MÁS QUE UNA FIGURA METROPOLITANA; Aportes y desafíos para la planificación regional de Bogotá y Suacha’

Uno de los principales retos de una planificación integral del territorio es adaptarse a las realidades cambiantes de su entorno de acción para afrontar nuevos retos que favorezcan la consolidación de las autonomías municipales y fortalezcan su gobernanza.


Este artículo, pretende enriquecer el debate que se ha generado en torno a una figura que muy seguramente de materializarse, cambiará sustancialmente los procesos de planificación urbano-regionales entre Bogotá y ‘Suacha’. Así pues, revisaremos rápidamente las experiencias internacionales para comprender los aportes de la figura del área metropolitana y cómo podría influir positivamente en el desarrollo de las entidades involucradas, en términos de la gobernanza del territorio.

Un número importante de ciudades capitales e intermedias en el mundo comparten problemáticas asociadas a la conurbación. Resaltan casos como New York y Boston, o para el caso de Europa, se destacan urbes como Londres, Madrid, Berlín, Milán, entre otras con densidades poblaciones similares.

En América Latina se encuentran metrópolis como el gran Buenas Aires, São Paulo o Ciudad de México por citar algunos ejemplos. El común denominador de estas ciudades, es que le han apostado a la búsqueda de figuras de asociatividad, que les permita dirimir y afrontar sus problemas generados producto de la industrialización y el acelerado crecimiento de la población urbana.

El fenómeno de las áreas metropolitanas no es relativamente nuevo, dado que se trata de experiencias iniciadas en la década de los 60’. Sin embargo, durante los más de 50 años de existencia, las prácticas de este tipo de gobiernos metropolitanos han sido muy variadas.

Por un lado, se encuentran las área metropolitanas de primera generación (años 60 y 70), que tenían como finalidad otorgar una estructura de gobierno a un área funcional predefinida, en la que la metropolización consistió en una imposición autoritaria que no tomó en cuenta los intereses de los distintos actores urbanos. Por otro, se identifican las que podrían ser llamadas las de segunda generación (años 80 y 90 en adelante), que se transforman en unas modalidades de organización mucho más flexibles que las de primera generación, que terminaron en el fracaso.

Es así, como en los casos de ciudades europeas (Londres y Bolonia), aparece la idea de un gobierno metropolitano que asume la complejidad y fragmentación de las ciudades , transformándose en un gobierno que permite crear y distribuir con mayor eficiencia los bienes y servicios urbanos dentro de un área territorial funcional.

Para el caso de Colombia, la existencia de estos centros metropolitanos muestra sus inicios, paralelamente a la experiencia internacional, a finales de los años 70 y empiezan a concretarse en la década de los 80 hasta comenzar los años 90. Se destacan las seis legalmente constituidas por la Ley 128 de 1994; Área Metropolitana del Valle de Aburrá, Área Metropolitana de Bucaramanga, Área Metropolitana de Barranquilla, Área Metropolitana de Cúcuta, Área Metropolitana de Centro Occidente, Área Metropolitana de Valledupar.

De estas áreas metropolitanas, debo mencionar que unas han sorteado un mejor camino en la búsqueda de soluciones conjuntas entre los municipios que las agrupan. Sin embargo, otras se han quedado estancadas en las dificultades institucionales clásicas de este tipo de figuras, como la inflexibilidad en la toma de decisiones con los municipios integrantes, o los ires y venires del proceso de descentralización en la implementación de las decisiones.

No obstante, entre las que han estado en la dirección correcta, sobresale el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, la cual ha logrado importantes avances en la planificación supramunicipal a través de una visión compartida de sus asuntos públicos.

En la actualidad, con sus más de treinta años de existencia al haber iniciado en un pequeño cuarto de la Alcaldía de Medellín con un presupuesto inicial de 10 millones de pesos para su gestión, sobresale esta iniciativa de área metropolitana al demostrar que a pesar de unos primeros años difíciles, pero sorteando las complicaciones y siempre atenta a las dinámicas sociales, económicas y territoriales, se ha transformado en un organismo capaz de diseñar, de forma participativa, una región equilibrada con equidad sostenible y competitiva, que busca permanentemente mejorar la calidad de vida de sus habitantes, tal como las ciudades europeas con las áreas metropolitanas de segunda generación.

Hoy el Área Metropolitana del Valle de Aburrá invierte cerca de 500 mil millones de pesos con el propósito diario de generar una armonización de políticas públicas nacionales, sectoriales y regionales con el apoyo de los municipios socios. Además con el compromiso del alcalde metropolitano y alcalde de Medellín, quienes en ese trasegar, han entendido que el desarrolle sostenible del Valle de Aburrá solo es posible con equilibrio en el territorio y con equidad en lo social. Por eso Medellín aporta más del 80 por ciento de los recursos que la Entidad redistribuye en las demás poblaciones.

Finalmente, después de haber mostrado brevemente este contexto, quiero reiterar que el compromiso con la planificación integral de un territorio metropolitano entre Bogotá y ‘Suacha’, supone un ejercicio articulador responsable a partir del cual discutir sobre los problemas comunes, que en la mayoría de lo casos pueden ser ilimitados de cada ente territorial, pero que demandan un análisis riguroso de las prioridades que en un primer momento, deben ser atendidas de manera inmediata y solucionadas en el mediano plazo ( movilidad, servicios públicos y seguridad, entre otras).

De esta manera, se podría avanzar a un segundo momento que permita planear la elaboración y consolidación de un Plan Metropolitano a largo plazo que aborde temas complejos relacionados con la gestión del suelo, el medio ambiente y la necesidad de una política habitacional de carácter metropolitano, y logre así, crear y distribuir con mayor eficiencia los bienes y servicios urbanos dentro de un área territorial funcional, a través del esquema de Área Metropolitana Bogotá- ‘Suacha.’

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