Identidad y cultura en los barrios

Cada generación construye su ciudad en la memoria a partir de sus propias experiencias y Soacha tiene diversos conceptos de ciudad. Es diferente para cada habitante. Es diferente para cada generación.


¿Qué piensan de sí mismos los habitantes de los barrios? ¿Qué identidad tienen? La cultura de los barrios no se improvisa y la distancia entre la ciudad y el barrio puede marcar la diferencia. Esta significación se crea día a día a partir de la experiencia individual y social con el espacio. El espacio es dinámico, no estático. Implica la generación de prácticas y significados comunes: a partir de lugares de origen, historias compartidas o la pertenencia a grupos específicos, entre otros. Algunos la llaman cosmovisión o la manera que nos expresamos y nos expresa en mundo que nos rodea. Falta más que lógica para entender a Soacha: su desarrollo en las últimas décadas ha hecho de muchos de sus barrios una cultura ajena. Estos no crecieron con la ciudad, están al borde, literalmente al borde. Se instalaron y eso es distinto, creando su propio espacio e imaginarios.

Soacha ha sido un inmenso receptor de población. Si inicialmente el origen de muchos de los barrios del Municipio partió de un proceso lento de inmigrantes de la capital y otras regiones buscando un asentamiento permanente, el fenómeno del desplazamiento le dio a partir de las dos últimas décadas un toque diferente. Hoy día un gran sector de los habitantes de Soacha representa a personas de provincia, de lugares en muchos casos apartados. Conocen de antaño las carencias y por eso se adaptaron a una difícil geografía (La topografía entre pendientes ha marcado la situación de la mayoría de los barrios autoconstruidos en los sitios de más difícil acceso) y a la lejanía de los recursos (agua, luz, transporte). No crecieron en la ciudad porque al principio eran tan invisibles como aparentemente lejos se pensaba que estaban. Es nuestra realidad urbana: al principio se niega el conflicto, posteriormente políticos y funcionarios los reconocen y fomentan informalmente para sacar réditos, casi siempre en épocas electoreras, para volver a negarlos cuando ya son miles y esperar que se reafirmen por la fuerza o por alguna calamidad.

Hace unos días encontré un artículo sobre la posibilidad de recuperar e integrar los llamados barrios subnormales a la ciudad con base en proyectos de reestructuración, mejora y ampliación de espacios e infraestructura públicos, proyectos en los que se ha decidido involucrar a sus habitantes con una arquitectura de impacto que no solo busca ofrecer equipamientos públicos, sino también aportar identidad simbólica a sus habitantes. Al mismo tiempo repaso las imágenes más próximas de la realidad de algunos de nuestros barrios: segregados del resto del municipio, alojan “otro mundo” cuyo particular origen y desarrollo los diferencia y separa del resto convirtiéndolos en un fragmento urbano distinto. Sus espacios también tienen el pleno derecho de representar a la ciudad. Allí la identidad no está anclada en el lugar físico sino en los afectos, en lo vivido en común y no es un afecto ideológico sino algo más complejo. Cada generación construye su ciudad en la memoria a partir de sus propias experiencias y Soacha tiene diversos conceptos de ciudad. Es diferente para cada habitante. Es diferente para cada generación. Pero no hay un concepto unificado con la palabra Soacha. No es que sea necesario, lo más urgente es que sea compartido. Sin embargo, ambas realidades coexisten; ciudad y barrio se complementan experimentando diferentes tipos de interacciones: las relaciones de interdependencia que se han ido estableciendo entre el barrio y el resto de la urbe nos muestran como ambas realidades necesariamente se tocan y comunican continuamente a pesar de las barreras sociales y físicas, pero es un contacto de necesidad no de pertenencia. Son las instituciones las encargadas de encontrar esos puntos comunes.

Soacha con casi 500 mil habitantes tiene las características de una gran ciudad y al mismo tiempo es tratada como un pequeño municipio apartado. Podría ser un espacio de desarrollo y de oportunidades ya que cuenta con privilegiada situación estratégica. Podría ser una ciudad con obras de intervención física dirigidas por principios de equidad, movilidad urbana, integración socio espacial, cultura ambiental y de revaloración del paisaje natural como nuestro gran tesoro.

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