El Gobierno priorizó dos trenes que conectan a Bogotá y Cundinamarca con el norte de Colombia

El tren vuelve a tomar fuerza en los planes de infraestructura del país. En Bogotá y Cundinamarca, el Gobierno Nacional avanza en la estructuración de nuevos corredores férreos que podrían transformar la manera en que se mueve la carga desde el centro hacia el resto del territorio.

En el corazón del país, donde las carreteras se congestionan y el transporte de carga se encarece con cada kilómetro, el Gobierno Nacional prepara el terreno para un cambio que podría redefinir la logística del centro de Colombia. Entre montañas, valles industriales y rutas saturadas, avanza el propósito de devolverle al tren el papel protagónico que tuvo hace más de un siglo.

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La Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) confirmó que la conexión férrea Bogotá–Zipaquirá–Barbosa–Barrancabermeja fue incluida dentro de los proyectos estratégicos del Gobierno.

Esta línea será uno de los ejes de la red que busca unir el centro del país con el Magdalena Medio y, a su vez, con el Caribe. Con casi 400 kilómetros de extensión, la obra pretende conectar la capital con el corredor férreo central a la altura de Barrancabermeja, en Santander.

De acuerdo con la ANI, el proyecto cerrará su fase de prefactibilidad en los próximos meses y demandará una inversión cercana a los 27 billones de pesos. Su meta es consolidar una vía moderna, capaz de transportar grandes volúmenes de carga con menores costos y mayor eficiencia.

Esta conexión se convierte en una apuesta clave para Bogotá y Cundinamarca, donde el transporte terrestre ha alcanzado su límite operativo. En municipios como Tocancipá, Zipaquirá, Cajicá y Gachancipá, donde el desarrollo industrial ha crecido sin pausa, el tren aparece como una opción que podría descongestionar las vías, reducir los tiempos de traslado y fortalecer la competitividad de la región.

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A la par, avanza la estructuración del corredor Bogotá–Belencito, otro proyecto que atraviesa el altiplano cundiboyacense con una extensión de 279 kilómetros. Este trayecto conecta municipios como Facatativá, Madrid, Mosquera, Chía, Zipaquirá, Tunja, Paipa y Sogamoso. Su propósito es garantizar confiabilidad en el transporte de materiales pesados y carga industrial, fundamentales para el sector cementero, minero y manufacturero.

La inversión estimada supera los 27 billones de pesos, y parte del trazado ya se encuentra intervenido entre Paipa y Belencito con la instalación de nuevos rieles de alta capacidad. Según la ANI, las obras permitirán aumentar la velocidad de los trenes y mejorar la seguridad de la operación, en una región donde las carreteras llevan años soportando el tránsito pesado del centro del país.

La Agencia asegura que el compromiso con el presidente Gustavo Petro es acelerar la estructuración de estos proyectos antes de agosto de 2026. La meta es dejar los corredores definidos, con estudios listos y algunos incluso adjudicados antes del final del actual mandato.

El presidente de la ANI, Óscar Torres Yarzagaray, ha explicado que la visión del Gobierno es modernizar la red férrea bajo estándares internacionales, con el respaldo técnico y financiero de países como China, Corea, México y Catar, que han manifestado su interés en participar en el proceso. El objetivo, según la entidad, es consolidar un modo de transporte sostenible, competitivo y alineado con las necesidades logísticas del siglo XXI.

Seis corredores estratégicos para el país

La priorización del corredor Bogotá–Barrancabermeja hace parte de un plan nacional más amplio que contempla seis proyectos férreos con una inversión global superior a los 94 billones de pesos. Con estos desarrollos, el Gobierno busca reactivar el sistema ferroviario colombiano, modernizar la infraestructura y dinamizar las economías regionales.

El primero de ellos es el Corredor Interoceánico del Pacífico, una línea que conectará Juradó, en el océano Pacífico, con Unguía, en el golfo de Urabá. El tramo tendría entre 210 y 222 kilómetros y permitiría movilizar hasta 25 millones de toneladas de carga en su etapa final, con una inversión estimada de 32 billones de pesos.

El Corredor Pacífico Yumbo–Caimalito, con 211 kilómetros de extensión, busca recuperar el tramo que enlaza el interior del Valle del Cauca con la red del Pacífico. Se estructura bajo la modalidad de obra pública y tiene en trámite la aprobación de vigencias futuras por cerca de un billón de pesos.

Otro de los proyectos estratégicos es el Buenaventura–Palmira, un corredor de 120 kilómetros que ya superó la etapa de prefactibilidad y se prepara para ingresar a la fase de factibilidad. Su inversión estimada supera los 22 billones de pesos. En este tramo se concentra la carga que llega y sale del principal puerto marítimo de Colombia, por donde transita más del 50 % del comercio exterior del país.

En los Llanos Orientales, el Villavicencio–Puerto Gaitán contempla la construcción de 193 kilómetros de vía nueva. Su estudio de prefactibilidad culminó en julio de 2025 y la ANI gestiona recursos para avanzar hacia la etapa siguiente. Este corredor permitiría conectar los centros productivos del Meta con la red nacional de transporte.

A ellos se suman los dos ejes que cruzan el corazón del país: el Bogotá–Región–Barrancabermeja, con 393 kilómetros, y el Bogotá–Belencito, con 279 kilómetros. Ambos son esenciales para la articulación del centro con el oriente, el norte y el occidente de Colombia, y para el fortalecimiento de las cadenas logísticas que sostienen buena parte del comercio nacional.

¿Qué significan los trenes para Colombia?

Según estimaciones del Ministerio de Transporte, la puesta en marcha de los corredores férreos permitiría reducir en promedio un 26 % los costos logísticos del país. Transportar un contenedor desde Bogotá hasta un puerto del Caribe cuesta actualmente alrededor de 2.450 dólares por carretera; con el tren, la cifra descendería a unos 1.800.

El impacto ambiental también sería menor, al disminuir el uso de combustibles fósiles y las emisiones de gases contaminantes. Además, se espera un impulso en el empleo local durante la fase de construcción y en la operación de cada corredor.

De los 3.533 kilómetros de red férrea que existen en Colombia, solo un tercio está activo. En ese contexto, el Gobierno busca consolidar un sistema interconectado, moderno y con mantenimiento continuo. La ANI considera que estos seis proyectos pueden convertirse en la base de esa transformación.

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En Bogotá y Cundinamarca, donde la movilidad depende en gran parte de los camiones y las tractomulas, el regreso del tren representaría un alivio logístico y una apuesta por la sostenibilidad. Si las metas se cumplen, los rieles volverán a cruzar el altiplano con la fuerza que tuvieron en el pasado, pero con la tecnología y la visión del siglo XXI.

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