“Colombia is now open”
Con este aviso, Juan Manuel Santos inició la rueda bursátil del 25 de mayo en Wall Street. El hecho, que debía concitar indignación nacional, que medios oficialistas alabaron y en el que la opinión, distraída, no reparó en mayor grado, tiene especial significado, tanto por tratarse de la reiteración a ultranza de su concepción económica neoliberal como por el lugar donde la hizo.
La política económica del gobierno santista es poner al capital extranjero como la variable principal. Es la forma más refinada de aplicación de la Confianza Inversionista, labrada por él y por sus antecesores, que se presentó como favorecimiento al capital nacional, pero que tiene como primer beneficiario al capital financiero internacional.
La relevancia del anuncio está en que se hace precisamente cuando Wall Street busca salida al infarto sufrido en 2008; es la presentación de la adecuación del país como vertedero para los excedentes de capital y de los sobrantes de mercancías que las potencias necesitan evacuar para salir de la crisis de superproducción y de la caída de la tasa de ganancia. De hacer de la nación, de su mercado y de sus riquezas un bazar. De implantar una política macroeconómica esbozada principalmente para disipar los temores del “capital cobarde”, garantizándole al dinero que venga poder multiplicarse, salir o escapar, si es lo que necesita.
No obstante, así como hay que develar el contenido del mensaje de Santos, es bueno reparar que lo emitió en el corazón de la especulación, donde se han fraguado buena parte de las guerras y los mayores descalabros a la economía mundial y al bienestar general en el último siglo. Para sólo mencionar los más recientes, desfalcos como los de ENRON, Madoff, Stanford, Lehman Brothers, AIG, las empresas puntocom, las hipotecas subprime o los trucos de Goldman Sachs en los falsos informes sobre la deuda griega, son expedientes ciertos acerca de qué es Wall Street. Sus miembros pertenecen al 1%, así los denominan los “indignados” del movimiento OCCUPY, y los acusan, entre otras, de no pagar impuestos, de recortar empleos, de fraudes hipotecarios y bursátiles y de recibir por todo esto bonificaciones escandalosas. ¡Es a ellos a quienes Santos impele a entrar a saco sobre Colombia, de puertas abiertas!
Así mismo, a ese capitalismo en descomposición, corresponde una política colonial, que “trae aparejada la pérdida de la independencia”, situación típica de países “intermedios” como Colombia, que quedan reducidos a meros “eslabones” en la cadena de las operaciones financieras. Este es el principal resultado de la ofrenda de Santos en Wall Street, el santuario del agio contemporáneo. Es el ciclo que se disparó cuando aquel día Juan Manuel tocó la campana. (Ver http://s3.subirimagenes.com:81/otro…)
Twitter: @AurelioSuarez
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