Científicos regresan a Anolaima para analizar restos de un mastodonte

Es el quinto viaje que hacen los científicos para estudiar el terreno del colegio Departamental Carlos Giraldo de Anolaima, de donde en julio de 2017 sacaron restos de un perezoso gigante, un mastodonte  y de un venado.

Jerónimo Turriago es un niño que en julio de 2017 vio en el celular las fotos de unas enormes muelas y una quijada que habían sacado del suelo del colegio. No se parecían al de ningún animal de esta era.

En ese momento, Jerónimo tenía nueve años y su obsesión eran los enormes reptiles que veía en libros y en las películas de Jurassic Park. No podía creer que bajo ese lugar, donde trabajaba su mamá como coordinadora y donde él tantas veces había jugado, hubiera restos de esos gigantes que lo fascinaban.

Fue hasta allí y vio con sus propios ojos las piezas que
habían sacado los paleontólogos, que habían venido desde Bogotá para verificar
el hallazgo que se dio en medio de la construcción del comedor escolar.
Entonces, por voz de ellos, supo que no era ningún dinosaurio, sino un
mastodonte que había caminado por la zona hace más de 10.000 o 20.000 años.

Luego vio cómo los científicos se marcharon con los huesos.
Y los vio regresar cinco veces más a evaluar el caso. La última comisión, de
hecho, se marchó hace un par de semanas con cinco huesos completos, dos
incompletos y más de 30 fragmentos, según el reporte del Museo Geológico
Nacional José Royo y Gómez, del Servicio Geológico Colombiano.

En ese mismo agujero, ubicado a la entrada del colegio,
encontraron los restos de un perezoso
gigante y de un venado
, que forman parte de la fauna del Pleistoceno, una
época geológica que comenzó hace más de 2 millones de años y que acabó en el
10.000 a.C., cuando el planeta estaba bajo la inclemencia del frío y los
mastodontes caminaban sobre la tierra.

Hoy, Jerónimo tiene 11 años y sueña con ser paleontólogo.
Saber que había un mastodonte en Anolaima lo cambió para siempre. Ahora,
estudia más sobre el animal con libros y videos que encuentra en internet y espera
el regreso de los expertos.

Y lo mismo aguardan el colegio y el municipio. Llevan dos
años sin salir de la sorpresa.

 “En un lugar donde no
pasaba mayor cosa, encontrar un mastodonte es un auténtico acontecimiento”,
dice riendo Arturo Rico, periodista de la emisora comunitaria Ecos del Rosario.
Él fue uno de los testigos del hecho y de cómo la gente no lo olvida. Relata
que en abril de este año, durante el Corpus Christi y las fiestas de Anolaima, un campesino hizo un enorme
mastodonte de naranjas y otras frutas.

El municipio es considerado la capital frutera de Colombia,
pero también quiere pasar a la historia por cuenta del mastodonte que apareció bajo el patio del colegio.

“Del mastodonte se han recuperado partes de la cadera,
fragmentos de costillas, dos vértebras y otros fragmentos asociados. Del
perezoso gigante hay huesos de extremidades superiores. Volveremos, con otra
metodología de trabajo”, detalla Marcela Gómez, coordinadora del Museo
Geológico Nacional.

Después de la exitosa comisión que exploró más a fondo el
caso, se determinó que el lugar era de potencial interés científico. Por eso,
usarán en su próxima visita el sistema GPR (Ground Penetration Radar), que les
permitirá hacer una especie de escaneo de la zona y tener una idea más exacta
de lo que allí se encuentra.

Claro, no es el primer mastodonte hallado en Colombia. Otro
de los famosos es el de Pubenza (Tocaima, Cundinamarca), hallado en los años
70.

¿Y ahora?

Al colegio y al municipio le quedan bastantes preguntas. No
saben si algún día volverán a ver los huesos. El rector, por su parte, les
solicitó que sean expuestos en Anolaima. La coordinadora del Museo le respondió
a este diario que se evalúa el tema: “Esperamos llegar a los acuerdos
necesarios para que los restos encontrados sean exhibidos, siempre y cuando se
le ofrezcan a las piezas las condiciones adecuadas para su exhibición, como lo
dispone el Decreto 1353 de 2018”, afirma.

Jerónimo, el pequeño que quiere ser paleontólogo, también
espera bastante: «me imagino un museo aquí en el colegio, con algunas
piezas. Y que haya carteleras y gente que explique qué fue lo que pasó
aquí».

Por ahora, al colegio le quedó un hueco enorme en la
entrada. Las lluvias de los últimos días han enlodado el terreno y han comenzado
a formar un pequeño pozo.

Las directivas temen que tengan que volver a echar tierra
sobre el hallazgo, si la comisión tarda mucho en regresar. Ya tuvieron que
hacerlo una vez. Y, luego, correr con una retroexcavadora prestada por el
municipio para escarbar nuevamente entre la tierra, cuando la comisión regresó
el 12 de septiembre.

Anolaima guarda ilusiones sobre huesos: el municipio espera
ser un destino científico y turístico, los profesores celebran tener material
para sus clases y un pequeño de once años sueña con ser uno de los mejores
paleontólogos de Colombia para contarle al mundo que en el patio de un colegio
de su pueblo hubo un gran mastodonte.

Fuente: eltiempo.comFoto: Servicio Geológico Colombiano

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