Asesinato de Harold Aroca en Bogotá: detalles de sus últimas palabras y acciones antes del crimen

La historia de Harold Aroca García comenzó como un día cualquiera y terminó convertida en una de las escenas más crudas de violencia juvenil en Bogotá.

El joven de 16 años, residente del barrio El Parejo, salió de su casa el lunes 5 de agosto con la rutina que lo caracterizaba: asistir al colegio, almorzar y dirigirse a Los Laches para entrenar fútbol, como lo hacía con regularidad.

Esa tarde nunca volvió a su casa. Horas después, un testigo aseguró haber escuchado disparos en la misma zona donde, días más tarde, sería hallado sin vida.

Según su madre, Diana Carolina García, ese día Harold llegó al colegio con una información que no tardó en difundirse. Habría comentado que sabía quién era el responsable de un reciente homicidio en el barrio, lo que, según los investigadores, podría estar relacionado con lo que ocurrió con él.

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Cinco días más tarde, el 10 de agosto, su cuerpo fue encontrado en un predio de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, en Los Laches, localidad de Santa Fe. Presentaba signos evidentes de tortura y violencia.

La escena del hallazgo fue aún más escalofriante. En el bolsillo de la sudadera del joven había un trozo de papel con un mensaje escrito a mano que decía: “Jajaja. Eso le pasa por sapo”. Para los investigadores, este detalle es una pieza clave en el caso, pues refuerza la hipótesis de que el asesinato se trató de una retaliación directa.

Fue la propia madre quien, guiada por un mensaje en redes sociales que decía “búsquelo por el bosque” llegó hasta el lugar y encontró a su hijo tras cuatro días de angustiosa búsqueda.

La investigación apunta a que el crimen estaría relacionado con la disputa territorial de dos bandas dedicadas al tráfico de drogas, en especial de tusi, que operan en el corredor entre Los Laches y El Parejo.

Las autoridades consideran que Harold pudo haber sido instrumentalizado o atacado por tener información sensible sobre las actividades de estos grupos. Sin embargo, la familia insiste en que el adolescente no tenía vínculos con el crimen organizado.

Mi hijo era una víctima, no un delincuente. Si yo supiera que estaba metido en eso, no estaría aquí luchando por justicia”, dijo Carolina García con firmeza a El Tiempo.

Durante los días de su desaparición, el celular de Harold fue utilizado por otras personas. Sus familiares recibieron llamadas y mensajes extraños que provenían de su número, lo que refuerza la teoría del secuestro y de un posible intento por manipular la búsqueda.

Defensores de derechos humanos han denunciado que algunos integrantes del CAI de Los Laches podrían tener nexos con las bandas de la zona, una situación que habría retrasado la reacción de la Policía en los primeros momentos.

Por otro lado, un video que circula en redes sociales muestra a Harold rodeado por al menos cinco personas. De acuerdo con versiones extraoficiales, dos de ellas fueron capturadas y reseñadas, pero quedaron en libertad por falta de pruebas concluyentes.

Dicho material audiovisual es otra pieza de la investigación que adelanta una “burbuja investigativa” conformada por el Gaula, la Sijín y la Secretaría de Seguridad, con el fin de identificar a todos los responsables.

El asesinato de Harold generó indignación entre organizaciones sociales y autoridades locales. Las concejalas Heidy Sánchez y Ana Teresa Bernal denunciaron el caso públicamente y exigieron respuestas inmediatas. “Su madre pidió ayuda, pero le fallaron. Fue ella quien encontró a su hijo, ya sin vida, con signos de tortura”, señaló Sánchez.

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El alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, lamentó profundamente lo sucedido y aseguró que desde el 6 de agosto se activaron operativos de búsqueda. “Cada muerte violenta de un menor es un fracaso de todos como sociedad. No podemos aceptar más casos como el de Harold ni seguirles fallando a nuestros niños”, afirmó.

Hoy, mientras la investigación sigue en curso, la familia de Harold mantiene viva su exigencia de justicia. Más allá del dolor, piden que este caso no quede en la impunidad y que la muerte del joven sirva como un llamado urgente para proteger a los adolescentes que crecen en medio de la violencia urbana que golpea a sectores vulnerables de la capital del país.

Foto: Redes sociales

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