La voz de los que no tienen voz
En la ciudad de Bogotá tras varios años de protestas, la mayoría pacíficas, por parte de los defensores de los derechos de los animales, donde se exigía que se prohibiera la presentación de espectáculos públicos que tuvieran como eje principal el maltrato de los animales; por fin con la llegada a la Alcaldía de Bogotá de Gustavo Petro, lo exigido dejó de ser un grito al vacío y se convirtió en realidad sonora.
Una de sus primeras acciones fue cancelar el patrocinio que desastrosamente venía haciendo la Alcaldía de Bogotá y particularmente la ETB a las corridas de toros. De igual forma y muy importante para la ciudad se estableció que el escenario que se prestaba de forma habitual para estos espectáculos de muerte, no se volvería a prestar y pasaría a ser un escenario para la cultura y la manifestación artística.
Es claro que ante estas acciones en defensa de los derechos de los animales, los amantes del circo romano saltaron a desprestigiar al alcalde Petro y a señalarlo de autoritario, lanzaron juicios sobre él argumentando que había prohibido esos espectáculos de muerte, cuando lo único que hizo fue quitarles un apoyo económico del erario de Bogotá y no autorizó más el préstamo de la Plaza Santamaría.
Tras todo el aspaviento que hicieron algunos medios de comunicación el tema pasó al olvido, dejando de lado el reconocimiento internacional que había recibido el alcalde por defender los derechos de los animales. Ahora bien, este año pretendía instalarse como todos los años el Circo de los hermanos Gasca, el mismo circo que ha sido denunciado por maltratar a sus animales y no darles comida para que obedezcan a sus cruentas humillaciones.
Y nuevamente el alcalde Gustavo Petro saltó al ruedo y no permitió que fueran utilizados predios del Distrito para instalar un espectáculo, que para divertir a unos pocos maltrata y dejara morir a unos pobres animales que cuentan con nosotros para defender sus derechos.
Pues resulta que estos señores cargaron sus maletas, metieron todo en sus enormes camiones, se subieron en sus suntuosas camionetas y se fueron con su alboroto para el vecino municipio de Soacha, que inocentemente los recibió y albergó. Algunos activistas del municipio han rechazado la presencia de este espectáculo que humilla a los animales, pero el Circo se quedó.
En Bogotá se instaló una nueva carpa para circo, con artistas de reconocimiento internacional que traen un espectáculo que es para toda la familia, un Circo que lleva al público a vivir la maravilla del sueño creativo y permite crear nuevos mundos posibles. El Circo del Sol llegó a Colombia para demostrar que la diversión sin necesidad de involucrar el dolor de alguien es posible.
Espero que en un futuro, no muy lejano, los habitantes del municipio de Soacha se vean beneficiados de tener en su territorio un espectáculo de este nivel, mientras tanto los invito a echarse la pasadita por la carpa de Circo del Sol y evitar seguir llenando las arcas del Circo de los hermanos Gasca.
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