Agradecimiento y testimonio
Esas pequeñas grandes cosas que tiene la vida, que de manera cotidiana pasamos por alto, que las tomamos como propias y además ni siquiera pensamos en ellas, las pasamos de una forma desapercibida, y he aquí como empiezan a tener valor cuando se oyen palabras como estas: Usted tiene cáncer y desafortunadamente es de los mas agresivos. El porcentaje de supervivencia, aunque lo hay, es mínimo, como lo manifiesta uno de los oncólogos más reconocidos en este campo, más cuando la afirmación es corroborada por otra eminencia en una segunda opinión, luego de haber realizado otra biopsia y confirmar resultados.
Es precisamente en ese momento cuando nos acordamos que realmente hay un ser superior, porque siempre lo mantenemos a un lado y a veces hasta nos olvidamos de su existencia. Porque nos creemos autosuficientes y no necesitamos de esas cursilerías de las viejas beatas.
Es en esa situación cuando empezamos a valorar cada segundo de nuestra vida, y todo aquello que era trivial, empieza a tener un verdadero valor; creemos que todo nos debe llegar por derecho propio sin agradecer a nadie y nunca pensamos que en algún momento nos pudiera faltar.
Pero cuando la realidad es tan cruda y nos pone frente a la verdad, entonces empezamos a pensar en todas las cosas que nos faltan por hacer y si hacemos una retrospección, encontramos que hay muchas cosas a las que les dimos mucha importancia y que realmente no la tenían.
Es en ese instante que la mirada de un hijo, un beso a la madre o a la esposa, un abrazo a un familiar o un simple saludo a un amigo adquiere su verdadero significado, ver un nuevo día y poder pedir perdón por algún error cometido, tienen realmente sentido ante la vida.
Ante esto no es fácil aceptar la realidad, y surge la pregunta ¿por qué precisamente a mí?, el desasosiego es muy grande y una sensación de impotencia nos invade.
Pero si tenemos fe y una fe real en nuestro ayudador, como es el Espíritu Santo, tenemos todo a favor; en mí caso desde que conocí el espíritu unos años atrás, mi vida cambió, y teniendo esta grave enfermedad, lo único que me quedaba era acogerme a él, pedirle paciencia, fortaleza y no permitirme en ningún momento caer en un estado de depresión, sino tener la seguridad y la gran confianza que el siempre está ahí para ayudar y que todo lo puede, le pedía valor para no decaer, aunque realmente hay momentos en los que como humano en esta situación se flaquea, hay que tener fe de que él está ahí para darnos la fortaleza que necesitamos.
Fue así como me puse en sus manos y no podía entrar a cuestionar sus decisiones, lo único que pedía era su ayuda, ya lo demás quedaba en las manos de los cirujanos y en la guía que él les diera. A los muy pocos días ya estaba en cirugía porque como ya había dicho este tipo de melanoma (cáncer) era de los mas agresivos, motivo por el cual una intervención quirúrgica no daba espera; realizada la cirugía y a su vez un vaciado linfático, según la terminología medica, se encontró que ya había hecho metástasis, pero en la misma intervención pudieron operar y extirpar esa masa.
Luego de la cirugía que fue el primer paso, tuve sesiones de radioterapia y quimioterapia para terminar con la citada enfermedad. Después me han realizado exámenes de control de tórax, abdomen, pulmones y se ha podido constatar que la enfermedad ya ha desaparecido.
Aclaro que al escribir estas líneas mi intención no es más sino la de motivar a las personas que se encuentran en situaciones similares a las que viví, para decirles que no están solas, que hay un amigo que es el Espíritu Santo, que siempre esta ahí para ayudarnos en todas y cada una de las cosas de nuestra vida.
No sé cuanto tiempo más vaya a vivir, pero lo que sí puedo asegurar es que debo dar gracias al creador por cada día que me regala, y agradecer al espíritu Santo por los favores recibidos. Y estas líneas son testimonio de ello.
A mi esposa e hijos, a mi madre, a la familia, a los amigos, a los médicos y a todas las personas que de una u otra forma sirvieron de soporte en este duro trance, mis agradecimientos.
Nelson Fernando Vásquez Sierra
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