El Niágara en bicicleta
Es innegable la gran cantidad de beneficios que trae consigo el uso de la bicicleta para movilizarse de un lado para otro, es un excelente ejercicio para ayudar a nuestra salud del sistema cardiovascular, no contamina, son económicas para adquirirlas y ayudan en el ahorro de costo por pasajes.
Sin embargo hay recomendaciones que no siempre se cumplen, la primera aprender a montarlas y a conducirlas, esta afirmación está respaldada cuando vemos “ciclistas” del siguiente porte:
Al circular no cuentan con el mínimo elemento de protección como es el casco, que además es de obligatorio uso según la norma permanente vulnerada a la vista gorda de los agentes encargados de hacerla cumplir. Ni que decir del chaleco reflectivo para hacerse notar en la vía. Sin embargo los vemos sin esos adminículos, circulando a la velocidad que le dan sus fuerzas, andando de un lado para otro de la autopista sur, o por la avenida 68 de Bogotá, o por la vía que les provoque. Por supuesto el carril derecho para ellos no existe y menos el respeto de bordear la acera, la exclusividad de la vía para servicio público o el carril rápido tampoco, si hay trancón para superarlo está bien el andén, no importa que haya peatones usando su espacio, para eso se chifla y madrea fuerte. Ha y si hay puentes peatonales, se impulsa el caballito de acero y vuelve el silbido, el respeto por la velocidad en áreas peatonales es para los demás, el ciclista tiene afán.
Las normas que disciplinan estas conductas claramente existen, así tenemos la ley 769 de 2002, la ley 1383 de 2010 y los decretos del orden Departamental, Distrital y municipal, además de toda la literatura jurídica que al respecto se encuentra, pero seguirán en los anaqueles mientras no exista verdadera educación vial para los niños que se están formando, verdaderos maestros que eduquen, cumpliendo esa larga y preciosa tarea que les corresponde, claro luchando con normas traídas de lejanas tierras y que fueron ideadas para la población de una nación formada, difícilmente aplicables en una sociedad que apenas se encuentra en estado formación y algo proclive a la barbarie.
Para aportar a la solución y no quedarnos en la queja, proponemos que en las jornadas de ciclo vía de los fines de semana, se instalen cursos obligatorios de conducción de bicicletas, para los miles de “ciclistas” que hacemos uso de ella y así poco a poco formemos verdaderos ciclistas, dignos portadores del invento de Karl Freiherr von Drais. (Wikipedia). Además que por lo menos en Soacha, se amplíen las ciclo vías o carriles destinados para la circulación exclusiva de estos vehículos.
WILLIAM MARLON LOPEZ SILVA
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