poco o mucho que logré hacer allí durante 2 semestres).
– El ala norte y el ala sur con sus respectivos patios integran dinámicas propias según sus características y delitos, dinámicas que ni siquiera el cuerpo de custodia puede interceder a causa de las mafias o del mismo sistema interno creado por los sujetos privados de la libertad.
– El acompañamiento familiar (sentimental y económico) es vital para los internos en su proceso de «resocialización», pero me atrevo a afirmar que son miles los internos que llevan años sin este acompañamiento (visitas). Internos que acceden a dinámicas negativas, a veces solo hasta por un cigarrillo o un rollo de papel higiénico, y eso sin hablar de quienes le ponen un precio económico o de beneficio a su cuerpo al interior de los patios.
– Así como existen internos que le hacen un beneficio a la sociedad al no salir nunca de allí, existen también sujetos que están encerrados por estar a la hora y en el lugar equivocado. No soy juez para decir quién es bueno y quién es malo pero sí logré realizar intervención, acompañamiento y seguimiento por meses a diversos internos, lo cual permitía analizar diferentes tipos de personas.
-La dependencia de sanidad debería ser el área que mayor inversión económica tenga por parte del Estado colombiano, pues al interior de todas las cárceles se propagan rápidamente diversas enfermedades a causa de las condiciones en las cuales viven inmersos los internos, las ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual) también son una fuerte realidad al interior de los establecimientos).
-El cuerpo de custodia del INPEC debería contar con un acompañamiento
psicosocial estrictamente solo para ellos, pues sus efectos de prisionalización
generan también repercusiones en sus relaciones con los internos y hasta con sus
mismos colegas.
-Los procesos creativos de base a nivel territorial con niños, adolescentes y
jóvenes posibilitan un ejercicio de prevención y mitigación, evitando que sean
futuros adultos delincuentes que sigan llenando estos establecimientos y además
generando mayores problemas de hacinamiento, salud pública y múltiples ciclos
de delincuencia que en la comunidad carcelaria se gestan.
Para finalizar, creo que lo que pasó anoche usó como excusa la coyuntura actual del Covid-19, todo esto no fue algo espontáneo que se salió de las manos, sino por el contrario fue una estrategia pensada que infortunadamente cobró vidas no de buenos ni de malos, sino de personas que a lo bien son el producto de una violencia estructural de la cual todos estamos inmersos y que es hora de cambiar.
Gracias por leer y dejen de llamarles presos o reos a los sujetos privados de
la libertad.
Robison Andrés González
Trabajador Social y Muralista
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