Un adolescente de 17 años era el líder de una banda criminal de menores en Cundinamarca

La historia detrás de un joven que guardaba un prontuario criminal de alto nivel fue revelado en las últimas horas.

En los alrededores de varios colegios de Girardot, algunos jóvenes no asistían a clase. Permanecían cerca de los parques, atentos a cada movimiento. Lo que parecía una rutina sin importancia era, en realidad, parte de una estructura delictiva que durante meses operó sin levantar sospechas.

La Policía de Cundinamarca descubrió que detrás de esos encuentros había una organización que distribuía marihuana y clorhidrato de cocaína en zonas estudiantiles y residenciales. Las ganancias mensuales superaban los diez millones de pesos, producto no solo del microtráfico, sino del hurto de motocicletas, celulares y joyas.

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El grupo se hacía llamar Los del Pozo. Su centro de operaciones estaba en el parque del barrio Villa Carolina y en la cancha municipal de fútbol, donde fijaban los puntos de entrega. Los integrantes se reunían en viviendas del sector para dividir la droga, planear los movimientos y repartir el dinero. En esas mismas casas, según la investigación, llegaron a amenazar familias para obligarlas a abandonar el lugar.

Entre los capturados hay cuatro adolescentes. El más joven, conocido como alias Lulo, tiene 17 años y es señalado de ser el cabecilla. Ya enfrentaba procesos por homicidio y porte ilegal de armas. Las autoridades lo consideran responsable de coordinar los turnos, distribuir las ganancias y mantener el control territorial mediante intimidaciones.

El hallazgo fue posible gracias a un operativo encubierto. Un agente de la Policía infiltró el grupo, grabó las transacciones y obtuvo pruebas que confirmaron la magnitud del negocio. Con esa información se ejecutaron nueve allanamientos y registros, en los que fue incautado un revólver usado para amenazar a quienes se oponían a sus órdenes.

El caso tomó un rumbo más grave cuando los investigadores revisaron un video donde varios miembros de la banda disparan dentro de un hospital contra un joven que se recuperaba de un ataque anterior. Ese hecho permitió vincular al grupo con otros episodios de violencia ocurridos en los últimos meses.

De acuerdo con la Seccional de Inteligencia Policial (Sipol), el funcionamiento de la estructura dependía de la participación de menores. Algunos eran designados como informantes o “campaneros”, encargados de alertar sobre la presencia de uniformados. Esa dinámica atrajo a decenas de adolescentes al entorno criminal y dificultó la acción de las autoridades.

Tras las audiencias de control, dos de los detenidos fueron enviados a un centro de reclusión para menores y los otros dos quedaron bajo seguimiento judicial mientras avanza el proceso. La Policía de Cundinamarca mantiene abiertas nuevas líneas de investigación, pues al menos cinco jóvenes más estarían vinculados con Los del Pozo.

El comandante del departamento reiteró el llamado a la comunidad para denunciar cualquier actividad delictiva que involucre menores, con el propósito de frenar la expansión de estas redes y fortalecer los mecanismos de prevención en entornos escolares.

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Según cifras oficiales, 52 menores han sido detenidos este año en Girardot por su participación en estructuras criminales. El caso vuelve a poner sobre la mesa el debate nacional sobre la responsabilidad penal de los adolescentes, reavivado tras el asesinato de Miguel Uribe Turbay a manos de un joven de 14 años. A raíz de ese hecho, el Congreso estudia un proyecto de ley que busca endurecer las sanciones para menores involucrados en delitos de alto impacto.

Foto: Policía de Cundinamarca

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