El mejor destino rural del mundo está en Cundinamarca: turismo innovador

Entre montañas que guardan historias milenarias y paisajes que parecen detenidos en el tiempo, un municipio de Cundinamarca acaba de recibir un reconocimiento que lo pone en la mira del turismo mundial.

Entre montañas, páramos y un clima frío que ronda los 14 °C, se encuentra Sesquilé, un municipio de Cundinamarca ubicado a 45 kilómetros al noreste de Bogotá, en la provincia de Almeidas. Se alza a 2.595 metros sobre el nivel del mar y está rodeado por un ecosistema de bosques nativos, cuerpos de agua y paisajes que mezclan tradición y naturaleza.

Su nombre proviene del idioma muisca y significa “apoyo del cerro” o “agua caliente”, un reflejo de la estrecha relación que sus habitantes han mantenido con el agua desde tiempos ancestrales.

La historia de este territorio se remonta a la época precolombina, cuando hacía parte de la Confederación Muisca como uno de los once poblados del clan de Guatavita. Entre sus legados más conocidos se encuentra la Laguna Sagrada de Guatavita, escenario de la ceremonia que dio origen a la leyenda de El Dorado.

Premio internacional en Cundinamarca

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En medio de esta riqueza natural y cultural, Sesquilé fue reconocido como uno de los mejores destinos rurales del mundo tras recibir la nominación en los Best Tourism Villages 2025 de ONU Turismo. Este galardón destaca a las comunidades que conservan su identidad, impulsan el desarrollo local y protegen su entorno.

El municipio ofrece experiencias que van desde caminatas por el Cañón de Las Águilas y ascensos al Cerro de las Tres Viejas, considerado sagrado en la tradición muisca, hasta la observación de aves rapaces y la visita a su mercado campesino mensual, donde se encuentran productos locales y artesanías.

El territorio también cuenta con el Embalse de Tominé, un imponente reservorio de agua que abastece a Bogotá y es escenario de deportes náuticos como vela, kayak y paseos en lancha.

Su casco urbano conserva la Capilla de Los Dolores y la iglesia de San Luis Gonzaga, construida en el siglo XVIII, además de festivales como Al Compás de Tominejo, que rescatan la música y el folclor de la región. Estas iniciativas, junto con su vocación agrícola y artesanal, forman parte de una estrategia que promueve el turismo comunitario y sostenible.

Para la comunidad y las autoridades locales, esta nominación no es solo un reconocimiento internacional, sino una oportunidad para atraer más visitantes, generar empleo y consolidarse como un modelo de turismo rural responsable en Colombia. Sesquilé, con su equilibrio entre historia, naturaleza y cultura viva, se proyecta ahora ante el mundo como un destino que sabe crecer sin perder su esencia.

En medio de esta riqueza natural y cultural, el municipio fue reconocido como uno de los mejores destinos rurales del mundo tras recibir la nominación en los Best Tourism Villages 2025 de ONU Turismo.

Oportunidad de turismo

Este galardón distingue a las comunidades que han sabido conservar su identidad, impulsar el desarrollo local y proteger su entorno natural, proyectándolas en la agenda internacional como referentes del turismo sostenible.

El municipio ofrece una amplia gama de experiencias. En el ámbito natural, sobresalen las caminatas por el Cañón de Las Águilas, donde estas aves majestuosas anidan; el ascenso al Cerro de las Tres Viejas, de gran valor espiritual en la tradición muisca; y el recorrido por senderos de páramo que conectan con miradores naturales sobre el Embalse de Tominé, un imponente reservorio que abastece de agua a Bogotá y es escenario de deportes náuticos como vela, kayak, esquí acuático y paseos en lancha.

En su zona urbana, Sesquilé conserva un patrimonio arquitectónico que incluye la Capilla de Los Dolores y la iglesia de San Luis Gonzaga, construida en el siglo XVIII, junto con calles tranquilas adornadas con artesanías locales. La oferta cultural se complementa con el mercado campesino mensual, que reúne productos frescos de la región, y festivales como Al Compás de Tominejo, que celebran la música y el folclor local.

Su economía se sostiene en la agricultura, principalmente papa, maíz y hortalizas, la ganadería, la producción de lácteos y la artesanía tradicional. Este tejido productivo ha sido clave para impulsar el turismo comunitario, un modelo en el que los mismos habitantes guían recorridos, ofrecen hospedajes rurales y promueven prácticas responsables que preservan el medioambiente.

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El reconocimiento de ONU Turismo esmás que un premio: es una oportunidad para atraer visitantes, generar empleo y fortalecer su modelo de desarrollo sostenible. Autoridades y comunidad coinciden en que este logro no solo visibiliza su patrimonio ante el mundo, sino que también reafirma su compromiso con la conservación del legado muisca, la protección de sus ecosistemas y la promoción de un turismo que crece sin sacrificar la esencia del territorio.

Con su equilibrio entre historia, naturaleza y cultura viva, el municipio se consolida como un destino que no solo enamora a quienes lo visitan, sino que también inspira a otras comunidades rurales de Colombia y del mundo a seguir el mismo camino hacia un turismo responsable y auténtico.

Foto: Gobernación de Cundinamarca y Freepik

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