¿En definitiva qué somos nosotras PARA la educación?

Desde que he tenido oportunidad de educar, enseñar o sencillamente compartir algunos de los saberes que he construido en la vida o con la ayuda de algunos libros y por las circunstancias que hacen que el camino planeado tome un rumbo inesperado, tomé la decisión de ser educadora, formadora o como me dicen mis querid@s estudiantes, PROFE.


Soy politóloga y que mejor oportunidad que poder dirigir la cátedra de economía y política; sin embargo la vida susurra al oído que caminos debes llevar, por cuestiones administrativas he pasado por casi todas las materias que llevan al estudio de las humanidades y no mi tan anhelada economía y política. PERO… La política es un arte, y por lo mismo quise ser artista en la escuela, educar en el ser y en el hacer, conjugar mi ser y mi pensar.

Si hubiera que dar alguna definición universal de “mujer”, quizás podría decirse que “es un x tal perteneciente a un conjunto cuyas actividades, sean las que fueren resultan comparativamente desvalorizadas de forma sistemática en relación a las que llevan a cabo los varones” (Celia Amorós).

Ahora bien en el Municipio de un tiempo corto para acá se han tomado decisiones de volver a tradicionalismos conservadores en dónde se rescate la “feminidad de la niñas”, feminidad que se ha perdido con el pasar de tiempos ¿De qué tipo de femineidad se habla? Si es de aquella en dónde la sociedad nos delega el cuidado de la prole, la reproducción por obligación o deber, la sumisión en el ámbito público y privado, la objetivización de nuestros cuerpos, etc. Sería la primera en decir que se acabe esa femineidad de la que se habla.

El resultado de vernos en nuestros roles que han sido asignados a través de la historia y de volver a la tan anhelada feminidad que se ha perdido, ha dado como resultado en algunos colegios del Municipio y el deseo de otros de separar a los hombres de las mujeres en diferentes aulas, (ya que en el imaginario de much@s es pensar que en solo en el aula se aprende) para dotarles de buena educación. Pues bien, quienes reúnen estas condiciones son los muchos hombres y mujeres de nuestro país que están recluidos en las cárceles, ya que están separados por géneros y confinados a un cuarto, ¿Será que esto los ha hecho menos violentos?

La solución ante los comportamientos violentos y poco tolerantes o de sana convivencia de los y las estudiantes tiene asidero en la separación de géneros? o antes bien en respetarnos ante la diferencia y lograr la tan anhelada equidad.

¿En definitiva que somos PARA la educación? En la historia se ha creado miles de formas para separar o encerrar lo que es diferente, ejemplo de ello es la Alemania postguerra en donde el gran muro de Berlín no deja ver de un lado para el otro; y no puedo alegrarme por estos pequeños muros que se instauran en colegios.

Le educación como derecho universal, pero es inevitable que no sea presa de voluntades que piensan que entre hombres y mujeres no se puede vivir bien. La semana pasada un estudiante de grado décimo me dijo ¿Profe si nos dividen y hablando de equidad por qué no hacen un salón para la población LGBT? Sin embargo en el imaginario de algunos adult@s responsables que manejan las instituciones públicas la diversidad de género es un imaginario, un constructo de la sociedad…. O porque no una enfermedad.

Hablamos de equidades dentro de la escuela, pero los Manuales de Convivencia no hacen ahínco en ello; hablamos de formar seres en lo que consideramos moralmente aceptado, y sin embargo en las escuelas queda la zozobra de que es y no es moral; en el aula una niña debe ser niña y un niño debe ser niño. Continuar con los roles históricos que se nos han otorgado.

Hablar de lo que es correcto y de lo que no lo es, en educación y más en el Municipio de Soacha cuando no hay una política real en esta materia, es como se dice popularmente meterse en camisa de once varas.

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