Si yo fuera el nuevo alcalde

Para muchos ciudadanos  que no hemos tenido el privilegio de nacer en el municipio de Soacha y por alguna circunstancia del destino esta tierra nos acogió como sus hijos adoptivos y hemos trabajado desde alguno de los campos con la finalidad de poder observar este pedazo de tierra cada día más grande y más hermoso, no existe nada más agradable que pensar en cosas grandes y en un desarrollo que como tal nos permita no solo ser el primer municipio en la cantidad de habitantes, sino en progreso y desarrollo en el departamento y la nación.

Ser el primer mandatario de un municipio que atraviesa una gran cantidad de dificultades no es nada fácil, su redireccionamiento es complejo y se necesita no solo de un recurso humano compuesto por un excelente equipo de trabajo, sino de la voluntad de todo un pueblo como constituyente primario para poder alcanzar el cambio que necesitamos. La gerencia de Soacha no solo necesita del discurso arraigado en palabras que se las lleva el viento, requiere  del concurso, participación y acción de las principales entidades del estado como los ministerios, las direcciones nacionales, los bancos de segundo piso como Findeter,  la actuación directa y participación de entidades como la Gobernación y la misma Presidencia de la república, que desde hace más de 3 décadas  tiene una deuda social, económica y política con Soacha.

El nuevo Alcalde de Soacha tiene la enorme responsabilidad, no solo de cumplir sus ofrecimientos de la campaña electoral que le llevó con una marcada y notoria diferencia al triunfo absoluto, sino de cumplir las propias expectativas de un cambio que a gritos un pueblo reclama de su gobernante. Durante muchos años ha permanecido la administración municipal siendo coadministrada  por los caciques políticos y por las empresas electoreras reencauchadas sin permitir que el alcalde sea quién tome las decisiones, sino que en medio de los hilos de la diplomacia se someta al cumplimiento de sus requerimientos en favor de terceros que hacen de la política la corrupción más grande después de los carteles, con la finalidad de beneficiarse así mismo y a sus seguidores  fieles que desangran el erario sin justificación de trabajo exitoso alguno.

Es triste saber que en las administraciones anteriores  desde antes de las elecciones ya los primeros cargos de la alcaldía estuvieran negociados y que sus funcionarios sin el cumplimiento de los requisitos y la idoneidad correspondiente, se encuentren al frente de las principales carteras de la administración municipal. Existe un dolor de patria y sin límite alguno al saber que las grandes obras para el desarrollo y los contratos se dejan envolatados como elefantes  blancos por la falta de planificación, estructura,  diseño y construcción  de sus contratistas que por cumplir con las coimas y valores agregados,  dejan  inconclusas las obras que deben estar al servicio y la altura de un municipio que lo tiene más que merecido,  y es más triste aún saber que en vez de hacer control político y gestión,  varios concejales se vuelven empresarios de la administración en la búsqueda permanente de asignación de obras, contratos y personal contratista al interior de la administración.

Si yo fuera el nuevo alcalde de Soacha estructuraría un equipo selecto de profesionales desde el mínimo cargo hasta los secretarios de despacho con las más altas capacidades de representación y de acción, y que sobre todo sean soachunos o hijos adoptivos de esta ciudad,   y  que por consiguiente tengan sentido de pertenencia con nuestra ciudad. Si yo fuera el alcalde tomaría la sana decisión de terminar con una cantidad de   privilegios sostenibles a cambio del sufrimiento de un pueblo olvidado y agobiado en el no cumplimiento de las mínimas necesidades elementales; si yo fuera alcalde terminaría con el contrato de la flotilla de camionetas para los  secretarios de despacho y secretario que quiera andar  en camioneta debería ser con sus propios recursos, con su propio conductor y su propia gasolina; si yo fuera el nuevo alcalde actuaría de inmediato en  la reducción de una cantidad de contratos de prestación de servicios dispuestos y asignados para nada y que deberían desaparecer. Como ciudadano siento pena ajena ingresar a una secretaría y encontrar 20 funcionarios sentados actuando en redes sociales y 4 trabajando, y que al solicitar que se refrende un compromiso, ninguno existe. Si yo fuera el  nuevo alcalde buscaría la concertación permanente de resolver las necesidades en reuniones permanentes con los líderes sociales, encaminaría los  cabildos abiertos y conformaría una veeduría permanente para que junto a la Personería y Contraloría Municipal fiscalicen las acciones de todos y cada uno de los funcionarios.

Es hora de que todos digamos, si yo fuera el nuevo alcalde me comprometería en el trabajo, en la lucha diaria y en la construcción de ciudad en donde verdaderamente la política y el servicio sean el arte de servir a un pueblo.

@galodejesus

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