Un 9 de abril distinto

El próximo 9 de abril se conmemoran 65 años del magnicidio del caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán, para muchos historiadores, ese día da inicio a la violencia en Colombia.


Otros, por el contrario, afirman que hubo una transformación en las dinámicas de violencia que cubrieron al país desde los tiempos de la independencia. Las dos posiciones coinciden en algo claro: Colombia está en un estadio de guerra, en situación de conflicto armado, que ha atravesado diversas fases en su interior, que se ha degradado y que justamente es necesario lograr la paz.

En Suacha muchos se han levantado en torno al proceso de paz: políticos de derecha, actores del movimiento juvenil, periodistas. Hablan y proponen acerca de la paz, sin entender que nuestro conflicto se circunscribe en un origen social que hace inviable cualquier proceso de solución por mero trámite. En ese sentido, desde la academia y sectores alternativos se escucha el concepto de conflicto social y armado; en el entendido de que nada sirve un proceso entre la insurgencia de las FARC y el gobierno nacional sin conocer los profundos problemas sociales que padece el país. De esa forma se plantea la tesis de la paz con justicia social, concepto que borra de plano la popular tesis de la Pax romana o paz por imposición; la victoria militar del Estado colombiano es insuficiente en cuanto los alarmantes índices sociales pululan y convierten a Colombia en el cuarto país más desigual del mundo (el 77% está en manos del 13% de propietarios; los bancos extraen ganancias anuales de 19.1 billones de pesos).

Ahora bien, hay que comprender las dinámicas del conflicto en Suacha: los 45.000 desplazados, los altos índices de desempleo, la deserción escolar, la inseguridad, etc. No se pueden concebir si hablamos desde el conflicto armado, por el contrario, si en nuestro piso argumentativo se lee la lógica del conflicto social, encontraríamos significado a las posiciones que exigen la construcción, desde la gente, de una paz estable y duradera. Entender, entonces, que la paz como silenciamiento de los fusiles no es conveniente para Suacha, en cuanto la paz debe enmarcarse en profundas transformaciones socioeconómicas y de apertura política. Es por ello que la jornada del 9 de abril es importante en cuanto se constituirá en un llamado democrático a la paz con justicia social, a la inclusión de las grandes capas de la población en la mesa de paz, a que tanta sangre y tanto dolor sólo puedan ser honradas con cambios amplios de hondo calado. Si la paz de los fusiles se impone la no solución del conflicto social harán de Suacha y del país escenarios de confrontación constante.

Igualmente, es de aclarar que, aunque la iniciativa fue del movimiento político y social Marcha Patriótica, a la movilización del 9 se han adherido sectores importantes de la vida nacional: colectivos barriales, prensa alternativa, la Alcaldía Distrital, las iglesias y el presidente Santos, entre otros. Es decir, la jornada no pertenece a la izquierda, es el resultado de diversas expresiones del pueblo colombiano que literalmente están cansados de la guerra.

No deja de ser extraño el silencio de la administración municipal, mientras el acuerdo 012 implementaba la constitución del Consejo Municipal de Paz, no hay ninguna acción que reivindique a nuestra ciudad como un espacio de construcción democrática de la paz. Para el 9 de abril una de las ciudades que más ha sufrido los embates de la violencia social se verá marginada del clamor nacional.

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