Y se eligió el alcalde…
Llegó la fecha señalada para la elección de Alcalde Municipal y el pueblo eligió a Eleázar González, después de muchas cábalas y adhesiones a uno y otro candidato y de concentraciones y manifestaciones, más o menos importantes, según la conveniencia de quienes las comenten.
Pero ya, a estas horas, hay que decir que el sentido fundamental de esa elección y lo que espera Soacha, es que el ungido con el voto popular haga la Guerra Santa y acabe con los incapaces y funcionarios corruptos. Pero además, el nuevo Alcalde no debe olvidar que “ más limpio que el que limpia es el que no mancha” y que la decisión que ha tomado el pueblo castiga la prepotencia, la pereza, el incumplimiento y la incompetencia, así como a los políticos que hablan sin humildad lo que no entienden, porque pecan de tontos y cobardes.
Digamos, también, que los griegos, que inventaron la democracia, dijeron que es estúpido vencer si no se convence. Y agregamos, que de todos es sabido que el ser humano está lleno de imperfecciones, de defectos y de ambiciones. Por eso, no existe sistema político perfecto en el mundo. Pero es, sin duda, la tentación de enriquecerse utilizando los cargos públicos, la más despreciable de todas las decadencias sociales que nos azotan
El ”todo vale” para amasar dinero, salpica en la actualidad a muchos funcionarios públicos, en todas partes, poniéndose de manifiesto aquella máxima del capitalismo que dice: “Mi Dios es el dinero, mi patria el mundo entero y después de mí……el dinero.”
Digámosle, ahora, a don Eleázar, que en todos los partidos democráticos existe una inmensa mayoría de políticos decentes y una minoría corrupta. Pero creemos que dentro de ellos y en su entorno viven y se benefician personas con intereses espurios, con valores privados y vínculos a la búsqueda de beneficios irregulares y de tráfico de influencias y que es imperativo romper con ese mundo .para dignificar la política y para volver a situarla en el escenario del interés general.
Preocuparnos ahora, don Eleázar, de la corrupción, es porque representa un fenómeno que sazona la vida pública y crece las fortunas privadas de sus protagonistas con tanta desmesura y desvergüenza, como la tolerancia social e inmunidad de que se prevalen.
Siendo esto grave, no lo es menos la inanidad moral de nuestra clase política, sin cuyo silencio o complicidad, difícilmente hubiere sido posible este espectáculo doloso. Al fin y al cabo, en manos de los partidos y de todos los legisladores está la posibilidad de enmendar, como mínimo, el alto índice de corrupción que padecemos, lo que dio lugar a que un periódico capitalino, alguna vez, nos calificó de campeones.
Por eso, los elegidos como Alcaldes don Eleázar, deben tener un conocimiento vastísimo de lo que van a gobernar. Es imprescindible, también, que cuenten con una gran formación política e intelectual, que afortunadamente usted posee, para que no se dejen llevar a engaños. Y sabe, también, que gobernar no es solo favorecer a unos cuantos, y que es, también, permitir el pleno, desarrollo de las fuerzas sociales, y no dejar a un lado a los más necesitados.
Señor Alcalde, para hacer un símil con la tauromaquia, si se nos permite, debemos decirle que un gobernante, en su trabajo, debe arriesgarse constante y abiertamente a ser empitonado o a cortar las orejas y el rabo. Las hipotéticas faenas, como primer funcionario Municipal, podrán acabar siempre en aplausos o en abucheos tibios, pero eso tiene la inconveniencia de un exceso de descabellos en faenas suaves, puede que hasta bonitas o encendidas y resueltas en un remate brutal, de esos que ponen en peligro hasta la propia vida del torero.
No olvide, señor Alcalde, la ignorancia. Es muy interesante porque nos plantea un problema que lamentablemente es frecuente en nuestro medio. Es el problema de la ocupación de cargos de enorme responsabilidad y poder, por personas que carecen de las calificaciones mínimas para ello. Cómo es posible, nos preguntamos los soachunos, que personas sin preparación alguna lleguen a cargos importantísimos y, entonces, ¿cuáles son los mezquinos intereses y mecanismos que permiten semejante barbaridad? Eso no se salvará, en parte, acabando con el déficit escolar? Personalmente, señor Alcalde, creo que sí, pero usted sabe más de eso que este humilde servidor.
Y aquí recuerdo a la señora doña Rocío Castejón, Brillante escritora, quien decía en el diario El País de Madrid el 10 de octubre del presente año, refiriéndose a la cultura:”Platón estaba convencido que no acabarían las desgracias humanas hasta que los filósofos ocuparan los cargos públicos o hasta que los políticos se convirtieran en auténticos filósofos. Y es que la política es el arte de tomar el poder, de conservarlo y utilizarlo. Pero parece que alguien ha incorporado otra acepción a esta palabra en el diccionario de los poderosos, borrando así todos y cada uno de los pilares que sujetaban nuestra sociedad hasta hace poco: la ética, la honestidad, la filosofía. Como empecemos a recapitular y a volver a educar conforme a las bases de una sociedad virtuosa, no esperemos más que las consecuentes corrupciones.”
Y no olvide señor Alcalde: Si quiere conocer, de primera mano, cómo ha funcionado la impunidad en Soacha, no tiene más que preguntárselo a quienes, por alguna razón, han tenido que acudir a las Inspecciones de Policía. Allí se han comportado siempre, como auténticos especialistas. Y de paso, pregunte en la Personería cuantas investigaciones contra empleados Municipales han prosperado. Además, por qué se guardan algunas de ellas y corren a resolverlas cuando han prescrito. ¿Verdadera justicia?
Usted, afortunadamente, fué el elegido.
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