La Gran Vía

El 4 del mes en curso cumplió un siglo la calle más famosa de España y el símbolo de una gran ciudad. Una calle que, se dice, nunca mostró su nombre legítimo, hasta que el acalde de Madrid se lo ordenó por los ochentas del siglo anterior, no obstante que ya todo el mundo la llamaba La Gran Vía.


Pero ya en 1.886 Federico Chueca, conociendo la necesidad de la música para una zarzuela compuesta en colaboración de Joaquín Valverde y con libreto de Felipe Pérez González, que retrata en «forma magistral» el ambiente popular madrileño, a propósito del sonado y controvertido proyecto de construcción de la gran arteria urbana que es la Gran Vía, para la capital española.

Y así nació el 2 de julio del año citado, en el Teatro Felipe de la capital, el Caballero de gracia, el tango de la Menegilda, la Jota de los tres Ratas, el coro de los Marineritos y el chótis del Elisio, de esta zarzuela de tanto éxito y hasta querida por muchos soachunos en cuyas casas se oía con especial deleite, durante muchos años.

La idea de La Gran Vía nació de gentes emprendedoras y, naturalmente, del gran capital, y salió del pantano burocrático, creándose entre la sorna y la broma de los periódicos madrileños de la época, pues el proyecto tenía alborotada a la ciudadanía. Pero con la llegada del Siglo XX el plan cristalizó gracias a las reformas legales sobre expropiaciones del arquitecto José de Salaberry, autor del proyecto final junto a la tenecidad del futuro conda de Peñalver alcalde de la ciudad. Y así surgió la calle laica en la España católica de finales de la Restauración y dividida en tres tramos: las Avenidas A y B, en cuesta, con un bulevar central para el paseo.

Don Alfonso XIII, abuelo del actual Rey de España, inauguró el 4 de abril de 1910 las obras del primer tramo, o Avenida B, dedicada al alcalde Peñalver. Fue construída durante los años diez, antes de la primera Guerra Mundial. Su estilo, se decía, destilaba aroma parisino, con raigambre en el Renacimiento español, y dio lugar a la construcción del Banco de España. Los tres casinos que jalonaron las esquinas del triángulo de su planimetría: el de la nobleza, el de los Ejércitos y el Círculo Mercantil. Los cafés Molinero, Abra, Pidaux y
Chicote, este último, que llevó su nombre por el mundo con la Madrid del músico y poeta mejicano Agustín Lara.

En el segundo tramo, construído en la década de los veinte, el destinatario ya no era la aristocracia sino las masas, oficinas, conexiones del metro, grandes almacenes, cines, teatros y salas de música, y cuando se levantó el rascacielos de Telefónica se quebró para siempre el perfil urbano de «población manchega» del tiempo de los asturias.

La situación política del año 1936, con el triunfo del Frente Popular pasó a llamarse Avenida de la CNT, pero la llegada de los Comisarios soviéticos de Stalin, hizo consejable en 1937, nombrar al tramo alto, que resistió a los obuses fascistas, Avenida de Rusia, que después se sustituyó por la Unión Soviética. Pero el pueblo madrileño la llamó «Avenida del Quince y Medio», por el calibre de los cañones que desde la Casa de Campo apuntaban al edificio de Telefónica en cuya azotea se instaló una batería antiaérea. El tercer tramo,
al quedar por construír, se sustituyó por Méjico, la nación revolucionaria y hermana. Por razones de la Guerra Civil, Madrid fue la primera ciudad en sufrir bombardeos contra la poblacion civil, por lo que el comercio y las entradas a los refugios fueron cubiertos con sacos con tierra y la calle fue escenario de desfiles, camino de milicianos y arengas desde camiones con altavoces.

Ese Tercer Tramo se abrió paso entre desmontes de barricadas y zanjas en el que sólo se habían construído edificios aislados como El Coliseo. Era el reino del trapicheo. Pululaban las meretrices y soldados jóvenes y en sus alrededores bullían el mercado negro y toda clase de compradores, y la elegancia del Primer Tramo desapareció, y en Chicote se reunían combatientes, chicas alegres, vividores y hasta Hemingway.

Con la paz armada, sólo desfilaron los falangistas, la Guardia Mora, las viejas, el Corpus y los niños de comunión, y la gente que se interesaba por La Gran Vía, dejó de hacerlo, y si alguien se detenía era sospechoso de algo, a menos que vendiera lotería o fuera limpiabotas.

El Tercer tramo se fue construyendo con el estilo neobarroco del franquismo, salvo bellas excepciones. A la mole de los jesuitas, incendiada durante los primeros días de la República le sustituyó un enorme y feo edificio conocido como los sótanos, donde se instaló el Hotel Emperador y el Teatro Lope de Vega, un Coliseo que abrió las puertas a la escena y en este siglo abandera la reconversión al musical.

Los años 60 y 70 también dejaron huella de mediocridad imperdonable. Desapareció el Teatro Fontalba sustituído por un edificio comercial y otros que no pintaban nada.

Hoy el escenario de la Gran Vía se ha hecho indispensable a Madrid y ha transformado su identidad castiza en punto cosmopolita, abierto a las multitudes de visitantes de todos los lugares del mundo con un ambiente
humano, sin tienduchas, cartelones, marquesinas invasivas y exceso de moviliario urbano. Allí nació el primer rascacielos europeo.

Recordamos aquí que el gran pintor, Pemio Príncipe de Asturias en 1985, Antonio López, entre 1975 y 1980 salía de su casa a muy temprana hora de la mañana, recogía sus bártulos y se instalaba en la isleta del paso peatonal que separa La Gran Vía de La Calle de Alcalá y, durante cerca de una hora se encargaba de trabajar sobre Gran Vía uno de sus cuadros que le ha hecho conocido en todo el mundo.

La Calle de Alcalá es otra de las joyas de Madrid que va desde la Puerta del mismo nombre, pasando por el bellísimo Parque del Retiro y sube hacia el Barrio de Las Ventas donde se encuentra la Monumental del mismo nombre y primera Plaza de Toros del mundo, dejando atrás el mejor Restaurante donde para poder entrar en San Isidro, hay que separar mesa con seis meses de antelación y lleva lo taurino hasta en su nombre, pues se denomina Los Timbales. Allí, estoy seguro, se brindó antes de la corrida del domingo anterior, por los Cien años de La Gran Vía.

Fuente: http://www.tiempodehoy.com/default….

joseignaciogalarza@yahoo.es

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