¡Ya casi es puente! Otra vez
Colombia es un país diverso, apasionado y compuesto de numerosos días festivos o días feriados, que es como se conoce comúnmente en toda Latinoamérica. El día feriado es un día importante en cada país donde se promueve la celebración de algún tipo de evento especial, bien sea que provenga de un suceso religioso, cultural, social, anecdótico, histórico o patriótico. Es un día que promueve la unidad, el descanso, que es usado para el disfrute de un día extra y que permite a la mayoría de nuestros vecinos bogotanos salir por la autopista sur hacia las tierras donde el eterno frío de la sabana de Cundinamarca no rose nuestra cotidianidad.
Infortunadamente, estas salidas están siempre caracterizadas por numerosas estadísticas de inseguridad, accidentalidad e incluso de la creación de planes de contingencia de los que hemos sido víctimas los soachunos y en los que sufre más de un municipio en Colombia; estamos hablando del famoso Plan Retorno. Un plan que se quedó en eso, en tan solo un plan, porque llevamos más de 20 años con una problemática que crece y no mejora, que afecta y no repara, y que indigna profundamente cada vez que estamos sometidos al eterno tráfico de la Autopista Sur para llegar a nuestras moradas en Soacha.
¿Quiénes somos las víctimas?
Prácticamente todos en Soacha nos convertimos en víctimas directas de las decisiones que se toman en estos días sagrados y de descanso. Estamos hablando tanto de los conductores de automóviles particulares, como de los 200 pasajeros por bus; al multiplicarlo por el número de buses que circulan los días feriados, hablamos de miles de pasajeros que se ven semanalmente afectados por una medida tomada frente a la emergencia, de las decisiones erradas de La Dirección de Tránsito y Transporte de la Policía Nacional de Colombia cuando ellos trasladan el eterno tráfico capitalino e invaden el carril de uso exclusivo de Transmilenio en nuestra querida Soacha, causando así el malestar ciudadano de sus mayorías, es decir, de quienes vienen de sus trabajos, de su único día de descanso o de su única posibilidad de hacer vida social.
Es un hecho, gran parte de los soachunos no tenemos opciones para decirle “no” a salir un domingo y aun así no hay opciones para decidir si tomo o no Transmilenio para sufrir esas dos horas que podría tardar un trayecto desde Simón Bolívar a la estación de San Mateo.
Administrativamente podríamos decir que es fácil determinar el número de rutas que se deben disponer para suplir las necesidades de movilidad de una ciudad (como cuando hay día sin carro, ese día parece que el transporte público es perfecto). Dudo seriamente que la ciudad esté esperando una frecuencia de un minuto por bus. Aunque, si la ciudadanía en general busca realmente una verdadera frecuencia que traslade a todos los pasajeros que deseamos un sistema de transporte tranquilo, digno, cómodo, incluyente, sin complicaciones donde por lo menos no nos invadan el carril de Transmilenio, ya que todo lo anterior no lo han podido garantizar, la decisión parece sencilla en el camino de la solución; pero mientras sus responsables hagan sus cuentas desde la utilidad que deja este nefasto transporte que se extenderá muy pronto en nuestro municipio y que esa extensión va a complicarnos nuestra movilidad durante las próximas décadas, nunca vamos a poder decir que viviremos dignamente.
A propósito: ¿Por qué estamos extendiendo el fracasado Transmilenio en Soacha?
Estamos implicados en un panorama descuidado que promueve el uso de las vías nacionales en favorecimiento de sus viajeros. En contraprestación a ello, somos los habitantes de Soacha quienes sufrimos las dolientes decisiones que en realidad terminan siendo de muy poca inteligencia y mucho impacto negativo para la sociedad.
Estamos sometidos a un transporte que aumenta la vida indigna de una persona, sumado a las pésimas condiciones que ya vivimos dentro de Soacha y a las que llevamos más de 10 años sin darle solución alguna, basta nomás ver las filas que se forman para subir a los altos de Cazucá, llegar a Ciudad Verde o simplemente podríamos medir el tiempo que tarda un pasajero en llegar a su casa que está ubicada mucho más allá de donde pretenden establecer la última estación del transporte masivo excluyente llamado Transmilenio, porque allí es en realidad donde viven la mayoría de los soachunos.
Luis Alfonso Agudelo Ibáñez
Soacha Pública