Soacha, mafia y desorden al aire libre
De entrada hay que decir que el desorden en las calles, parques, puentes y andenes de la ciudad aumenta vertiginosamente gracias a distintos factores que convirtieron a Soacha en un mercado sucio y desordenado: la llegada masiva de desplazados, la negligencia administrativa para actuar y recuperar el espacio público, y la conformación de mafias que se apoderan de las ventas ambulantes en el país.
El problema de invasión al espacio público es un factor que viene creciendo en Soacha y que data de los años 90, aunque la presencia masiva de vendedores en las calles aumentó aceleradamente a partir de 2005.
Ningún gobierno le ha puesto la atención suficiente a este “cáncer” que ataca sin piedad a algo que es de todos y no de unos pocos. Puntos estratégicos que se habilitaron con el pretexto de ofrecer espacios adecuados para los peatones, se convirtieron en mercados desordenados y focos de delincuencia, como la calle 13, el parque principal, la avenida 30 de San Mateo, la calle 15 de la comuna seis y la Cra 18 de Compartir, sólo por mencionar unos pocos.
Lo que las autoridades no han hecho, los vendedores ambulantes sí: apropiarse y controlar grandes espacios para convertirlos en mercados persas, sinónimo de desorden, caos y focos del delito por la complicidad de algunos de esos vendedores con los delincuentes, y centros de operación de grandes mafias que trabajan en red y que controlan las ventas en las calles de varias ciudades y municipios del país.
Y por supuesto que Soacha no es ajena a esta grave problemática. Pero lo que indigna es que ninguno de los últimos alcaldes se ha preocupado por controlar la arremetida de los vendedores; lo contrario, ha imperado la permisividad y complicidad, sus políticas contra la invasión al espacio público han sido débiles y torpes, incluso el tema se ha utilizado como “caballito de batalla” en campañas electorales, como el caso de Juan Carlos Nemocón cuando prometió sacar adelante el Plan Maestro del espacio público. Pero no ha sido el único, si se acude a la memoria, todos han tenido que ver con el incremento del problema porque, incluso desde los Ramírez, ninguno ha puesto en marcha una política que permita cortar este flagelo de raíz.
Lo delicado es que administración tras administración, cuatrienio tras cuatrienio el problema crece y lo que hace un alcalde y sus funcionarios es trasladárselo al siguiente, con la ayuda de quienes día a día llegan a resolver su diario desde algún pedazo de calle o parque de la ciudad.
Todo lo anunciado para solucionar la crisis de espacio público ha quedado en el aire. Sin ir tan lejos, el gobierno anterior prometió solucionar parte del problema con la construcción de un pasaje comercial detrás de Casalinda, en San Mateo. Se asignaron más de dos mil millones pesos para habilitar un terreno que hoy es un espacio desolado, abandonado y se requiere invertirle cerca de mil millones más para ponerlo a funcionar; aun así, sólo tendría cabida para 150 vendedores aproximadamente.
Pero el inconveniente es que los vendedores se adueñan cada vez más de lo que es de todos y las autoridades no hacen nada para evitarlo. No bastó con las calles 13 y 14, el parque principal y parte de la carrera séptima en el centro de la ciudad, o la calle 15 en la comuna seis, la avenida 30 en San Mateo, la calle 18 en Compartir, la entrada principal a Quintanares y algunas vías de León XIII. No bastó porque tan pronto se habilitaron los puentes peatonales sobre la autopista, también cayeron como aves de rapiña a apropiarse de un espacio que es de todos, y no conformes con eso, ahora venden a lo largo de los mismos, sin respetar que fueron hechos para atravesar la autopista con seguridad y comodidad.
Desde la Dirección de Desarrollo Económico se han hecho algunos estudios que comprueban que buena parte de los vendedores no son de Soacha. Incluso hablando con ellos (obviamente sin revelar su nombre) algunos aseguran que “le trabajan al patrón por 20 mil pesos diarios y que el mismo dueño tiene puestos en Bogotá y otros municipios de Cundinamarca”, lo que comprueba que se han formado mafias para apoderarse del espacio público del país.
Ahora. Aterrizando en esta administración, ha hecho lo suficiente para combatir la invasión al espacio público como las anteriores, es decir, nada. Este alcalde ha permitido que los vendedores en las calles se fortalezcan y crezcan aceleradamente, incluso casi a diario ofrecen chicharrón, chunchullo, picada, juguetes, planes de celular y golosinas en la puerta de la alcaldía.
La Secretaría de Salud es una dependencia inoperante porque, a pesar de tener el respaldo de ley para actuar, no controla las ventas de comida ni la calidad de los productos; hay desaseo, bacterias y mugre que abundan en igual proporción a los vendedores y funcionarios públicos negligentes.
Las calles, los parques y los puentes peatonales de Soacha son verdaderos mercados con infinidad de productos, ruido, desaseo, delincuencia y toda clase de contaminación que reflejan lo que hacen las autoridades por una población que pide a gritos espacios libres para transitar con tranquilidad. La comunidad requiere autoridad y respeto, soluciones reales y duraderas para recuperar lo que es de todos, pero no operativos débiles respaldados por boletines de prensa y ruido en redes sociales, que no pasan de ser algo pasajero para generar noticia, y al tercer, cuarto o quinto día todo sigue igual.
¿Dónde está lo humano de esta administración? ¿Con las calles invadidas de vendedores se podrá formar ciudad? La verdad, no creo. Hay que gobernar con contundencia y priorizar las acciones de gobierno, teniendo en cuenta que el presupuesto del municipio no es generoso; además la ley respalda las acciones de los alcaldes, siempre y cuando se ofrezcan alternativas. Quizá haya que sacrificar proyectos y programas, muchos de los cuales sólo sirven para pagar favores, pero aquí se trata es de ponerle bastante atención a un problema que, como se evidencia, ya se le salió de las manos a las autoridades municipales.
Funcionarios de esta administración aseguran que en el segundo semestre del año vienen acciones contundentes para recuperar el espacio público. Pues ojalá sea así y desde ya hay que ponerle una vela al Sagrado Corazón para que ilumine el camino de este alcalde y sus secretarios, porque-de lo contrario-los vendedores invadirán hasta el patio de la alcaldía y los mismos empleados serán los que compren las arepas, el chicarrón y la picada, sin necesidad de salir del edificio gubernamental.
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